Capítulo 22

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En la mañana, la pareja seguía durmiendo, abrazados como estaban anoche, poco después, Jin-hyuk fue el primero en despertar, sonriendo al ver sus brazos rodeando el cuerpo de Mattias, se suponía que a las ocho debería ya estar levantado para comenzar su rutina, pero lo único que quería hacer en todo el día era permanecer en cama, abrazando al hombre que ama.

Se quedó un rato mirando a Mattias, acariciando la cabellera rubia que adornaba su cabeza, deseaba que todas las mañanas fueran así, que lo primero que viera fuera el hermoso europeo, que descansaba sobre su pecho, de esa forma no podría ser más feliz.

El sueco sonrió al sentir aquellas caricias en su cabello, abriendo lentamente los ojos, alzó la cabeza para ver al coreano.

—Definitivamente no estoy soñando.

Jin-hyuk también sonrió, besando la frente de Mattias, sin dejar de acariciar su pelo.

—¿Cómo dormiste?

—Jamás había dormido tan bien en mi vida, mucho menos con la compañía de alguien...es algo nuevo pero me encanta, creo que no podría dormir si no estás en la misma cama que yo, por primera vez sentí tanta serenidad mental, antes siempre pensaba en lo que haría al día siguiente, aunque mi cuerpo estaba relajado mi mente seguía trabajando a toda máquina, ahora en lo único que quiero pensar es cuánto tiempo estarás fuera de casa.

—Podría empezar a trabajar a distancia, así no tendrás que preocuparte y tendremos más tiempo libre.

—¿De verdad harías eso, por mi?—preguntó Mattias con cierta alegría en su voz.

—Por ti seré capaz de bajar la estrella más brillante del universo y dartela como un obsequio, pero me conformo con ser el hombre ideal para ti, el hacerte feliz y verte sonreir es el mejor obsequio que puedo darte a cambio de amarme de la forma que lo haces, porque me has enseñado verdaderamente cómo es el amor, estoy eternamente agradecido con el destino porque llegaras a mi vida—acarició la espalda del sueco, su piel se sentía suave, delicada, blanca igual que las nubes que adornan el cielo, ojos azules que nunca dejan de brillar y un cabello dorado como el oro, tan valioso como la misma presencia de Mattias en su vida.

Simplemente nunca podría dejar de admirar la belleza del escandinavo que lo encantó desde el primer segundo en que sus ojos marrones y esas joyas azules perfectas y brillantes se encontraron, pero más allá de la apariencia, fue realmente el alma de Mattias que lo cautivó, a pesar de su intento por ignorar sus verdaderos sentimientos, era incapaz de negar que si el destino obró a favor de que se conocieran es porque así lo decretó.

Están hechos el uno para el otro.

—Vas a tener que ayudarme a levantar de la cama, me duele todo.

—Entonces, será todo un placer cargar a mi bello chef sueco—dijo mientras frotaba su nariz contra la del rubio.

No fue nada sencillo para Mattias caminar normal, mucho menos después de una "pequeña y rápida" ronda en la ducha con Jin-hyuk, que aunque fue más suave que anoche, no cambiaba el hecho de que el dolor en el trasero empeoró, en su defensa, no pudo resistir la tentación de besar y tocar el cuerpo del empresario, aprovechando que seguían desnudos en ese momento.

Le preparó un delicioso omelet con pan y jugo de piña, plantando un beso en su mejilla después de servirle el desayuno.

—Provecho.

—Apuesto a que te quedó rico—dijo refiriéndose al omelet, cortó un trozo, llevándolo a la boca, sonrió mientras seguía comiendo, un claro indicativo de que le gustó.

Terminó de comer en poco tiempo, limpió su boca con la servilleta, se levantó, dirigiéndose hacia al chef extranjero, agarrándolo de la nuca y juntando sus labios de forma sorpresiva, un beso que fue correspondido. Mattias rodeó el cuello del coreano con sus brazos, disfrutando el momento con todas las fuerzas de su alma, pero terminó en poco tiempo.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora