Capítulo 2

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Finalizado el turno de trabajo, Mattias y Hero se despidieron de sus compañeros, saliendo del restaurante después.

—Eso fue extraño—comentó el griego, refiriéndose al pequeño suceso entre Mattias y Jin-hyuk—, ningún cliente ha solicitado hablar con alguno de nosotros para felicitarlo.

—Se llama amabilidad, es todo—el ojiazul se encogió de hombros, restándole importancia.

—Entonces, ¿por qué la Señora Yuk no me felicitó por los treinta cupcakes que le hice? Eran para el cumpleaños de su hija, me esforcé por hacer una buena imagen de Aladdín y Jasmín. ¡Tardé cuatro horas!

La Señora Yuk es propietaria de muchas boutiques en Seúl y Busan, esa vez le encargó a Hero preparar cupcakes con el tema de la película Disney, le pagó una buena cantidad de dinero, pero no le felicitó cómo Jin-hyuk al rubio.

—No seas dramático, te dio doscientos mil dólares—le recordó su amigo.

—El dinero es lo de menos, las palabras de aliento son motivacionales—alegó.

El celular de Hero sonó, era su novia, Yi-soo. Así que contestó de inmediato.

—Hola mi amor... sí ya salí del trabajo, ¿quieres que vaya a tu casa? Por supuesto, ahí estaré. Te amo.

Colgó, sonriendo igual que un chico de secundaria por su primera novia, conoció a Yi-soo dos semanas después de llegar al país oriental, fue amor a primera vista, según Hero.

—¿Ahora me cambias por ella? Debí conseguir otro amigo y compañero de apartamento.

—Qué malo eres—hizo pucheros—, sólo quiero pasar el rato con el amor de mi vida, no es mi culpa que desde que llegamos a Corea no lo hayas encontrado.

—El amor no es de mis prioridades ahora—argumentó Mattias—, ya tendré tiempo para otras cosas.

—Si tú lo dices.

Mattias no se preocupa por las relaciones amorosas desde la preparatoria, entre sus metas no consideró el matrimonio o conformar una familia, no ha tenido su primer beso, pero eso no es relevante para él. Pues lo único que más quiere es cumplir sus sueños, sin que nada se interponga en el camino.

Los dos chicos ingresaron al apartamento, el sueco caminó a su cuarto, acostándose de un salto, mientras que el griego se cambiaba de ropa para acudir a la casa de su novia.

Una vez que solo en la residencia, Mattias encendió la televisión, reproduciendo en Netflix una de sus series favoritas, Vagabond. Después de una jornada laboral ardua un descanso que involucra a la plataforma es lo que tanto necesitaba.

Recibió una llamada a su celular, se trataba de Hilda, su madre, así que contestó.

—Hola mamá.

—¿Cómo estás, hijo? ¿Qué tal el trabajo?—preguntó la mujer con tono dulce, lo extrañaba pero al igual que el padre del joven lo apoyaron en sus decisiones.

—Muy bien, aunque algo raro ocurrió hoy.

—¿Algo raro? ¿Cómo qué, cariño?

—Un cliente pidió verme, me felicitó por los fideos que hice, le fascinaron.

—Oh, pero eso es muy bueno, eso quiere decir que están reconociendo tus esfuerzos, sabía que algún día lo harían. Estoy orgullosa de ti.

—Sé que es bueno pero...ningún otro cliente ha hecho lo mismo antes, es inusual—afirmó.

—Inusual o no, eres el mejor chef que ese restaurante haya podido tener. Tu talento está mejorando a donde sea que vayas, si lo supiera tu padre estaría gritando a los cuatro vientos por ser bendecido con un hijo exitoso—dijo la Señora Holmberg entre risas.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora