Como estaba previsto, Jin-hyuk y Mattias se dirigían al puerto de Busan, ambos no querían levantarse de la cama, pues se sentían demasiado cómodos, abrazados y durmiendo tranquilamente, olvidándose del mundo exterior, de los compromisos que tenían que atender. Además de ese motivo, el número uno de Mattias son los nervios, los malditos nervios que se negaban a abandonar su sistema.
Por más que Jin-hyuk le tranquilizaba, diciendo que todo va a estar bien, la incertidumbre persistía, no se imaginaba en un escenario donde conociera a sus suegros, a pesar de ni siquiera haberlos visto alguna vez en su vida, pero al juzgar las palabras de su novio, esperaba reacciones no muy positivas.
Al llegar, se reunieron con Eun-hee, Tae-woong, sus hijos y esposa.
—Hermana, él es Mattias Holmberg, mi novio—dijo Jin-hyuk, presentando su novio a su hermana mayor.
—Es un placer por fin conocerte—la mujer extendió su mano, siendo estrechada por el sueco.
—Igualmente, Señorita Kim—el escandinavo dio una leve reverencia.
—Por favor dime Eun-hee, creo que no hace falta tanta formalidad.
Mattias asintió, quería mostrarse como alguien educado para dar una buena primera impresión. Al menos lo había logrado con los hermanos del coreano, sólo faltaban los padres.
El crucero apareció en el puerto unos minutos después, deteniéndose para dar salida a los pasajeros que habían disfrutado de unas vacaciones por las islas del Caribe. Sang-cheol Kim y Jeong-sook Park estaban felices tras pasar una temporada solos, celebrando sus treinta y nueve años de casados, pero ya era momento de volver.
Jeong-sook es una mujer que aún conserva su belleza a sus casi sesenta años de edad, siempre suele sonreír, muy pocas veces se entristece o se siente mal en cuanto a su estado de ánimo, pero casi nunca es vista deprimida.
Sang-cheol, por otro lado, suele mostrar un semblante serio, excepto cuando está con su esposa, fue un padre estricto pero al mismo tiempo cariñoso y apegado a sus hijos, jamás tuvo preferencias sobre alguno de ellos, siempre los amó por igual.
—Hola, mis preciosos—saludó Jeong-sook, abrazando a sus tres hijos, así como a sus dos nietos y nuera—, gracias por venir, los extrañabamos mucho.
—Nosotros también a ti, abuela—dijo Ji-hae, abrazándola.
—Ya queríamos que volvieran—Dae-hae repitió la acción de su melliza.
—Sin duda alguna tengo a los nietos más lindos del mundo—rió Jeong-sook, acariciando las cabezas de los niños.
—¿Qué tal el viaje?—preguntó Eun-hee.
—Fue increíble, el sol me ayudó a rejuvenecer un poco más, me siento de maravilla, hija, deberías vacacionar por el Caribe también, te ayuda a distraerte, libera todo el estrés—dijo la Señora Park entre risas—, hasta a tu padre le ayudó pasar tiempo en la playa y en el mar.
—Me sentí como si tuviera veinte años otra vez—comentó Sang-cheol sonriendo—, ¿te gustaría volver, cariño?
—Por supuesto que sí, mi amor—respondió Jeong-sook, quitándose los lentes de sol, sonriendo a su marido.
—Nos alegra que hayan vuelto y disfrutado de su viaje—dijo Tae-woong.
—Siempre es bueno verlos contentos después de haberse divertido—habló Jin-hyuk.
—Y siempre es bueno ver a nuestros hermosos hijos—Jeong-sook acarició la barbilla del menor de los Kim, luego, pasó su mirada hacia Mattias, quien sólo sonrió con timidez—, no nos conocemos, ¿verdad?
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Chef de mi corazón
RomanceMattias es un chico sueco de veintiún años que llegó a Busan, Corea a trabajar en uno de los mejores restaurantes para ganar más dinero y cumplir su más anhelado sueño. Jin-hyuk es CEO del Grupo Holnyu, decide acudir al lugar donde el extranjero pr...