Capítulo 30

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—Tengo que pellizcarme millones de veces, aún no creo lo que pasó, yo...soy parte del cuadro de los cinco finalistas—decía Mattias, en casi estado de shock, no imaginaba que estaría escalando alto en el concurso.

El rubio, junto con los demás participantes, tanto finalistas cómo eliminados, estaban en el autobús, rumbo al hotel.

—Estás más cerca de ganar, mi amor—dijo Jin-hyuk, besando la mejilla de Mattias—, eso comprueba lo que pensé desde que probé tus fideos por primera vez.

—¿Y qué fue lo que pensaste, Jin?

—Que tus manos son mágicas.

Ambos rieron, Mattias apoyó su cabeza sobre el hombro del magnate, cerrando los ojos por breves segundos.

—Lo primero que haré cuando lleguemos al hotel será dormir, la tensión y el nerviosismo me han agotado.

—¿Eso significa que no habrá sexo antes de dormir?—preguntó Jin-hyuk en el oído de Mattias.

—Amor—le reprochó sonriendo, por más que quisiera eso, su cuerpo no lo necesitaba, por ahora—, no esta noche...pero en la siguiente, haremos lo que queramos en nuestra cama.

—¿Lo prometes?—Jin-hyuk mordió un poco la oreja de Mattias.

—Claro que lo prometo—afirmó el rubio entre risas por las cosquillas provocadas en su oreja, gracias al coreano.

Cuando llegaron al hotel, todos bajaron del autobús. Ró vio a Shen hablando con la chica argelina, que había sido elegida, junto a ella y sus amigos para conformar el cuadro de los cinco finalistas, frunció el ceño, los celos estaban apareciendo.

Oh no, tú no te vas a quedar con ese hombre, cariño. Pensó, cuando se separaron, aprovechó para seguir a Shen, empujándolo hacia el ascensor, oprimió el botón del tercer piso.

—¿Qué estás haciendo, Ró?—preguntó el joven chino, evidentemente sorprendido de ser acorralado en un ascensor por una chica.

—No sabía que te gustaban las musulmanas—Ró cruzó los brazos—, supongo que tu tipo deben ser las mujeres religiosa y culturalmente conservadoras.

—Oye, no es lo que crees—dijo, intuyendo que eso pensaba la brasileña, no estaba equivocado—, Layla y yo somos amigos. Bueno, no tanto como tú, Mattias o Nigel, pero sí nos conocemos.

—¿Desde cuando?

—¿Cuánto tiempo crees? Desde que comenzó el concurso, ¿por qué me estás interrogando como si fuera un delincuente?

Rosana suspiró, llevándose una mano a la cabeza, pasándola por su cabello azabache, no imaginó que iba a punto de decir lo que cruzaba dentro de su mente, nunca había sido tan impulsiva, pero desde su punto de vista, la situación lo amerita.

—No me gusta verte con otras mujeres, ¿bien? Me hierve la sangre, sí, suena tóxico de mi parte, soy consciente, quizás también suena enfermizo, lo admito. No puedo seguir así, Duan Shen.

—Tu dijiste...

—¡Sé lo que dije! Que necesitábamos tiempo para pensar sobre lo nuestro, bla, bla bla, pero ya...quiero dejar de tragar estos celos que me queman por dentro, quiero dejar de tragarme todo lo que siento por ti. Y...

—¿Y?

—Quiero hacer esto.

Ró agarró las mejillas del hombre asiático, sellando sus labios contra los suyos en un apasionado beso, siendo correspondida casi automáticamente, como si Shen estuviera esperando ese momento tanto tiempo solo hiciera falta que la sudamericana diera el primer paso.

Chef de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora