Capítulo 35

134 20 1
                                    

Jin-hyuk salió del auditorio donde la conferencia tuvo lugar, junto con unos colegas con los que cursó la secundaria y preparatoria, estaban felices de que ya hubiera terminado, pues aunque trataba de asuntos vitales para fomentar el crecimiento de las empresas, el orador era muy aburrido a tal punto que nadie dejaba de bostezar.

—Al fin somos libres, parecía una clase de historia, casi me quedo dormido—dijo Shim Byung-il, estirando los brazos hacia arriba.

—Muero de hambre, ¿por qué no vamos todos a una cafetería?—sugirió Ji Man-ho.

—Buena idea, necesito cafeína—asintió Kim Hae-yeong.

—¿Vienes, Jin-hyuk?—preguntó Cho Soo-hyun.

—No, gracias, muchachos. Yo ya tengo mi almuerzo.

—¿Desde cuándo haces tu propio almuerzo?—Pyeon Dae-hoon enarcó una ceja.

—¿Lo olvidaste? Está saliendo con un chef—explicó Son Eun-jae.

—Es cierto, pero no con cualquier chef—afirmó Soo-hyun—, sale con el ganador del Concurso Bernier, lo vi con mi madre, a decir verdad lo merecía, se nota que es un gran cocinero, pero, ¿cómo fue que lo conociste? No nos has contado.

—¿De verdad quieren saberlo?—Jin-hyuk sonrió de lado.

—¡Por supuesto!—respondió Soo-hyun, el resto asintió, mostrándose de acuerdo—Somos amigos desde la secundaria, ¿a dónde se fue la confianza? Creí que estaríamos juntos para siempre, y para siempre es que cuando envejezcamos, nos sentaremos en un parque a alimentar palomas mientras recordamos todo lo que vivimos.

—Y no en cualquier parque, Central Park, Manhattan—dijo Byung-il.

—Es eso o nada—bromeó Eun-jae, haciendo reír al grupo.

El celular de Jin-hyuk sonó, recibiendo una llamada de So-ri, no le pareció extraño, pues en ocasiones, ella o Se-bin marcaban a su número para saludar o conversar un poco.

—Hola, So-ri—contestó inmediatamente.

—Algo terrible—en el otro lado de la línea, So-ri se escuchaba angustiada, respirando con agitación, como si hubiera corrido un maratón—...le ha pasado a Mattias.

Jin-hyuk se tensó, una vena se hizo visible en su cuello debido a ello, le era imposible imaginarse que el ojiazul hubiera sufrido un incidente o cualquier tipo de evento desafortunado, simplemente no podía.

—¿Qué? Explícate—frunció el ceño—, ¿qué sucedió?

—Mattias salió a comprar unas cosas para hacer el almuerzo y—hizo una pausa, tomando aire, intentando tranquilizarse para poder comunicarle la noticia a su empleador—, lo atacaron, está en el hospital ahora mismo, Se-bin y yo fuimos allí en cuanto nos enteramos. La señorita Lee y el señor Oh vieron lo que pasó, parece que..fue un ataque con ácido o algo así, no están seguros.

—¿Está todo bien, señor Kim?—inquirió su secretario, Gook In-ju, tan confundido como los amigos de su jefe.

—Tengo que irme, los veo luego—corrió hacia su automóvil, In-ju le siguió, cuando entró al vehículo, lo encendió y condujo casi que a toda velocidad, sin soltar el teléfono para seguir hablando con So-ri—, ¿qué hospital es?

—Hospital Taejik.

—Estoy en camino, hablaremos cuando llegue—colgó, frunciendo los labios y apretando las manos contra el volante.

—¿A dónde vas? Baja la velocidad—In-ju seguía desconcertado ante el arrebatado comportamiento del CEO.

—Mi novio me necesita.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora