RED MOON»KSJ

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Seokjin salió del palacio seguido de los tres reyes, había tanto silencio, solo se podía escuchar el viento soplar, una vez seguro de que las cuatro estaciones habían sido evacuadas y sus respectivas poblaciones se encontraban a salvo, era el momento de invocar al gran guardián.

Se puso de pie en todo el frente del palacio y suspiró, había pedido a todos los que conocían la situación que se quedasen en el palacio pues una vez que realizara la invocación ya no podrían ingresar al mismo.

Hoseok se puso a su lado, su mano derecha apretó el hombro de Seokjin totalmente listo para el masivo desprendimiento de energía, dónde tendría que reponer toda la que Seokjin perdiese, asintió a Namjoon y Aria quiénes estuvieron más que de acuerdo en que Hoseok se encargara de mantener al rey de invierno en pié.

—No te preocupes— comenzó Namjoon, tratando de aligerar el ambiente pesado— yo te animo desde aquí.

Seokjin resopló una risa.

—Tan ocurrente.

Cerró los ojos, levantó su izquierda con la palma abierta y sobre esta enterró la pequeña daga que traía consigo, sin pensar mucho en el dolor incesante, lo importante era que la sangre comenzara a caer, manchando la nieve bajo sus pies.

Fue cuando ya no sintió dolor alguno que la energía azul característica de los gobernantes de invierno, comenzó a rodearlo, manifestándose como humo brotando de su piel, tenía que concentrarse y buscar en su mente las palabras correctas para hacer el llamado al gran guardián y que este accediera a escucharlo.

Sólo necesitó una.

—Eternidad.

La daga en su mano se desmaterializó, esfumándose con el viento, la herida se cerró, dejando de sangrar.

El pequeño charco de sangre sobre la nieve brilló resplandeciente y la punta de sus dedos comenzó a picar, cerró con mucha más fuerza los ojos antes de abrirlos de golpe, lo había logrado más rápido de lo esperado, por eso, sus ojos ahora totalmente blancos e igual de brillantes que la energía emanando de él, lo mantuvieron en un estado de limbo dónde Hoseok comenzó a pasar un mal rato, teniendo que cerrar también los ojos para no perder el flujo de energía conectada a Seokjin.

—Si pudo hacer la conexión tan pronto— susurró Namjoon a Aria— significa que el gran guardián estaba previamente esperándolo.

Aria observó a su esposo totalmente quieto, manteniendo la posición y literalmente brillando, parecía sólo un cuerpo en estado de pausa, su energía era color azul y se mezclaba con el naranja de Hoseok quién parecía estar dando todo de sí mismo, era de admirar.

Suspiró.

—Tal vez sabe lo que está ocurriendo— susurró de vuelta.

En la mente de Seokjin, se veía a si mismo caminando sin sentido por una blanca habitación, parecía que él gran guardián no se mostraría por lo que simplemente esperó a que dijera la primera palabra y por supuesto así fue.

—Te habías tardado en venir.

Seokjin arqueó una ceja, incluso el protector máximo era irrespetuoso con su rey.

—Si tenías que verme, podías buscarme ¿no?— escuchó la risa— ya sabes a qué he venido e incluso accediste con inmediatez ¿lo harás sin condición o hay algo que quieras a cambio? porque no tengo mucho tiempo.

—Eres bueno llegando al punto, gobernante de las cuatro estaciones— suspiró, regresó a su tono serio— no puedes morir bajo ninguna circunstancia, lo sabes... ella casi podría igualarte en fuerza.

—No moriré— cortó inmediatamente— aún no es mi tiempo.

—Y no lo será nunca si las cosas salen bien, después de esto tienes que aceptar la eternidad. La naturaleza perderá algo, pero ganará a su gobernante deseado, solo tienes que ser persistente y mantener tu fuerza, rey Seokjin.

Asintió a la nada, lo sabía, no caería en ningún momento.

—No pediré nada a cambio más que tú triunfo, protegeré los cuatro palacios si tu proteges al mundo.

—Estás poniendo demasiado peso sobre mis hombros.

Lo último que escuchó fue su risa antes de despertar, por así decirlo, recuperó la consciencia y cayó junto a Hoseok en el suelo, escuchándolo quejarse.

Se fijó en Namjoon y Aria y enfureció al encontrar a todos los demás junto a ellos cuándo ordenó explícitamente que se mantuvieran en el castillo.

—¡Dije que no vendrían aquí!— les gritó, las estaciones suspiraron.

—Tenemos que— contradijo Invierno— también es nuestra lucha.

El suelo bajo sus pies tembló y observaron la figura gigantesca y blanca del gran guardián hacer aparición, tuvieron que apartarse cuando sus enormes brazos abrazaron el palacio y gran parte de sus alrededores.

Aquella colosal presencia los dejó sin aire, y su impresión fue casi igual de enorme  cuándo el palacio fue desprendido de la tierra para luego ascender al cielo, era increíble que eso mismo estuviese sucediendo con los tres palacios restantes.

Lo perdieron de vista segundos más tarde, la población en el palacio se mantendría segura y levitando mientras el caos pasaba.