Después de jugar Mario Kart, las escondidas fue el siguiente, Ji-hae contaba hasta diez, su gemelo se ocultó en el cuarto que compartía con ella, poniéndose bajo la cama. Jin-hyuk y Mattias en el clóset de la alcoba de Tae-woong, sitio elegido por el primero para que pudieran tener más privacidad, al menos temporalmente.
—¿Te gustó?—preguntó Jin-hyuk, refiriéndose al beso.
—Mentiría si te dijera que no, ¿sabes? Jamás imaginé que mi primer beso fuera con alguien diferente a mi.
—¿Qué quieres decir con eso?
—No me malinterpretes, fue el mejor primer beso del mundo, es sólo que...yo provengo de Suecia, crecí en una familia ordinaria, trabajo arduamente para hacer mi sueño realidad. En cambio, tú naciste en cuna de oro, eres el CEO de un enorme y respetado negocio familiar surcoreano, cargas con expectativas altísimas, como la del matrimonio, hijos que puedan heredar tu puesto... lo que quiero decir es que entraste a mi vida inesperadamente, aún así no quiero que te vayas de ella.
Jin-hyuk sonrió, besó su frente, pasando una mano por la mejilla izquierda del rubio, mirándolo fijamente en esas hermosas joyas azules como el océano que lo atraían de una forma misteriosa y casi mágica. Tantos efectos causaba Mattias en su persona que jamás se cansaría de ellos, deseaba más pero debía guardar paciencia y calma.
—Hace un año, iba a casarme con la mujer que cualquier hombre de este país pudiera anhelar, no sé si fueron los dioses, el destino o lo que sea que controle este complejo universo, pero estoy seguro que ambos estamos destinados. Cuando te vi por primera vez en Dong-yang, sentí algo...extraordinario, no creía en el amor a primera vista hasta que te conocí, Mattias Holmberg.
Agarró sus manos, depositando un beso sobre estas. Como un príncipe a su amada, en este caso, a su amado.
—Me harás sonrojar—desviaba la mirada para evitar que eso sucediera, aunque no funcionó.
—¿Por qué eres tan adorable?—Jin-hyuk revolvió el cabello de Mattias, aumentando el rojo en sus mejillas.
Las puertas del clóset se abrieron gracias a Ji-hae que los encontró, ganando el juego.
—¡Ajá! ¡Ahí están! ¡Gané! ¡Gané!—exclamó, dando pequeños saltos de felicidad.
—Bien hecho, pequeña—Jin-hyuk alzó a su sobrina en el aire—, siempre serás la ganadora para tu tío.
—No es justo—Dae-hae entró a la habitación con los brazos cruzados—, ella hizo trampa.
—Mentiroso, jugué limpio—Ji-hae se defendió de la acusación, sacándole la lengua.
—Siempre haces trampa, por eso ganas Mario Kart y en todos los juegos—espetó su gemelo, haciendo un mohín y frunciendo el ceño.
—Dae, en la vida se gana y se pierde, todo el tiempo—dijo Mattias acercándose a él—, en ningún lugar está escrito que no puedas intentar las veces que quieras, lo que sí está escrito es que no debes rendirte, jamás. Así que...¿qué tal una revancha en Mario Kart?
—¡Sí! Ya verás Ji-hae, vamos a jugar otra vez, te ganaré.
—Si quieres intentarlo, no tengo ningún problema—su hermana sonrió, bajó de los brazos de su tío, y junto a los adultos volvieron a la sala para comenzar una nueva partida de Mario Kart.
—Buena suerte—dijo Mattias a Dae-hae—, un pequeño consejo, confía en ti mismo, confía que lo lograrás.
Asintió, el escandinavo siempre tiene los mejores consejos para un niño, le gusta que desde esa etapa siempre tengan confianza y crean en sí mismos. Pues esas fueron las claves que aprendió gracias a su sabio abuelo si quería llegar lejos.
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Chef de mi corazón
Roman d'amourMattias es un chico sueco de veintiún años que llegó a Busan, Corea a trabajar en uno de los mejores restaurantes para ganar más dinero y cumplir su más anhelado sueño. Jin-hyuk es CEO del Grupo Holnyu, decide acudir al lugar donde el extranjero pr...