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Una voz anunció mi vuelo, la hora había llegado. Me paré y caminé para ir a dejar mis maletas, luego guardé mi boleto en la mochila. Llegué hasta la fila de personas que estaban esperando para subir al avión. Miré hacía atrás, hacía todos lados mientras mordía mi labio, vi a toda la gente, todos los rostros y de pronto... ahí estaba él, tratando de buscar algo... o alguien, como aquél día en la plaza con Seokjin. Cerré los ojos y agité un poco mi cabeza, seguro mi mente me estaba jugando una broma, los volví a abrir y puse mi vista donde estaba, pero no, me dí cuenta de que todo había sido imaginación mía... ¿qué estaba esperando? Él no vendría. Me volví a girar y caminé lentamente hasta que llegó mi turno, la azafata me revisó el boleto.

-Bon voyage (buen viaje)- me sonrió, devolviéndome el boleto.

-Gracias- le devolví la sonrisa.

Di una última mirada alrededor y suspiré. Tape mis ojos con mis manos, deseando con todas mis fuerzas que él apareciera, tan sólo para decirme adiós. La gente seguía pasando a mi lado cuando los abrí. Me faltaba magia, porque todos los rostros que veía, seguían siendo desconocidos.

Resultaba inútil desearlo, esperar que él... no, por supuesto que no, ¿en que cabeza cabe? volví a reírme de mi misma, sin señal alguna de alegría y caminé hasta el avión.

Me senté en mi lugar correspondiente y luego miré por la ventanilla ovalada. Ningún movimiento fuera del avión parecía inusual. 

Decidí relajarme, ya era demasiado tarde para cualquier cosa, para todo, simplemente ya nada tenía sentido. 

Las tripas me rugieron y hasta ese momento caí en cuenta de que no había comido nada, sólo me quedaba esperar la merienda del avión y trataría de dormir, eran 18 horas de vuelo las que me esperaban de camino y tendría que adaptarme a mi antiguo horario.

Una azafata anunció que el avión despegaría en unos minutos. Las ruedas comenzaron a moverse y a rodar por la pista, el ruido de las turbinas del avión empezaron a escucharse. El tiempo se había acabado.

Aleje mi vista de la ventana y cerré los ojos, no quería ver como mi corazón se quedaba en ese lugar; pero detrás de mis parpados, su rostro apareció y sollocé de dolor. Los recuerdos se proyectaban como una película en mi mente mientras el avión se elevaba en el aire. El primer día que llegué, su sonrisa, esos jeans negros y ajustados que usaba ese día... Una lágrima salió.

Me removí en el asiento y abrí los ojos para acomodarme, había dormido un buen rato. Miré de nuevo por la ventanilla, llena de gotas de lluvia, las nubes pasaban en un cielo completamente oscuro; bajé mi vista y la cuidad se vislumbraba con un montón de pequeñas luces amarillas.

Sentí alivio y a la vez dolor. Por fin había llegado a California, estaba en casa de nuevo y al comprenderlo me sentí muy lejos de mi corazón.

 Dos horas después, el piloto anunció que aterrizaríamos por fin. Las luces se hacían más grandes conforme nos acercábamos a la tierra.

Cuando el avión aterrizó y bajé de él, supe que ya no había vuelta atrás, todo había acabado, aunque hubiera acabado mal. Fui por mis maletas y vi la hora en el reloj del aeropuerto. Eran las 12:42 El vuelo había durado menos de las 18 horas.

Salí y el frío invernal arrasaba de una manera abrasadora y la lluvia caía furiosa sobre la ciudad, obligándome a sacar un abrigo de mi maleta y ponérmelo. Tomé el primer taxi a mi alcance.

-¿A dónde vamos?- preguntó el taxista, después de subir mis maletas a su cajuela.

-A esta dirección, por favor- dije subiendo a la parte trasera del auto amarillo y dándole un papel con la dirección de mi departamento.

El taxi arrancó bajo la lluvia y me encogí en el frío asiento. En este diciembre la temperatura estaba mucho más baja que en cualquier otro diciembre que yo recordaba. El aliento salió de mi boca convirtiéndose en  un vapor. Mis labios estaban fríos y anhelaban tener unos cálidos y rosados. Instantáneamente él vino a mi mente y ni siquiera me esforcé en bloquearlo, ya no tenía caso, ya no importaba, no tenía sentido.

Luego de media hora y ya pasando de madrugada, por fin llegamos a mi calle y la casa en donde la segunda planta me pertenecía. Por fin, allí estaba mi hogar.

-Aquí es- le dije para que se detuviera.

Se estacionó cerca de la banqueta y me ayudó con las maletas, de nuevo. Subí rápidamente para tomar algo de dinero para pagarle y cuando dejé mis maletas en el suelo, me quedé sola por fin en mi casa, comprendí que así estaba, sola.

No tenía sueño pero sí estaba cansada. Me cambié de ropa y deseché la mojada en una canasta para lavarla después, luego me arrimé a la ventana, con mi cabello mojado y una taza de té que me había preparado. Miraba como las gotas resbalaban por el vidrio y como la lluvia se hacía visible al atravesar la luz de la lampara de la calle. Mis últimos pensamientos se concentraban en Jungkook. Me sentí vacía y entonces comprendí, aquí no era donde pertenecía; porque mi corazón se había quedado en Venecia junto con él y el hogar está donde está el corazón. Pero ya no importaba; estaba dispuesta a vivir sin corazón lo que me quedara de vida.














No me odien, fue un capítulo corto, lo siento, hoy no tuve tiempo de nada, pero mañana subo 2 capítulos. 

Manténganse saludables y tomen agua. ♡

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora