Me levanté de la cama y me preparé una taza de café con leche. Caminé hasta mi librero y saqué el sobre amarillo que ocupaba el último espacio en toda la hilera de libros. Caminé de nuevo hasta la mesa y lo dejé ahí, indecisa de mi siguiente acción. Me quedé mirando un buen rato, ¿qué tanto daño podría causarme mirar su rostro en aquellas fotografías?
Desde que se las mostré a Dani, no las había vuelto a sacar porque cada vez que me acordaba siquiera de Jungkook, el corazón me latía con dolor, pero, pensarlo lejos me hacía tener la necesidad de sentirlo cerca, aunque sea en fotografías.
Rocé con la yema de mis dedos el borde del sobre y vacilé con el cordón rojo que lo mantenía cerrado. Quería verlo... pero el timbre sonó. Alguien llamaba a mi puerta, de seguro era Dani. Tomé el sobre y lo puse encima de una silla, agarré una frazada azul y me envolví en ella. Me apenaba un poco que la gente me viera en pijama. Pero entonces me acordé de Jungkook, aquella vez que había llegado al departamento de Lucy y me había visto en el mismo pijama que ahora traía puesto; ignoré la punzada de dolor en mi pecho y a abrir la puerta.
-Dani, hola.
-Hola, veo que estás a salvo, ¿no chocaste anoche?- bromeó.
Me reí.
-Por suerte no, pasa- abrí más la puerta y lo dejé entrar.
-¿Te acabas de despertar?
-Quizá.
Se rió y luego miró el sobre amarillo en la silla, en su mirada había un destello enigmático. La misma mirada que había puesto la primera vez que le mostré el contenido de aquel sobre.
-Dani, ¿quieres chocolate caliente?
-¿Eh?- me miró -Sí, claro- me sonrió.
-Sírvete mientras voy a cambiarme.
Daniel tenía una mirada muy misteriosa, seguro se acordó lo que había en el sobre. Lo ignoré y fui a mi habitación a cambiarme, me vestí casual, a fin de cuentas no importaba mucho la ropa que usáramos, todo iba debajo de un algún abrigo que el frío invernal nos obligaba a usar.
Salí y vi a Dani sentado en la mesa, tomando de su taza.
-¿Lista?- me preguntó dejando la taza en la mesa a un lado del sobre amarillo.
-Lista- le sonreí y me dirigí hasta él, tomé el sobre... ¿qué no lo había dejado en la silla? suspiré, a lo mejor me estaba volviendo loca. Coloqué el sobre en su sitio de antes, hasta el final de todos los libros y luego me giré a ver a Dani.
-Vámonos.
Fuimos hasta un nuevo laboratorio que Dani encontró, queda más cerca de donde vivo, por lo tanto, no tardamos mucho en llegar. Cuando revelamos nuestras fotografías, apartamos las mejores y luego rumbo a la agencia de publicidad en donde se encontraba aquella persona de la revista.
-¿Ya estás mejor?- me preguntó, dejando de lado las bromas infantiles con las que íbamos divirtiéndonos todo el camino.
Suspiré. Él tampoco había olvidado lo sucedido ayer.
-Se fue...
-¿Cómo que se fue?
-Ya no vive en Venecia, ya no está con Lucy.
-¿Y tú cómo sabes?
-Ale me contó o mejor dicho, le supliqué para que me contara. Él se fue.
-¿A dónde iría?
-Sinceramente no tengo idea- me encogí de hombros, aparentando indiferencia al dolor interno.
-¿Algún lugar muy lejos?
-No estoy muy segura. Lo que sí sé, es que fue para alejarse de Lucy, de Europa, de mí.
-Borrón y cuenta nueva. Tienes que seguir adelante, el pasado es pasado y no podemos hacerlo parte de nuestro presente. A menos que nos convenga o nos tenga un beneficio, mientras no, déjalo atrás.
Le regalé una sonrisa. Así era Daniel, un bruto de sentimientos pero con razón. Pero aunque la tuviera, yo no podía deshacerme tan fácil de todos esos recuerdos, ni abandonar el amor que aún sentía por Jungkook, era imposible ignorar la intensidad de este sentimiento. Y aún si quisiera, no podía, no tenía fuerzas para lograrlo.
-Aquí es- dijo mientras estacionaba la camioneta frente a un edificio futurista que abarcaba un enorme espacio en la calle, tuve que estirar el cuello para alcanzar a ver su altura a través de la ventanilla de la camioneta.
-Es inmenso.
-Vamos, no queremos llegar tarde- Me arrastró al interior, en donde la suela de mis converse rechinaron sobre el piso recién encerado.
Nos acercamos a la recepcionista. quien con una sonrisa amable nos dio las buenas tardes.
-Hola, tenemos una cita con la señorita Isabel, es para las fotos de la presentación de Kim Taehyung.
-Oh, claro, por ese pasillo, en la tercera puerta.
-Gracias- sonrió Dani y me hizo seguirlo hasta donde nos habían mandado.
Al ver los cuadros en las paredes y las placas en distintas puertas, me di cuenta de que este no era sólo un lugar en donde se editaba la revista más vendida de la ciudad, sino que había muchas más personas dedicadas al arte en distintos aspectos.
Paré cuando Dani también lo hizo. La secretaria que se encontraba afuera de la tercera puerta acomodaba unos papeles en un folder.
-Hola, tenemos un cita con la señorita Isabel- Informó Daniel y la pelirroja, lo miró.
-¿Son las fotos de Kim Taehyung?
-Sí.
-Tomen asiento, en seguida los atiende- nos invitó a acomodarnos en el sillón de cuero negro que se recargaba sobre la pared.
-Gracias.
Nos fuimos a sentar y oí como el cuero rechinó cuando dejamos nuestro peso. Dani miraba hacía el otro pasillo que cruzaba perpendicular con el que estábamos nosotros. Miraba tanto que me hizo preguntar.
-¿A quién buscas?
-¿Eh? A nadie... espera un segundo, enseguida vuelvo. Si nos llaman, métete sin mí- Me dijo y se paró del sofá, tomando entre sus manos una carpeta azul que sacó de su valija y caminando hasta donde tanto miraba para perderse luego de mi vista.
Daniel a veces podía llegar a ser muy extraño.
Suspiré allí, hundida en el cuero negro del sofá, aburrida. Mi mente no dejaba de rondar en torno al país lejano al que se fue él.
Observé a la secretaria musitar algo en el teléfono y luego lo colgó. Me miró.
-Pasa- me sonrió.
¿A dónde había ido Dani? Suspiré de nuevo y tomé las fotografías que estaban a mi lado, luego me encaminé hasta la oficina de la señorita Isabel, la editora.
Abrí la puerta con algo de recelo, repentinamente sin Daniel no me sentí muy segura de algo que ya había hecho centenas de veces.
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ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]
أدب الهواةDe todas las situaciones desastrosas que pueden existir, yo era dueña de la única que todo el mundo evitaría a toda costa. Lo peor era que esta no era una película, en la que el objetivo es sólo actuar y fingir; lo terrible es que esto es la vida re...