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Oficialmente Seokjin tenía el cuerpo paralizado, su único consuelo era ver a Roja en el suelo, sus heridas abiertas y su fuerza poco a poco perdiéndose junto a sus oportunidades de ganarle a él

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Oficialmente Seokjin tenía el cuerpo paralizado, su único consuelo era ver a Roja en el suelo, sus heridas abiertas y su fuerza poco a poco perdiéndose junto a sus oportunidades de ganarle a él.

Sin embargo, su estado no era el mejor tampoco.

Las heridas por dagas de energía pasaron de ser sólo dos a ser múltiples aún abiertas en diferentes zonas de su cuerpo, gracioso era que ninguna había sido en algún punto importante lo que lo llevaba a sonreír a sabiendas de que ella no quería matarlo, estaba gastando su poder recolectado de años únicamente intentando retenerlo.

Si las cuentas de Seokjin no fallaban, había pasado casi un día completo, debía ser de noche ahora mismo, pero lo que no sabía con certeza era si continuaban en verano o finalmente habían cruzado a primavera.

Estás a dos horas de llegar a la quinta frontera.

De nuevo aquella extraña voz.

Tienes que drenar esa energía en tu cuerpo o no resistirá más, Seokjin, ella está más débil.

—Yo también lo estoy— responde— no puedo dejarme llevar, no todavía.

Tosió, sus rodillas se doblaron y cayó de rodillas al suelo, le dolía cada centímetro y maldijo su resistencia corporal.

Ambos brazos regresaron a la normalidad, indicativo de que su energía principal se había agotado, con ello también se derritió la barrera.

Roja se levantó, observando a su alrededor con los ojos muy abiertos, estaba cansada pero podía continuar, lo que no podía creer era que habían estado moviéndose de una estación a otra cuando ella juraba que continuaban en invierno.

—Eres un desgraciado, Seokjin— musitó, viéndole de rodillas intentando recuperar un poco de fuerza— un jodido desgraciado, yo-

—¿Qué? ¿Tanto me amas?— rió con sorna, levantándose de nuevo, obligándose a hacerlo—¿me amas tanto que no puedes matarme?

—Cuida tus palabras, no estás en tu mejor condición como para provocarme—lo señaló— estás hecho un desastre.

—Debe ser muy molesto saber que aun con mi cuerpo siendo una porquería débil y sin gracia...—volvió a sonreír— no eres rival para mi, que decepcionante.

En el oscuro cielo estrellado y sin luna que los iluminara, rayos tomaron la tarea del astro faltante, truenos, relámpagos. Un espectáculo de luces hacia su aparición allí arriba, cortesía de Roja.

—No me subestimes.

Alzó un brazo al cielo y más de aquellos rayos parecían salir de la palma de su mano, siendo envueltos en una nube de polvo.

Alzó un brazo al cielo y más de aquellos rayos parecían salir de la palma de su mano, siendo envueltos en una nube de polvo

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Puedo ayudarte, al menos ahora que has hecho todo el trabajo.

—¿Porqué me ayudarías? ni siquiera sé quién eres o qué haces en mi cabeza.

Caminó con determinación, rasgando la camiseta blanca, ahora su torso desnudo, ensangrentado y sudado, moviéndose únicamente por inercia, recordando lo importante que es acabar con aquel problema.

Porqué estoy muy agradecido contigo, además te amo y necesito ¿eso es suficiente?

Se rió.

—Ya veo, parece que todos estos seres inmortales han caído enamorados de mi y usan esa excusa como razón válida.

La mirada escarlata regresó cuándo de nuevo aquella masa de energía masiva se hizo presente.

—Odio las malditas flores— la escuchó decir— y estoy odiándote a ti en este momento.

Seokjin se cruzó de brazos, suspiró y sintió que recuperó un poco más de fuerza, asintió a la enojada mujer y decidió que ya no más.

—Odiarás no haberme matado horas atrás.

Roja se rió a carcajadas, aquella sonrisa del rey era molesta, no le gustaba, ya no quería nada de él, no era más el hombre poderoso que ella tanto deseaba.

Lo mataría, lo hundiría a él junto a primavera y el resto sería más fácil.

Lanzó la enorme esfera de energía, riendo y saltando después de ver cómo arrasaba con todo a su paso y lo último que se llevaría sería al demacrado cuerpo de Seokjin, las flores, el verdoso pasto, todo estaba desapareciendo, siendo aplastado, ya no habían más colores.

Seokjin observó desde su lugar todo el proceso, suspirando con pesar, primavera estaba siendo destruida y él solo podía pensar en lo mucho que Aria se enojaría con él por dejar que destruyan su estación.

Vio la esfera ir hacia donde se encontraba el de pié.

¿No piensas esquivarla?

Negó, existían dos opciones; aceptar su destino o confiar en sus habilidades.

—Un buen rey tiene que confiar en si mismo— dijo— y yo... bueno, soy un rey increíble.

Un rey que nunca se equivocaba y que además, nunca perdía.

Un rey que nunca se equivocaba y que además, nunca perdía

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RED MOON»KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora