Capítulo 27

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—Te juro que iba a sufrir un paro cardíaco—dijo Mattias, cuando la transmisión terminó y pudo reunirse otra vez con su novio y familiares, se recostó un poco sobre el pecho del coreano, descansando sobre este—, cuando quedaban cuatro lugares creí que las posibilidades a favor de mi eran escasas.

—Tal vez Buda sí escuchó a mi mamá después de todo—comentó Jin-hyuk entre risas—, no paraba de rezar por ti ni un solo segundo.

—Eso demuestra lo mucho que me quiere—Mattias acercó sus labios a la oreja de Jin-hyuk—, y tú tendrás que demostrar lo mucho que me quieres cuando estemos en el hotel.

—¿En serio quieres tener sexo?—Jin-hyuk alzó una ceja sonriendo, deduciendo las intenciones de su pareja.

—Dicen que es bueno para aliviar el estrés—Mattias se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

La segunda ronda del Concurso Bernier será el jueves y la final el domingo, así que tendrán un poco de tiempo para distraerse.

Volvieron al hotel en los mismos autobuses de antes, aquellos que fueron eliminados no estaban contentos, obviamente. Incluso, algunos limpiaban las pocas lágrimas que se escapaban. Mattias sintió algo de pena por ellos, pues comprendía que deben sentirse deprimidos y que fracasaron, aunque Imogen Chambers dijo como consejo que las puertas nunca se cerrarán siempre y cuando tengamos la voluntad de encontrarlas.

Al llegar, Mattias bajó del autobús, estirándose y bostezando, podrá estar cansado pero aún conserva pequeñas cantidades de energía para usar cuando esté en su cuarto con Jin-hyuk.

—¡Oye, Mattias!—exclamó una voz familiar, se trataba de Nigel, quien caminó hacía el sueco con su celular en mano.

—Hola, Nigel.

—¿Te gustaría intercambiar números? Creé un grupo de Whatsapp con Shen y Ró, si quieres te puedo agregar también.

—Claro, hazlo.

Mattias le dictó su número, recibiendo poco después la notificación de que había sido añadido a un grupo de Whatsapp, efectivamente ahí estaban Nigel, Shen y Ró.

—Nos vemos—Nigel sonrió, moviendo la mano en señal de adiós, regresando al lado de una mujer y un hombre, quienes eran sus padres.

—¿Quién era?—preguntó Ingrid.

—Un amigo, es de Bélgica, se llama Nigel.

—Ten cuidado, cuñado—advirtió la adolescente al coreano, con un tono burlesco—, no querrás que alguien...

—Por Dios, Ingrid—fue interrumpida por su hermano mayor—, Nigel es sólo un amigo, deja de suponer cosas fuera de lugar.

—Lo siento, sólo era una broma—Ia nadadora se encogió de hombros mientras reía por lo bajo.

—Yo sólo tengo ojos para un hombre, y ese es Kim Jin-hyuk—Mattias entrelazó su brazo con el del magnate, como una forma de probar que sus palabras eran ciertas, aunque también para darse la oportunidad de actuar posesivamente, cosa que no había hecho antes.

Jin-hyuk sonrió, besando una de las mejillas del escandinavo. Le gustó ese gesto de su parte, pues estaba declarando ante los demás que él es de su propiedad.

Si tú eres mío, entonces yo soy tuyo. Pensó, sin que la sonrisa se apartara de su rostro.

—Creo que es mejor dejar a la pareja de tortolitos solos—dijo Ingrid al entrar al hotel—, es obvio que necesitan privacidad, y tengo hambre, ¿les gustaría ir al restaurante, familia?

—Ingrid tiene razón—afirmó Hilda—, tu padre y yo vamos contigo.

—Nosotros también—dijo Jeong-sook—, muero de hambre, si tan sólo alguien me hubiera llevado a Europa antes no estaría tan antojada de probar la comida que hasta podría asaltar un restaurante completo de este país.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora