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De nuevo la habitación de Jadiel hacia presencia en sus sueños, y él, como espectador, no podía hacer más que escuchar sus lamentos, era como una interminable lista de cosas que le había prometido a Lira estando en vida

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De nuevo la habitación de Jadiel hacia presencia en sus sueños, y él, como espectador, no podía hacer más que escuchar sus lamentos, era como una interminable lista de cosas que le había prometido a Lira estando en vida.

Luego, lo miró, empezando a hablar otra vez y parecía...como si le hablase directamente a él.

—Mi promesa más grande, de la que más me arrepiento...— suspiró, se veía agotado— nuestro matrimonio fue en invierno, pero yo le prometí casarnos también en primavera— sus ojos volvieron a quedar fijos en la ventana— tal vez solo con eso hubiese estado satisfecha, tal vez.




Despertó.

La habitación en total penumbra y Aria a su lado cubierta hasta las orejas, se rascó la cabeza y tomó asiento cuidadosamente pues su esposa era de sueño ligero.

En aquel instante no le apetecía hablar.

Entonces de eso se trata, de su promesa.

Tal como había sospechado antes, el alma de Jadiel necesitaba consuelo para poder descansar en total paz, él era su antepasado, por lo que supuso que tal vez esperaba que cumpliese aquella promesa por él, casándose con Aria en primavera.

Eso no presentaba gran problema o esfuerzo, le tomaría unos días como mucho planear una boda.

Conseguir un anillo.

El vestido de Aria y su traje.

Bueno, tal vez un mes y medio o dos, pero el punto importante era que se esforzaría en ello para ver si así, podía volver a dormir tranquilo, pues ver en sus sueños a alguien con su mismo rostro llorando desconsoladamente no era algo que el disfrutara con creces.

Volvió a acostarse, Aria se removió hasta acurrucarse contra él y eso le provocó una pequeña sonrisa.

El cuerpo de Seokjin ya no era frío como solía ser antes de conocer a Aria, de alguna manera, al reforzar su vínculo—del cuál como resultado Aria obtuvo la mirada escarlata y considerable fuerza— el también adquirió ciertas cualidades que aún le sorprendían un poco, entre esas la que más amó fue la calidez que dejó en su cuerpo, pues ahora Seokjin podía abrazarla por horas sin preocuparse porque comenzara a temblar debido a lo helado de su anatomía.

Agradecía aquello en momentos como ese, dónde la estrechaba entre sus brazos y dejaba pequeños besos en su frente ocasionando su despertar, ella gruñiría molesta para luego rendirse ante los mimos de Seokjin y este reiría en voz baja cuando las manos inquietas de Aria se colaran por debajo de su camisa de dormir, acariciando su ancha espalda suavemente con las uñas.

Todo sucedía justo así, en ese momento, en ese instante.

Entonces Seokjin se sentía pleno, saboreaba la dulce y anhelada felicidad que momentos simples e íntimos como aquél le brindaban, porque recordaba al hombre amargado, triste y solitario que estaba demasiado enfocado en mantener al mundo en paz, olvidándose de su propia calma, de sus propios deseos egoístas que no lo eran realmente, pero que viniendo de alguien que gobernaba toda una multitud, podría considerarse así.

Pero desde que conocía a Aria, supo que desear un día de paz dónde nadie lo molestase con temas reales no era malo, era normal y estaba bien, que sonreír cientos de veces al día estaba increíble porque te hacía genuinamente un poco más feliz, que ser territorial respecto a quiénes amas es el sentimiento más bonito que puede existir cuándo es sano y real.

Qué decir palabras empalagosas afirmando un hecho obvio era simplemente asombroso, y estaba muy bien.

—Aria.— murmuró, sus labios rozando la piel de su entrecejo, recibiendo un sonido extraño y agudo como señal de escucha— Te amo, con toda mi alma.

Amar... amar con libertad y sin vergüenza alguna, llenaba el alma de gose y vigor, así quería sentirse Seokjin en su eternidad.

 amar con libertad y sin vergüenza alguna, llenaba el alma de gose y vigor, así quería sentirse Seokjin en su eternidad

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RED MOON»KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora