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Jungkook me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.

-Usted señor, no tiene por qué tocarme- retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño.

-Será mejor que nos vayamos, ____. Dante- sacó su billetera y de ahí un par de billetes que aventó sobre la barra -Quédate con el cambio. Gracias por llamarme.

-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿quién te dio el permiso?

-Vámonos, ____.

-Pues yo no me quiero ir- reclamé y me crucé de brazos.

-No seas ridícula, ____. Vámonos. Si es necesario sacarte de aquí cargando, lo haré- Me advirtió y me miró serio.

Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color café, protagonistas de mis sueños.

-De acuerdo. Tú ganas. Siempre ganas- dije con resignación y me dí la media vuelta para dirigirme a la salida pero hizo que me mareara.

Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. ¡Maravilloso! incluso ebria y torpe, Jungkook provocaba esas reacciones en mí. Me quejé mentalmente.

Cuando llegamos afuera, quité de un tirón su mano de mi cintura y le miré molesta.

-¿Qué pretendes Jeon?- mi voz sonaba incluso más torpe.

-Sacarte de aquí sana y salva, vámonos- me apuntó al auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.

-No. Ya me sacaste de allí dentro, ya déjame aquí.

-____, por favor, sube.- comenzaba a hablar con pesar

Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aun como el suelo bailando bajo mis pies.

-¡____!- exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré -No seas terca.

Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaban del suelo y unos fuertes y dulces brazos me levantaron.

-¿Qué haces? ¡Sueltame! ¡Jeon, déjame!

Jungkook caminó unos pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en el paraíso, se metía por mi nariz. Puso con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el cemento, pero mi cintura aun estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la puerta del copiloto y luego volvió a cargarme como un bebé y me sentó suave sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad. Oí el chasquido del seguro al cerrar.

-No soy un bebé.

Entonces me miró, su bello rostro estaba a centímetros del mío y su respiración me pegaba en el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de la lámparas que entraban por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas en mi estómago enloqueció.

-No seas tan terca, ____, por favor- susurró y su aliento cálido me rozo la piel, mandando al demonio todas las barreras que quise construir contra él.

Miró mis labios, pude notarlo y luego pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió entre el aire.

Cerró la puerta con cuidado y luego caminó hasta el otro lado del auto y subió. Aquella noche había luna nueva, por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria calle de Venecia.

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora