~12~

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-¿Qué te gusta? además de tomar fotografías, claro.

-Mmm... bueno, oír como la lluvia cae y golpea el techo, leer novelas mientras escucho música.

-Eso es relajante... y realmente bello.

-¿Y a ti? además de la música.

-Bueno, soy un poco intrépido, me encanta ir de aquí para allá, ya sabes, por eso me gusta viajar, ir por todo el mundo sería fantástico- la emoción brillaba en sus ojos haciéndolos lucir realmente encantadores.

-Egipto- dije.

-¿Disculpa?

Me reí.

-Egipto es el lugar al que me gustaría ir, suena loco pero... no sé, está tan alejado de todo esto que sería ese el lugar perfecto para escapar de mis problemas.

-Wow... eso, suena bien.

-Hubiera deseado tener las posibilidades de haberlo hecho cuando mis padres...- me quedé a la mitad de mi frase, sintiendo de pronto algo que me raspó el pecho.

-¿Cuándo tus padres...?- inquirió.

-Murieron...- musité.

Su expresión cambio, aquella bella y deslumbrante expresión de galán de pantalla fue sustituida por una cara de total ternura.

-Oh... lo siento mucho- su consuelo me hizo sentir inexplicablemente mejor -¿Quieres contarme o prefieres no hablar del tema?

Me quedé en silencio un rato y luego de mi boca comenzaron a salir las palabras sombrías, por algún motivo no se sentía tan pesado contárselo a él.

-Murieron en un accidente automovilístico. Un idiota conducía ebrio y se pasó la luz roja... mis padres fueron los que rindieron cuentas a la muerte- la voz se me quebró, hablar de aquello no me era tan fácil. -Tres años de eso y aún me duele bastante- admití con un hilo de voz -Hubiera deseado ir yo con ellos para morir también- mascullé.

-Oye- se paró delante de mi e interrumpió mi caminar, me hizo también alzar la vista para mirarle, su rostro estaba serio -No digas eso- me dijo -Las cosas suceden por alguna razón, si tú estás aquí ahora con tu vida es porque algo quiere que lo estés.

En sus ojos había una dulzura que no me había topado desde que mis padres me daban presentes de cumpleaños o navidad y que inexplicablemente me invadía todo el fuego interno y me daba una paz eficaz. Ese par de ojos almendrados en los que ahora me reflejaba me sacudieron el corazón y la tristeza que había en él, se alejó.

-Gracias- murmuré.

-¿Estás mejor?- preguntó -Lamento haberte hecho hablar de eso.

Cada que él preguntaba eso, no podía siquiera pensar en un adjetivo negativo, no mientras tenía sus ojos cafés reflejados en mi.

-Estoy bien- sonreí.

-Bueno, démonos prisa que mueres de hambre, pero ante prométeme algo- levantó una de sus cejas y la expresión divertida volvió a su rostro.

-Dime.

-No estarás triste hoy, yo no lo permitiré- me dijo y enterneció cada célula dentro de mi cuerpo.

-Prometido.

Su sonrisa apareció en aquel rostro angelical y mi corazón latía fuerte.

-Genial, entonces vamos- se colocó a mi lado y me hizo caminar junto con él.

Lucy era muy pero afortunada. Ahora si que le tenía envidia.

Seguimos caminando y tras unos minutos, me mostró un pequeño restaurante propio de un hotel y con mis torpes ojos y mi casi nulo aprendizaje del idioma italiano pude entender un letrero en la parte superior de la verde lona que decía Bonvecchiati. La primera reacción de mi cuerpo fue de sorpresa, aquel establecimiento era muy bello y parecía de verdad costoso.

-Te encantará la comida, ya verás- me dijo con entusiasmo notable en su voz.

-Mmm... no es un poco ¿caro?- pregunté terriblemente avergonzada ya que no contaba con muchos euros en mis bolsillos.

-No encontraras mejor restaurante que este, anda ven. No te preocupes por el dinero- me sonrió y me tomó del brazo, algo que me erizó la piel allí en donde el estaba tocando, haciendo que un vibra recorriera mi espalda.

Me jaló hasta allí y habló en italiano al mozo quien luego de unos segundos nos acomodó en una mesa cerca de la orilla de la terraza, en donde abajo corría un canal de agua.

Me senté en la silla que el mozo recorrió para mi y luego Jungkook tomó su asiento delante de mí. El mozo, un sujeto calvo y refinado nos dio un par de menús y se retiró. Miré la carta e hice un mohín al no entender nada de aquella carta color vino.

-¿Qué quieres?- me preguntó Jungkook amablemente.

Mi mirada revoloteo una vez más por la carta inentendible y la expresión de confusión saltó a mi rostro. La entonada carcajada de Jungkook rebotó en mis oídos con ese encanto inspirador propio.

-¿Qué tal si pedimos lasaña? ¿te gusta?

-Si- me sentí tonta y avergonzada y puse la carta de menú sobre la mesa, junto a la que Jungkook también había dejado.

Ordenó en italiano al mozo que de nuevo se había acercado y desvié mi atención hacía las aguas del canal que se abría paso debajo de nosotros por todo el largo de la calle

-Gazie mille- la inconfundible voz de Jungkook me hizo voltear a mirarle y mientras le agradecía al mozo, miré su rostro.

Sus ojos poseían un brillo especial, un brillo que opacaba ferozmente el fulgor de las estrellas y seguramente las hacía ponerse celosas; ya que ese resplandor que sus ojos soltaban era tan bello y delicado y por supuesto, capaz de iluminar a toda una ciudad en tinieblas, también sus labios rosados parecían el cojín de plumas bordado en seda de alguna realeza y al estirarse, formaban una bellísima sonrisa de ensueño, como la de un niño tatuada en un galán de revista. Su rostro era perfecto con ese tapiz de piel clara y lisa como las perlas, todo perfectamente proporcionado.

-¿Tengo algo?- preguntó y me hizo aterrizar.

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora