Capítulo 35 - Un año sin vernos

530 25 0
                                    

Un año después.

Narra Laura:

Estaba viajando de nuevo hacia mi casa. Mi hogar. Volví de donde había ido. De Londres. Si, supuestamente eran 10 meses que me iba. Pero fue un poco más. Un año entero. Porque se agregaron más funciones, a la gente le encanto la obra. Por eso nos quedamos 2 meses más. Extrañaba a mi familia. A mis amigos. Pero más, a mi novio. Ross Lynch. Que hoy salía de la cárcel. Por fin. Lo quería ver, abrazar, besar, sentirlo de nuevo. No había podido dejar de pensar en él. Cada segundo, minuto, hora, día, semanas, meses, el año entero. Cada verano, otoño, invierno, primavera. Cada momento. Cada recuerdo. Todo. Me hacia acordar a él. A veces lloraba a las noches. Imaginando lo que estaba sintiendo estar ahí adentro. En un  lugar lleno de presos. Oscuro. Sin amigos. Haciendo trabajos. ¿Cómo estará? ¿Estará bien? ¿Se acordara de mí? Solo sé que hablamos por teléfono un par de veces. Porque no podía llamarme todos los días. Además de que estaba ocupada con la obra. Tampoco tenía tanto tiempo en llamarlo. Nunca lo pude ir a ver. No podía salir del país. No me lo permitían. Solamente si era muy grave. Eso era grave para mí. Pero no, no me dejaron.

Ya estaba en el aeropuerto. Me venía a buscar mi papá. ¿Cómo esta él? ¿Cómo esta mamá y mi hermana? ¿Cambiaron mucho o no tanto? Todas esas preguntas me las hacia una y otra vez. Ellos si me llamaron más seguido. Mi padre iba a verlo a Ross y me decía como estaba. Pero creo que no me contaba todo para no ponerme tan mal. Sé que ocultaba algunas cosas. Solo me decía que me quería ver, me extrañaba, me amaba, que disfrute de la obra, que él no dejaba de pensar en mí. Yo se que la cárcel no es un lugar muy lindo. A nadie le gustaría estar ahí. Yo por suerte, nunca me metí en problemas. No sé cómo son las cárceles. Menos mal. Ni quería pensar en cómo eran. Me daba terror si algún día tenía que estar en una. Creo que no podría resistir. No sé como lo hizo Ross todo un año. Debe ser horrible. Aunque tu familia, amigos te vayan a ver, pero nada más, después se tienen que ir. Es como el hospital, pero distinto, es más feo que estar en un hospital.

Iba caminando con mis valijas. Una de mano y otra con rueditas. Hasta que vi a mi padre parado, sonriéndome. Salí corriendo a abrazarlo. Lo hice. Me sentía en casa. No sabía cuanta falta me hacia hasta que lo vi. Más de la que sentía. Muchas más. Ya quería llegar a mi casa y ver a todos.

Dan: ¿Cómo la pasaste? – agarrando mi valija.

Laura: Genial. Aunque los extrañe a todos.

Dan: Lo sé. Nosotros también te extrañamos – abrazándome de nuevo - ¿Vamos? – asentí.

Caminamos hacia el auto. Wow. Había cambiado de auto y no me dijo nada. Era mucho más lindo que el de antes. Era un Audi color gris clarito - ¿Te gusta? – mirándome. Viendo que me quede sorprendida. Asentí de nuevo. No podía hablar. Siempre quise uno así. Desde chiquita. Me acuerdo que pasaba por un negocio de autos y señalaba a este. Aunque ahora tiene muchas más cosas. Más tecnología. Más moderno. Me encantaba mucho más – Subí – abriendo el baúl y metiendo mis dos valijas. Yo me subí en el asintiendo de co-piloto. Era muy cómodo el asiento. Todo tan suave. Hasta tenía GPS. Wow. Se paso mi papá. Él cerró el baúl y se subió al auto.

Laura: ¿Cuándo pensabas decírmelo? – mirándolo.

Dan: Hoy – riéndose.

Laura: ¿Cuándo lo compraste?

Un amor de famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora