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Llegué a casa y vi que la luz del contestador de llamadas parpadeaba. Había estado toda la mañana vagabundeando por la ciudad en busca de buenas fotografías para tomar. Pero sólo había conseguido tomar tres en casi 5 horas. Me acerqué y apreté el botón para oír el mensaje mientras iba por un vaso de agua.

"Buen día señorita ____, o buenas noches según escuche mi mensaje.

Sus fotografías nos han fascinado y queremos que nos muestre toda la colección. Hay algo especial en esas imágenes y estaríamos encantados en ver su trabajo, para así, si usted quiere, podríamos hacer una exposición.

Comuníquese en cuanto oiga el mensaje. Ya sabe el teléfono de la compañía, pregunte por el señor Boyne.

Que pase buen día, hasta luego"

El pitido que anunciaba el final del mensaje me hizo aterrizar. ¿Cuáles fotografías? ¿De qué exposición está hablando? ¿qué señor Boyne? Corrí hasta el teléfono, anoté el número de esa llamada y luego marqué.

Una voz femenina me contestó al segundo timbre.

-Estudio Eroda, ¿en qué puedo ayudarle?

-Amm... ¿se encuentra allí un señor Boyne con quién pueda comunicarme?- pregunté terriblemente confundida.

-Claro, enseguida.

-Gracias.

-Oficina del señor Boyne, ¿en qué puedo ayudarle?- me contestó una voz más aguda que la anterior.

Fruncí el ceño. ¿Qué allí todo el mundo contestaba de la misma manera?

-Hola, ¿podrías comunicarme con el señor Boyne, por favor?  

-¿Quién lo busca?

-_____ _____.

-Oh, claro. Enseguida.- dijo y transfirió la llamada por un lapso de tiempo más corto que el anterior.

-Señorita ____, es usted.

-Eh... sí, pero aun no entiendo quién es usted.

-Bueno, soy el presidente de las exposiciones fotográficas de esta empresa. John Boyne.

Los ojos se me abrieron más de lo normal. John Boyne, había leído de él hace bastante tiempo; era el "productor" de las exposiciones fotográficas más exitosas del país y no sólo allí.

-¿Señorita ____?

-Estoy aquí. Pero aun no entiendo por qué me llamó.

-Pues, vimos sus fotografías, nos han encantado y...

-¿Qué fotografías?

-Un joven vino el día de ayer mostrándonos 5 fotografías que usted tomó en su viaje a Venecia, Italia, según nos contó el muchacho.

El corazón comenzó a latir muy rápido. Todo estaba cobrando sentido de repente.

-A decir verdad, las fotografías son muy buenas y pensamos que una exposición con ese tipo de fotos sería magnífico, pero antes queremos ver todas.

-Ah...

-Si se pregunta cómo conseguimos su teléfono y su nombre, pues déjeme decirle que tiene un amigo muy... insistente- soltó una risita.

Me quedé en silencio por un momento, sintiéndome cómo encajaban todas las piezas del asunto de Dani. Él había tomado fotos del sobre ayer y ese mismo día las había llevado con John Boyne; una persona que jamás me había visto pero que tenía que ver conmigo, para que me diera la oportunidad de una exposición de arte, de fotografías. Por eso no quería decirme, por eso esa mirada misteriosa cuando vio el sobre... lo voy a matar.

-Es usted muy callada, señorita ____.

-Lo siento. Disculpe, esas fotos no debieron salir de mi casa, esto es un error- ¿Cómo iba a hacer una exposición de todas las fotografías que tenía de Jungkook? Ni que estuviera loca.

-¿Por qué no lo piensa, viene y lo hablamos? Traiga las demás fotografías. Es una oportunidad excelente, ¿la va a dejar pasar?

Bajé la mirada, vacilando en si debería hacerlo o no.

-¿Señorita ____?

-Llego en una hora, ¿le parece?

-Perfecto, hasta pronto entonces.

Trunqué la llamada y me llevé las manos a la cara. Ahora además de "roba novios" me volvería en una loca obsesionada. Daniel me las pagaría, pero antes, tenía que recuperar mis fotos.

Me dirigí al estante de libros y tomé el sobre manila, lo metí a mi mochila y salí directo a aquel edificio en el que había estado ayer.

Mientras iba, pensaba en la posibilidad de aceptar la oferta de Boyne. Exponer mis fotografías en un salón inmenso, mientras ofrecían aperitivos elegantes a la gente que admiraba mi trabajo, era el deseo que tenía desde que empecé a dedicarme a la fotografía; el deseo de todo fotógrafo profesional que dispara su lente para encontrar la belleza en este mundo. Pero existía el otro lado de la moneda. La parte oscura del sueño.

No podía exhibirle a medio mundo mi... mi... ¡Ni siquiera sabía qué era! Simplemente no podía exponer esas fotos. ¿Qué pensaría Lucy si se enterara? Si hubiese una remota posibilidad de perdón, seguro desaparecería. O Jungkook, a lo mejor creería que lo había utilizado. Ya no podía ser más mala de lo que ya me sentía, ya no soportaría que me catalogaran así.

Caminando hice un poco más de una hora y cuando llegué, inmediatamente recordé la ubicación de su oficina, a donde Dani se había ido el día anterior.

Me dirigí hasta allá y le sonreí a la señorita tras el escritorio. 

-Hola, soy ____ ____, vengo a ver al señor Boyne.

-____ ____, claro. Permíteme un momento- me sonrió y descolgó el teléfono y en un susurro parloteó algo que no pude entender; luego colgó y me sonrió -Pasa, te está esperando.

-Gracias- le devolví la sonrisa de manera fugaz y luego entre a la oficina.

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora