Capítulo 20

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Llegaron e ingresaron a la enorme vivienda, Jin-hyuk traía dos maletas mientras que Mattias sólo una, las mucamas se ofrecieron a ayudarlo pero él se negó, ya que no era pesada, por lo que podía con ella.

—Por alguna razón me siento como si estuviera soñando, estoy en una mansión, con mi novio millonario, parece irreal—comentó con una ligera sonrisa—, si estoy soñando no quiero despertar jamás.

—Yo también siento que estuviera soñando, porque estoy con el hombre más hermoso del mundo.

Mattias sonrió, sus mejillas empezaron a ruborizarse, no es que tuviera baja autoestima pero los cumplidos de Jin-hyuk hacen que se sienta especial. Por primera vez se sentía el centro del universo de alguien, inesperado pero hermoso al mismo tiempo.

—Soy el tipo de casi todos.

—¿Qué quieres decir?

—Rubio, ojos azules, europeo, el tipo de muchas mujeres, incluso de algunos hombres, por eso no me extraña que te hubieras enamorado de mí—se encogió de hombros con una pequeña sonrisa.

—No me enamoré de ti porque eres mi tipo, me enamoré de ti porque desde el primer segundo en el que te vi, mi corazón no paraba de latir como un millón de tambores, cada vez que pensaba en ti, eso sucedía.

Mattias se acercó a Jin-hyuk, sin dejar de sonreír, le encantaba escuchar esas palabras que lo enamoraban cada vez más del hombre coreano, como si fuera el cantar de un ruiseñor.

—Y...¿qué sientes ahora?

—Una fuerte necesidad de besarte y hacerte mío de todas las formas posibles.

—No suena nada mal...Señor Kim—murmuró el sueco, cerca de los labios del magnate antes de presionar los suyos contra los de ellos. Un beso que duró poco, pero fue satisfactorio. Jin-hyuk no era el único adicto a besar—, ¿dónde dormiré?

Antes de dar un paso más, Jin-hyuk apoyó un brazo sobre la pared, bloqueando el camino de Mattias, luego hizo lo mismo con el otro, dejando al ojiazul sin ninguna posibilidad de salida. No pudo evitar sorprenderse, mucho menos sonrojarse ante aquel acto que demostraba dominación.

—No haré nada que tu no quieras, pero últimamente mi compostura está siendo puesta a prueba cada momento que paso contigo, creo que no te gustará si pierdo el control de mi persona.

El escandinavo se quedó mudo, con un gran rubor cubriendo su rostro, nunca había atestiguado tal muestra de autoridad o una advertencia de ese tipo, hacía a ver a Jin-hyuk como un Christian Grey pero versión coreana.

Espero que no tenga un cuarto rojo, no estoy preparado para el sadomasoquismo. Hero y Frank tienen razón, sigo siendo inocente. Un adulto inocente de veintiún años, difícil de creer pero sí es posible, soy la prueba viviente.

Jin-hyuk sonrió ante el silencio, era la reacción que esperaba de su tímido novio.

—¿Te comió la lengua el gato?—preguntó, susurrándole, acercó su rostro, enterrándolo en el cuello, aspirando el delicioso aroma que desprendía, se sentía irremediablemente atraído, igual que una abeja a una flor para consumir su polen.

En este caso, él quería consumir al sueco, quería liberar sus impulsos más profundos de una vez por todas, apropiarse del cuerpo de su novio de tal forma que supiera quien es su dueño.

Pero eso sería en otra ocasión, cuando Mattias se sintiera listo, jamás lo obligaría, aunque se le dificulta un poco no fantasear con hacerle el amor hasta agotarse, por el momento tendría que conformarse con imaginarlo.

Se separó, Mattias todavía seguía congelado donde estaba, con un gran sonrojo y la piel de gallina, pues esta se puso así al sentir el aliento del magnate, fue una reacción involuntaria por parte de su cuerpo.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora