Capítulo 28

196 21 3
                                    

Cuando la pequeña fiesta terminó, todos entraron al hotel, Ró y Shen tuvieron que ayudar a Nigel para que fuera a su habitación, pues se había pasado de tragos, llegando al punto de hablar un idioma totalmente nuevo, además de que reía sin parar cada cinco segundos, a sus dieciocho años es la primera vez que probaba alcohol hasta perder la razón.

—No puedo creer que haya bebido tanto—dijo Mattias sorprendido del estado de su amigo—, espero que sus padres no se molesten con él.

—¿Sabes? Me recuerda a alguien que conozco—Jin-hyuk sonrió al recordar cuando Mattias lo besó cuando se embriagó hasta el mismo nivel que Nigel, con la diferencia que el escandinavo podía hablar casi perfecto.

—Oh no, no recuerdes esa noche en el bar, fue demasiado vergonzoso—Mattias escondió su cara en el brazo de Jin-hyuk.

—¿Cómo podría olvidarlo? Si planeaste tantas cosas maravillosas, me sorprende que pudieras hacerlo aún después de embriagarte.

—Yo también me sorprendí de mi mismo, esa definitivamente será la última vez que me verás así, no habrá una próxima.

—Es una lástima, aunque no lo creas te ves adorable en estado de embriaguez, sin mencionar tu lado pervertido, claro.

—¿Por qué dices eso?

—Trataste de quitarme la camisa cuando te llevamos a casa, mi hermano lo vio todo.

—Te dije que no lo recuerdes—Mattias hizo pucheros, ocultando de nuevo su rostro en el brazo del magnate, quien soltó una risita.

Cuando caminaron hacia la habitación, el escandinavo no se atrevió a mirar a Jin-hyuk, si lo hacía se iba a sonrojar, eso pensaba y sabe que podría ocurrir.

Pero antes de llegar, se toparon con una escena muy particular.

—Itzi bitzi araña, tejió su telaraña, vino la lluvia y se la llevó—Nigel cantó con una voz que delataba cuán embriagado se encontraba, sentado en el suelo mientras Shen y Ró intentaban levantarlo.

—Espero que no vuelvas a pasarte de copas—dijo Ró mientras sujetaba el brazo derecho del joven belga—, debí grabar desde el comienzo de tu embriaguez para cuando recuperes la sobriedad te mueras de la vergüenza y no lo vuelvas a hacer.

—Si sus padres lo ven así, esta será la última vez que lo dejarán asistir a una fiesta—comentó Shen, pues notó que Nigel, a pesar de ser mayor de edad, aún es apegado a su familia—, espero que no sean tan duros con él.

—Si fuera mi hijo, ya hubiera usado una sandalia para golpearlo.

—Qué ruda—Shen rió por lo bajo.

—Acostúmbrate.

—¿Necesitan ayuda?—preguntó Mattias al ver que no podían con Nigel.

—Bastante—Ró suspiró—, no creí que sería tan difícil, he ayudado antes a un par de amigos cuando se pasaban de copas, y créeme, algunos parecían estar poseídos por Satanás cuando hablaban, otros reían por, literalmente, cualquier cosa o veían estrellitas antes de desmayarse, pero a Nigel lo hace retroceder a su infancia.

—¿Dónde están los columpios? Mami, y quiero un helado de vainilla—dijo Nigel a la brasileña, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, como si estuviera a punto de caer inconsciente.

—No soy tu madre, zopenco—Ró le propinó un pequeño golpe en la nuca—, espero que no vuelvas a beber en tu vida.

—Muy bien, dejenmelo a mi—Jin-hyuk usó su fuerza, cargándolo sobre el hombro izquierdo, Shen y Ró se sorprendieron un poco—, ¿cuál es la habitación de él?

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora