148Coreanos(高丽奇人)

6.4K 781 119
                                    

Jun Xuan Xiao no se pasaba todo el tiempo incomodando a Chen Yu, pasaba casi todos los días en el palacio lidiando con los asuntos gubernamentales que se habían acumulado y Chen Yu podía quedarse tranquilo en la residencia de la montaña.

Aunque el Rey de Zhen Bei había desterrado al emperador del palacio, no había cambiado el nombre del país y no se había proclamado emperador. Los antiguos funcionarios y oficiales de la capital fueron utilizados para limpiar y renovar los puestos de unos cuantos que seguían siendo leales al emperador Xiao Xiye. Incluso recompensó a los oficiales que lo habían ayudado durante el tiempo de caos político contra el gobierno Coreano.

Como resultado, Jun Xuan Xiao se había ganado el corazón de la mayoría de las personas. Después de todo, a la mayoría de la gente sólo le importaba estar protegida de las calamidades. ¿Cuántos de ellos estarían dispuestos a morir por un amo derrotado? El corazón de la gente se mantenía estable, había muchas cosas sucediendo en el camino a establecer el orden y el rey mandaría tropas pronto a la Ciudad de Jade.

Pero después de todo, el cambio de dinastía era un asunto que debilitaba el poder de la nación, la Dinastía Jing había sido capaz de detener las invasiones de los países vecinos pero, ahora, esas fuerzas enemigas comenzaron a moverse.

Afortunadamente Dali, al sur, no era un problema serio, el rey estaba más preocupado por los hunos. Aunque el desierto de Gobi en el norte era un lugar desolado y helado, su territorio no era mucho más pequeño que el de la Dinastía Jing y los hunos eran maestros de la equitación, valientes y feroces guerreros. Viendo que el Rey de Zhen Bei había movido a sus tropas al sur y había quitado su atención del territorio del norte, rompieron el tratado de paz y comenzaron a invadir el norte. Afortunadamente, Jun Xuan Xiao había dejado atrás parte del Ejército de Zhen Bei y los hunos sólo habían mandado un pequeño grupo invasor, la fuerza de los soldados del norte fue puesta a prueba y no los habían dejado entrar aún.

Corea, un pequeño país que había sido ignorado por el rey, de pronto comenzó a retar descaradamente a la Dinastía Jing. El gobernante de Corea se aprovechó del conflicto entre la dinastía y los hunos. En los últimos años, este país se había vuelto rico y poderoso y, aunque su fuerza militar no era tan buena, no debía ser subestimada. Los espías en la frontera reportaban que el Reino de Corea y los hunos eran despiadados, y parecía que habían acordado una alianza.

Después de revisarlo cuidadosamente, en Corea había surgido un maestro nacional llamado Sabio Mu Pi. Este maestro tenía muchas habilidades y, en pocos años, ayudó al rey coreano a reformar el poder y se ganó su confianza. Él fue el que propuso que formaran una alianza con los hunos. En esos momentos, en Corea, ese maestro acaparaba toda la atención y se le conocía como el representante del pueblo. Las ambiciones del líder de los hunos eran grandes y rápidamente accedieron a la alianza con los coreanos para ampliar su territorio. Jun Xuan Xiao creía que casi todo el crédito debería ir a ese maestro nacional.

El sabio Mu Pi había enviado una petición, unos días atrás, para visitar al Rey de Zhen Bei en la capital de la Dinastía Jing y Jun Xuan Xiao lo había ignorado. El maestro tuvo el coraje de viajar a la capital y establecerse ahí, amenazando con que no se iría hasta que lo recibiera. Después de ver todas las hazañas de ese maestro, el rey decidió concederle una audiencia.

Un joven alto y delgado entró al Templo Jin Luan, de una edad similar a la del rey, era guapo con una boca sencilla y ojos de fénix; su temperamento era elegante y parecía un erudito delicado, pero su barbilla estaba ligeramente levantada y sus ojos lucían imperturbables, revelando a una persona confiada.

"Este maestro coreano, Mu Pi, ha venido a conocer al Rey de Zhen Bei." El maestro no se arrodilló pero se inclinó pronunciadamente mostrando una buena voluntad sincera.

Jun Xuan Xiao le preguntó débilmente. "¿Vienes en representación del Rey de Corea?"

Mu Pi le contestó con una sonrisa. "No, he venido a ver a Su Alteza por mi propia cuenta. El prestigio del Rey de Zhen Bei es tan alto que, ahora que lo he visto con mis propios ojos, realmente tiene una reputación merecida."

El rey agitó su mano y dijo. "No debes decir nada halagador, ¿cuáles son tus intenciones al querer ver a este rey?"

"Su Alteza es realmente una persona franca y este maestro no vino a hablar tonterías. Vengo a solicitarle una recompensa de cien mil monedas de plata y mil porciones de comida."

La sonrisa confiada de Mu Pi y la indiferencia del rey estaban encontrándose en silencio. Jun Xuan Xiao apretó suavemente el brazo del trono pero no habló, en cambio, el eunuco que lo acompañaba comenzó a reprender al maestro sonoramente.

"¡Atrevido! ¿Cómo se atreve a hablarle de esa forma a Su Alteza? ¡Ni siquiera se arrodilló!"

El rey hizo un ademán de que se detuviera y le preguntó interesado. "Como lo has pedido, ¿confiabas en que lo ibas a obtener?"

"Su Alteza es sabio." Mu Pi le dijo sonriendo. "Ahora que el Rey de Corea y los hunos han formado una alianza, Su Alteza debe saber que mientras me dé la plata y los granos, convenceré al rey de que se retire de la alianza y del ataque contra la Dinastía Jing."

"Interesante." Jun Xuan Xiao se rio. "Desafortunadamente, la fuerza militar de Corea, a los ojos de este rey, no vale mil días de granos."

Mu Pi había esperado esta respuesta y habló inclinando la cabeza. "Su Alteza no debe de engañarse a sí mismo. Los coreanos no son buenos pelando naturalmente, pero usted debe haber escuchado que el reino es rico y próspero, y los hunos son valientes y aguerridos pero han estado siempre limitados por falta de alimento. En esta situación, las dos partes pueden tomar ventaja uno del otro."

Cuando el maestro iba a la mitad de su discurso levantó la mirada y vio al rey con confianza, Jun Xuan Xiao se rio sonoramente.

"No esperaba que de la grandiosa Familia Chu del pasado, la sangre restante corriera hacia Corea, reducido a ser sólo un esclavo de otros y haciendo cosas para tomar ventaja del incendio."

La sonrisa de Mu Pi, que al principio era ligera como una brisa de primavera, de pronto se engarrotó.

El Amante Mudo (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora