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Sentí cómo la respiración de Jungkook se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso. ¿Lucy había visto...? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.

-Esto sí que está oscuro- dijo y luego las luces se encendieron.

Estaba de espaldas a la escena, pero Lucy no parecía para nada sorprendida, molesta o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Me giré, la vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillados por mi vestido. Luego divisé a Jungkook, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y... a unos 2 o 3 metros de distancia de mí.

Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.

-Te ves hermosa, ___- dijo Lucy.

-Gracias.

-Démonos prisa- me incitó, haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta. -Vamos, amor- le dijo a Jungkook.

Tomé mi abrigo y no le dirigí ni una mirada a Jungkook en el camino, o mejor dicho, una mirada que él notara. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado... demasiado... lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.

¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Lucy? Esto estaba sobrepasando los límites, Jungkook no era un patán, no sé por qué se comportaba como si fuera uno.

Especulé durante los 40 minutos que había tomado el viaje hasta la dirección que Lucy tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.

-Aquí es- dijo Jungkook.

Dirigí mi vista a través de la ventana de la Hybrid, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos. Del cual vislumbraban las luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.

Bajamos de la camioneta después de que Jungkook estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillada todo a mi alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.

El pavoroso vestido y los tacones altos en color plata me dificultaron un poco el andar, no estaba muy acostumbrada a esto.

Lucy tomó el brazo de Jungkook y por el otro otro lado, me tomó a mí también; y juntos nos encaminó hacía el interior de la casa.

Me quedé sorprendida cuando miré la decoración, si afuera era hermoso, cuánto más lo era por dentro.

Del techo colgaban candiles enormes, hechos de cristal y pedrería, que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaba en miles de colores danzantes. Las paredes adornadas con cuadros pintados de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las pintaba. El suelo era blanco marmolado. El lugar era enorme y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos formados por tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino o champaña; mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a piano.

-Wow- susurré sorprendida.

-Es... grande- concordó Jungkook, viendo también los enormes candiles del lugar.

-¡Lucy, il mio diamante! (¡Lucy, mi diamante!)- La voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.

Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas.

Signor Vittore, buon compleanno! (¡Señor Vittore, feliz cumpleaños!)- dijo Lucy, expandiendo su sonrisa al hombre.

-Sono contento che sei venuto (Me alegro de que hayas venido)- dijo él y luego nos miró a mí y a Jungkook.

-Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vogliamo introdurre il mio fidanzato, e il mio migliore amico ___ (Gracias por recibirme, fue un placer para mí. Quiero presentarle a mi novio, y a mi mejor amiga ___)- contestó Lucy y luego nos acercó más.

'un piacere incontrali (es un placer conocerlos)- nos saludó y como no entendía nada, sólo sonreí, después volvió a hablar a Lucy- Lucía, vieni qui. Ci sono alcuni progetti che voglia di parlare (Lucía, ven aquí. Hay algunos proyectos de los que quiero hablar)- la tomó de la cintura y la llevó entre la multitud, hablando con ella.

Jungkook y yo nos quedamos parados allí, solos. Al comprender esto, mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

-¿A dónde va?- le pregunté, perdiendo de vista a Lucy.

Se encogió de hombros.

-Con su jefe, no sé- dijo como si nada -¿Quieres algo de beber?

-Me gustaría, gracias- le sonreí.

No sabía si quedarme con él a solas era buena idea; después de lo que acababa de pasar, no, sin duda, no era buena idea.

-Esta bien, siéntate allá- me señaló una mesa con sillas disponibles. -Yo te la llevo.

-Gracias- me di media vuelta para caminar, pero luego me giré de nuevo -¡Jungkook!- lo llamé y él se giró a verme- Sin...

-Alcohol, ya lo sé- sonrió y luego continuó caminando entre la gente con tremenda elegancia.

Suspiré y me fui a donde él me había dicho, me senté y luego me quité el abrigo, ya que la temperatura del interior era mucho más cálida que la de afuera. Miré a Jungkook en la barra y al instante desvié la vista. Podía sentir el amor que le tenía, creciendo dentro de mí, como si fuese la luz de la aurora, que va de aumento en aumento hasta que el día es perfecto. Volví a mirarle, aunque no quisiera. Él era tan bello, tan elegante, tan perfecto. Frustrada, aparté la mirada de nuevo, recordando lo que había sucedido hace una hora. Aquello debía tener una explicación lógica, él no podía sentir lo mismo que yo, ¿verdad? volví a posar mis ojos en su figura, dándome cuenta que cada esfuerzo por no mirarlo se convertía en un fracaso inmediato; era como si me tapara los ojos con las manos pero alcanzara a ver a través del espacio entre los dedos. Suspiré y obligué a mi vista a posarse en otra cosa.

Miré a mi lado izquierdo cómo las parejas danzaban un vals con la música a piano y me perdí por un momento en su baile.

-Aquí tienes- la voz de Jungkook me hizo volver a mirarle, una vez más; me ofrecía una copa con algún liquido rojizo y transparente.

Lo tomé y lo revisé, vacilante.

-Es una limonada con fresa- rió -Sin alcohol.

-Gracias- dije aliviada y luego le di un sorbo.

-¿Quieres bailar?- su preciosa voz chispeaba de entusiasmo.

ᴇʟ ᴍᴀɴᴜᴀʟ ᴅᴇ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ  [ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora