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-Emm... ¡No! quiero decir que Jungkook te la dejó a ti, es para ti- dije, mientras sentía que una voz en mi cabeza gritaba "¡mía, mía, mía!"

-¿Hizo eso?- su semblante cambió de nuevo y se volvió tierno y dulce, como era -Aww, que lindo es- se acercó a la rosa y la tomó para luego oler su aroma -Tengo que ponerla en agua- sonrió y yo suspiré, aliviada y con pesar.

Aliviada porque había salido del lío que por poco y se iba a armar, y con pesar porque ahora la rosa estaba en manos equivocadas, que irónicamente eran en las que debería estar.

Me senté en una de las sillas del petríl mientras veía como Lucy sumergía el tallo de la rosa en agua de un florero pequeño.

-¿Y qué tal tu día con Jin?

-Genial- dije con aplomo.

-Ay pero lo dices como si no te hubiera gustado.

-No, es que estoy cansada, ya me conoces- reí.

-No es justo ¿sabes?- dijo.

-¿Qué cosa?

-Que no pueda pasar tiempo contigo. Dios, ¡eres mi mejor amiga y casi ni hablamos! Yo con mis trabajos y con... Jungkook.

-Pero Lu, vivimos en el mismo departamento, como queríamos desde pequeñas ¿recuerdas?

-- sonrió -Y aun así casi ni te veo. No es justo.

-Está bien, tenemos los domingos

-Un día de siete.

-Me gustaría pasar más tiempo contigo. Como cuando éramos niñas, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.

-Me siento muy afortunada ¿sabes?- suspiró -Tengo la mejor amiga del mundo y el novio más apuesto del planeta- rió -Además del trabajo que quería.

No sabía por qué me sentí culpable cuando ella dijo "la mejor amiga del mundo" y celosa cuando dijo "el novio más apuesto del planeta".

Sonreí y la abracé. Si había una amiga excelente, era Lucy, no yo.

-Tengo que dormir, Lu.

-¡Ay, no! ¿No vas a cenar?

-Estoy cansada.

-¡Vamos! Cena conmigo, ya van varias veces que me dejas cenando sola.

-Está bien, ¿qué cenamos?

La sonrisa de Lucy se expandió alegre.

Miré a través de la ventana el cielo completamente oscurecido y conté las escasas estrellas que había esa noche. Miré luego el reloj, iba a ser la 1:30 a.m. y yo aun no podía dormir. Me acurruqué entre la cobija y suspiré.

No podía seguir ignorando a la fierecilla dentro de mí, porque sus pensamientos ya no iban en total desacuerdo con los míos. Pero aun conservaba un poco de cordura en alguna parte de mi cabeza que me decía que no podía enamorarme de Jungkook. Era tan intocable como el fuego bajo la sartén, tan prohibido como romper alguna ley de la constitución. Era el novio de mi mejor amiga, y yo debía de brincar hacía atrás los pasos que no debí caminar.

Con la cabeza llena de pensamientos ilógicos logré dormir esa noche.



















Su sonrisa llegaba hasta mí a través de la poca distancia entre ambos. Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quería darmela a mí y sólo a mí; hacíendo miles de mariposas revolotear en mi estómago. Luego tomó mi mano y pude sentir que tocaba el cielo, el corazón se me aceleró cuando él pusi mi nombre en sus labios y la sonrisa se expandía ahora por mi rostro.

-¿Quién más puede hacerte sentir eso?- me preguntó con esa voz tan dulce que tenía.

Era la primera noche que soñaba con él, con Jungkook. Suspiré con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiro se convirtió en un vapor cálido que me pegó en el rostro. Hoy era sábado. Recordé angustiada el sueño y llegué a la conclusión de que tenía que contarle esto a alguien porque si no, explotaría tarde o temprano.

Me levanté y arreglé en media hora y tecleé en mi celular el número de Yoongi, ¿quién mejor que él para entender toda esta locura?

-¿Hola?

-Yoongi, ¿podemos vernos hoy?

-Claro, dime dónde y a qué hora.

-En la plaza, en hora y media ¿te parece?

-Perfecto, ¿puedo preguntar para qué?

-Te digo cuando te vea.

-Está bien.

Trunqué la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaría más de una hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios me costaría trabajo.

Tomé un taxi que tardó casi los 60 minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso, o mejor dicho, que Lucy había puesto ahí para mi uso, debido a que mis billetes y monedas aun eran americanos.

Bajé y me adentré en el motín de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banquita gris que estaba vacía por puro milagro.

Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Los nubarrones grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadores.

Empecé a divagar entre mis pensamientos en lo que esperaba a Yoongi; quien hasta el día de hoy se ha vulto casi mi mejor amigo, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesta a decirle con punto y coma todo, y eso incluía aceptar que Jungkook me atraía y bastante.

A la media hora Yoongi apareció entre el montón de gente con un sueter color vino y su cabello liso fue lo que alcancé a distinguir primero.

-¡Yoongi, acá!- manoteé para que me viera y no sólo logré llamar la atención de él, sino de algunos otros que me miraron extrañados por hablar otro idioma.

Me encogí un poco cohibida y aun así Yoongi me alcanzó a mirar y se acercó.

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora