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Ya habían pasado 5 días desde que Lucy se fue, dentro de dos días al fin iba a volver s verla.

La tarde había pintado su crepúsculo y antes de que el sol se ocultara, su luz anaranjada iluminaba un lugar en el piso donde estaban parados mis pies. Reconocí aquel sitio y el recuerdo me trajo a Jungkook a la cabeza. Era el bar-café al que él me había llevado el día del cumpleaños de su amigo Dante.

Yo odiaba esos lugares, pero ahora, lo único que me pasaba por la cabeza, además de Jungkook y el dolor que todo esto me producía, era conseguir una manera de terminar con ese dolor. Me armé de un valor que no conocía y arrastré mis pies al interior.

Cuando entré, caminé esquivando a todos los demás que bailaban al ritmo de la escandalosa música y llegué hasta la barra. El joven detrás de esta, al mirarme me reconoció.

-¡____!, la amiga de Jungkook- elevó la voz para que pudiera oírlo y lo único en lo que encontré significado en esa frase fue el nombre de él.

-Hola, Dante- dije sentándome en una de las sillas al borde de la barra.

-¿Te sirvo algo?

-¿Qué tienes para perder la conciencia?- pregunté y él rió.

-Creí que no tomabas alcohol.

-Sólo esta vez dame algo que me sirva para olvidar- ordené casi desesperada.

-Subito- dijo alzando las cejas y luego me dio la espalda para recopilar varias botellas del estante.

La música me tronaba los oídos y el dolor cada vez más me inundaba el pecho. Había estado por tanto tiempo esforzándome por proteger a Lucy de patanes, engaños y ese tipo de cosas desde lo que pasó con su antigüo novio y ahora, yo era la causante de su dolor, de su desconfianza y eso me dolía mucho más de lo que podía llegar a imaginar.

Irme, insistía con eso porque era la mejor opción, pero... dejar de ver a Jungkook me costaría mucho.

Dante puso delante de mí un pequeño vaso y luego me sonrió.

-Salud.

Sin contar los chocolates envinados, jamás en mi vida había pasado por mi boca el sabor del licor y aquel líquido transparente que reposaba en el pequeño vaso de vidrio me seguía pareciendo igual de repugnante que la primera vez que supe que existía. Pero en esta ocasión necesitaba de aquel embriagante líquido para que borrara parte de mi memoria, o al menos, para que el insoportable dolor disminuyera.

Tomé el vaso entre mis dedos y al alzarlo lo miré mal, pero cerré los ojos y lo dirigí a mi boca dejando que el olor mi hiciera cosquillas en la nariz y que el alcohol bajara por mi garganta, raspándola enseguida de que hizo contacto. Lo tomé todo de un solo trago y la garganta me ardió. Abrí la boca e inhalé profundo, tratando de que el aire entrara y aplacara el ardor. Entonces sentí el licor en mi estómago y cómo éste se revolvió dos segundos después; una presión allí dentro hizo que casi devolviera lo que había tomado. Cerré los ojos con fuerza y me llevé las manos a la boca, sólo por si acaso.

-¿Estás bien?- preguntó Dante.

Me observaba preocupado mientras limpiaba un vaso con un trapo.

Jungkook seguía en mi mente y el dolor aun se sentía.

-Sí. Sírveme otro.

-¿Segura?

-Por favor.

Tomó el pequeño vaso y vacío un licor amarillento del cual yo desconocía el nombre. Puso el vaso delante de mí sobre la barra. Me preguntaba cuántos vasos más de estos necesitaba para perder la conciencia o si era preferible que me llenara el tarro.

Lo tomé de nuevo y lo acerqué a mi boca, cerré los ojos y seguido me eché otro trago a la boca, sólo que este último lo mantuve allí, repentinamente temerosa de hacerlo pasar. El nombre de Jungkook golpeteó junto a la punzada en mi cabeza y me obligue a tragar el alcohol. Ahora el ardor que sentía se volvía placentero, la última parte del trago pasó sin dificultad por mi garganta.

Cuando abrí los ojos, el joven detrás de la barra me miraba intrigado.

-Otro.

Vaso tras vaso y el licor seguía pasando por el incendio en mi garganta hasta que comencé a marearme al ver a las personas a mi alrededor, pero el dolor había desaparecido o al menos, era tan grande que ya no lo sentía.

-¿Estás bien?- preguntó de nuevo Dante.

-¿Yo? ¡Estoy bien!- mi voz se arrastraba como si mi lengua se hubiese quedado pegada en el interior de mi boca.

-Claro. Emm... permíteme un momento- se alejó hasta el otro extremo de la barra y tomó el teléfono.

Dejé de tomarle importancia y desvié la mirada. En realidad, había dejado de tomarle importancia a todo.

Me llevé ambas manos a la cabeza, con los codos apoyados en la barra. Sentía la música meterse en mis oídos y vagabundeaba por el vacío de mi cabeza; allí no había nada, ni cerebro, ni neuronas o mente para formular pensamiento alguno; no había nada, excepto una cosa. El nombre de Jungkook rebotaba de un lado a otro como pelota de ping-pong en un juego.

Me quise levantar para ir al baño y al poner los pies en el suelo me desequilibré totalmente, el suelo bailó bajo mis pies y me tambaleé antes de sostenerme en la barra. No sólo el piso se movía, sino también las paredes y luego se volvían borrosas. Temblando, llegué al baño y luego con paso torpe pude acercarme al lavamanos, me miré al espejo. Mi rostro estaba aperlado por el sudor, tenía la nariz con un tono rojo y unos cabellos despeinados. Abrí la llave del agua, estaba fría e hice una cuna con mis manos para sostenerla allí, luego cuando logré tener la suficiente, me la eché en la cara. Me miré de nuevo al espejo, reí de lo tonta que estaba siendo y después tomé una toallita desechable para secarme el rostro. Me parecía desconocido, pero era el mío.

Apoyándome en la pared, logré salir de nuevo donde la gente aun bailaba. Pero luego, entre todas esas siluetas borrosas, había una que reconocería así estuviera abajo del agua o en una atmósfera llena de niebla. ¿Qué hacía Jungkook ahí?

Lo miré mal, pero al parecer, él buscaba a alguien, sus ojos iban de aquí para allá examinando cada rostro y cabeza que se levantaba por encima de los demás queriendo encontrar a ese alguien. ¿A quién estará buscando? ¿Justo aquí? ¿En el mismo lugar en el que yo estaba?

Me tambaleé de nuevo hasta la barra, en donde había dejado mi morral y traté de ignorar todos los perturbantes sentimientos que salieron al ver a Jungkook ahí.

-¡Hey, tú!- llamé a Dante y rebusqué en mi cartera para pagar la cuenta, él se acercó -¿Cuánto es?

-Emm...

-¿Me los vas a regalar?- pregunté y luego reí.

-¡____! ¡¿Qué demonios?!...- la melodiosa voz de Jungkook llegó hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos abiertos de par en par.

-¿Tú?- le miré -¿Tú qué haces aquí?- hice ademán de levantarme de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que sostenerme de la barra.

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora