Capítulo 26

274 22 3
                                    

Mattias estuvo entrenando y perfeccionando sus habilidades culinarias, dia y noche, motivado por demostrar al mundo entero que puede convertirse en el siguiente ganador del concurso. Jin-hyuk se encargó de erradicar sus nervios, pues estos representan un obstáculo que debe superar si quiere la victoria.

Los nervios son traicioneros, no podia puede darse el lujo de mostrarse así en la competencia, esa sería la oportunidad perfecta para que sus contrincantes crean que él no tiene talento y quieran aplastarlo, además de que el jurado podría creer que no está listo para un evento de talla mundial, que no sabe controlar sus emociones debido a su juventud. Pero el sueco no iba permitir que eso ocurra, iba ir a París armado con valor, determinación y ambición, tres elementos claves que Sang-cheol, padre de Jin-hyuk le aconsejó.

—Te sentirás como si hubieras entrado a un coliseo romano y los leones hambrientos estuvieran listos para devorarte, pero recuerda, todo lo que necesitas es: valor, determinación y ambición. Cuando tenía dieciséis años, competí en atletismo, gané muchas medallas de oro, tenía potencial para ser un atleta olímpico...pero mi padre se opuso, lamentablemente me obligó a dejar el deporte y a dedicarme al negocio familiar en su lugar, por eso cuando tengo la oportunidad, les digo a los jóvenes de esta generación que persigan sus sueños, no permitan que nadie, absolutamente nadie se los robe.

Mattias hizo una pequeña reverencia después de escuchar las sabias palabras de su suegro.

—Muchas gracias, Señor Kim.

—Tengo fé en ti, Mattias, recuerda: valor, determinación y ambición.

Ahora, el gran día había llegado, el Concurso Bernier empezará a las siete de la noche, con transmisiones en vivo en todo el mundo. Mattias se encontraba en el baño de la habitación del hotel, mirándose en el espejo, arreglando un poco su cabello, vestía el traje de chef, con una pañoleta coloreada igual que la bandera de su país natal, fue entregada cuando llegó al hotel donde se encontraban los demás participantes, provenientes de diferentes países de los cinco continentes.

No puedo creer que estoy aquí, debo estar soñando.

—Amor, date prisa, no querrás llegar tarde.

La voz de Jin-hyuk le sacó de su breve pensamiento, se miró un instante de nuevo en el espejo para cerciorarse que estuviera presentable. Sin nada fuera de lugar, salió del baño, tomó la mano del coreano y ambos se dirigieron hacia el ascensor para bajar al primer piso.

Una vez allí, se congregó con los cuarenta competidores, esperando su transporte, cada uno de ellos estaba con familiares y amigos, sosteniendo orgullosamente las banderas de sus naciones de origen. En cuanto a él, la familia de Jin-hyuk trajo la bandera de Corea y los Holmberg, la de Suecia, ondeandolas con emoción, demostrando que Mattias contaba con las personas de ambos países.

—El tiempo pasa volando—comentó Jeong-sook—, todavía siento que fue ayer cuando te conocí, Mattias. ¿Quién diría que me convertiría en la suegra más afortunada de todas?

—¿Afortunada?—preguntó el escandinavo sonriendo.

—Por supuesto, eres un buen chico, soñador, amable, simpático, educado, apuesto, perfecto para mi hijo y la familia. ¿No lo crees, Sang-cheol?

—Claro que sí, mi vida—asintió el Señor Kim, lo había dicho de forma sincera, a diferencia de algunas ocasiones anteriores que siendo forzado por su esposa actuaba más amigable con el joven chef. Pero ahora, es diferente, él y Mattias tienen una buena relación suegro-yerno. Antes de partir a París, Sang-cheol le brindó consejos para el concurso y Mattias le enviaba galletas rosette los fines de semana.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora