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-Sólo quiero hablar con ella.

Era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo, con eco.

Me quedé helada, mis pies no se movieron más y mi cuerpo se quedó escondido tras la pared.

-Pero ella no quiere hablar contigo, pervertido- Esa otra voz era de Jin.

¿Qué estaba sucediendo?

-¿Pervertido?- repitió Jungkook, escandalizado.

-¿La llevas a tu casa sabiendo que no está en sus cinco sentidos? No te hagas el santo.

-La llevé a mi casa por eso mismo. No iba a dejarla aquí sola en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿que la dejara en el pasillo?

-Como sea, ella no quiere verte.

-Tú no decidas, no tienes derecho.

-No decido, sólo te estoy repitiendo lo que ella me dijo esa tarde.

-Necesito hablar con ella y tú no me lo vas a impedir.

-Pues, ojalá la encuentres.

Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación entre ellos dos había acabado y que Jungkook pasaría por donde yo estaba escuchando todo.

Corrí hacía el ascensor, Jungkook no lo tomaría, de eso estaba segura. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso más arriba.

Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento de Seokjin. Alguien adentro refunfuñó palabras que no entendí y luego la tía de Jin me abrió la puerta y me puso mala cara.

-Disculpe que la moleste, ¿está Seokjin?

-¡Jin!- lo llamó y sin decir nada más, se dio la vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.

Jin salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tía me captó en la puerta de entrada, esperando.

-Oh- musitó y se acercó a toda velocidad -¿Qué pasa, ____?- dijo saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.

-Escuché la conversación que tuviste con Jungkook, ¿por qué? ¿a qué vino?

-Venía a hablar contigo pero le dije que no querías hablar con él.

-Eso lo escuché, pero, ¿por qué le dijiste que no quería hablar con él?

-Pues, ¿no es obvio? ____, yo sé que te lastimaría más de lo que ya lo ha hecho. No quiero que te sientas culpable de nada, Jungkook es el que tiene la culpa aquí y quiero que lo acepte. Además ya has llorado bastante.

-Pero...

-A menos que quieras despedirte de él, yo no puedo impedirlo.

-No, ni siquiera le diré que me voy.

-No digas que te vas... se siente horrible.

-Gracias por todo, Jin. Por esto y por... todo- Reí de nuevo sintiendo las ganas de llorar.    

-No te preocupes por mañana, yo te llevaré al aeropuerto y...

-No- me negué amablemente- Lo mismo que le dije a Ale te lo digo a ti, no me gustan las despedidas y mucho menos si son largas. Gracias por ofrecerte pero... No.

Se me quedó mirando por unos segundos.

-Mañana imaginaré que sigues viviendo justo en frente de mí.

Sonrió y el corazón se me oprimió entristecido. Extrañaría a Jin mucho más de lo que había imaginado. Me dio un último abrazo y luego me besó la mejilla y volvió a hablar.

-Ya sé que van como tres veces que hacemos esto pero, no cuenta como una despedida, nos volveremos a ver algún día- Aseguró y algo en su voz me hizo créelo. 

Sonreí.

-Entonces hasta pronto- dije separándome de él.

-Hasta pronto- sonrió.

Entré al departamento y esforcé por no dormir al principio. Tenía que volver a mi ritmo de vida de un día para el otro. En California era de día cuando aquí era de noche. Antes de que viniera a Venecia, me había preparado con la diferencia de hora, hasta que logré muy bien controlar mi sueño y ajustarlo perfectamente al horario de aquí. Pero para eso había tomado semanas y ahora tenía que hacerlo de un día para otro, aunque ese era el menor de mis problemas.

Logré quedarme despierta hasta las cuatro de la mañana, porque a pesar de que mis ojos me ardían de sueño y de haber llorado tanto, estar despierta provocaba que los recuerdos nítidos vagaran en mi mente, así que decidí mejor cerrarle el paso a todo eso y cerrar los ojos para intentar dormir en mi última noche.

Los ruidos sonoros del exterior me despertaron. Me revolví entre las sábanas y me estiré. Hoy era un nuevo día. ¡Hoy era el día!

Me senté en la cama, miré el reloj, eran las 7:35. Los ruidos se siguieron escuchando afuera y lo único que mi mente produjo fue: Lucy. 

Esos tres días pasaron muy rápido.

La respiración se me entrecortó y el corazón me latía oprimido. No tenía cara siquiera para verla, sostenerle la mirada y tratar de sonreírle, sabía que no podía hacerlo. Respiré hondo varias veces tratando de calmarme, llevaba puesta la misma ropa del día anterior, arrugada por haber dormido con ella; había dejado sólo un cambio para el viaje.

El viaje. Si Lucy entra a mi habitación a despertarme vería las maletas y... esa no era una buena forma de enterarla de que me iría, yo tenía que sacar valor y hablar con ella, aun cuando no quisiera.

Me levanté rápido de la cama y me cambié de ropa, guarde en la maleta la que me había quitado y salí de mi habitación, con el corazón latiendo a mil por hora. 

-¡Ey, hola!- la sonrisa de Lucy creció al verme, mientras luchaba con la cremallera de su maleta porque no abría.

Corrió hasta mí y me abrazó, ella siempre hacía eso y me recordó al primer día que llegué a Venecia. Le correspondí tímidamente. 

-¿Puedes creerlo? El señor Vittore quiere que trabaje hoy aunque sea medio día. Tendré que irme a las dos. 

Traté de hacer algo, un gesto o lo que sea, porque hablar no podía, repentinamente la voz se me había ido.

-¿Te pasa algo?

-No, no... sí.

-¿Qué ocurre?

Este era el momento, en poco más de tres horas me iría y si no le decía ahora, quizá no encontraría el valor después.

-Regreso a California- dije con un nudo en la garganta.

-¡¿Qué?! Es broma ¿no?- cuando me vio en silencio, seria y entristecida a la vez, entonces supo que no lo era -Pero, ¡¿Por qué?! pensé que te irías después de año nuevo, ¡apenas empezó Diciembre!- parloteó y los ojos se le pusieron rojos.

-Tengo que irme, Lucy.

El temblor de mi voz dio paso a las lágrimas, podía ver llorar a todo mundo, pero nadie movía tanto mi fuero interno como lo hacía Lucy, verla llorar a ella era distinto, desgarrador.


ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora