Capítulo 23

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Eran las ocho de la noche, Mattias habló unos minutos antes con Jin-hyuk, le dijo que se había atrasado un poco debido a que tuvo una reunión con empresarios estadounidenses, la cual se extendió, pero ya estaba de camino a casa.

Preparó unos macarrones con queso y jugo de piña, al momento de servirla, Jin-hyuk había llegado, entrando y dirigiéndose a la cocina cuando el olor a comida recién hecha tocó sus fosas nasales. Nada mejor que una rica cena, cocinada por el amor de su vida después de un aburrido día de trabajo.

—Huele delicioso—dijo sonriendo, quitándose el saco gris—, ¿qué hiciste, cariño?

—Macarrones con queso—respondió Mattias, caminando hacia el magnate, envolviendo los brazos alrededor de su cuello—, no sabes cuánto quería que llegaras a casa, te extrañé mucho.

—En lo único que pensaba era en ti durante toda la reunión, quería que acabara de una maldita vez para ir a casa y estar con el sueco más hermoso de todos—dijo, acariciando las mejillas del rubio.

—Pero al fin estás aquí, eso es lo que importa—Mattias plantó un pequeño beso en los labios de Jin-hyuk, al separarse estaba sonriendo—, vamos, la cena está lista.

Los dos se sentaron en la mesa, empezando a comer. Jin-hyuk estaba impresionado, no había probado los macarrones antes, mucho menos con queso, los que preparó su novio europeo estaban realmente deliciosos. Ahora entendía porque Dong-yang lo contrató, tal vez no tenía el título de "el mejor chef del mundo", pero lo era para él.

—¿Te gustan?

—No...me encantan, definitivamente eres el mejor chef del mundo, mi amor.

Mattias sonrió, sonrojándose también. Está acostumbrado a recibir elogios de otras personas, pero los que eran de Jin-hyuk, eran diferentes, lo eran para él, pues los dice nada más ni nada menos que el hombre que ama con locura.

Un amor que espera que perdure por siempre, sabe que así será, si el destino decretó que se conocieran, es porque así debe ser, aunque en un principio intentó negarlo, al final le fue imposible resistirse a esa atracción tan poderosa que imbuía su alma.

Cuando terminaron de cenar, se dirigieron a la habitación, cambiándose de ropa, claro, sin dejar que sus manos estuvieran quietas, tocándose mutuamente y besándose apasionadamente. Pero Mattias no estaba dispuesto a soportar más dolor ni a intentar caminar bien, por lo que tuvo que detenerse. Jin-hyuk entendió, después de todo, tuvo que ayudarlo esta mañana a permanecer de pie mientras se duchaban, aunque él no fue de mucha ayuda, pues no pudo contener sus deseos sexuales.

—Te amo, pero ya tuve demasiado dolor por hoy, deberías ser más cuidadoso y gentil conmigo.

—¿Olvidaste que tú eras el que pedía más duro? Yo fui suave hasta que me provocaste.

Mattias se sonrojó, pasó una mano por la nuca, aclarando su garganta.

—Cambiando de tema, ¿vamos a ver Gonjiam? Ya quiero morirme de miedo para que me abraces fuerte contra tu pecho para tranquilizarme.

Jin-hyuk terminó de colocarse la camiseta del pijama, sonrió al oír a Mattias decir eso, acercándose y dejando un beso en su frente.

—Me encargaré de protegerte, no importa si el peligro es real o ficticio, como una película de terror.

Rieron, Mattias trajo su laptop a la cama para ver el filme, pero antes de hacerlo, fue a la cocina, preparó unos fideos, los cuales eran instantáneos, así que no tardó mucho en regresar a la habitación con una bandeja donde traía dos platos con la comida y jugo de piña.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora