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Seokjin ensanchó los ojos, entrando en pánico y tomando a Namjoon del cuello de su camisa

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Seokjin ensanchó los ojos, entrando en pánico y tomando a Namjoon del cuello de su camisa.

—Dime que tú tienes el anillo.

Cuándo no recibió respuesta, palideció aún más, definitivamente Aria lo mataría e incluso aunque no pudiese, encontraría una forma de hacerlo.

Escuchó a Hoseok resoplar y tomarle la mano, colocando la cajita de terciopelo azul en ella, devolviéndole el alma al cuerpo mientras Namjoon reorganizó sus prendas, mirándole con fastidio.

—No sé en qué momento decidí que ser tu amigo era una buena idea— musitó, no recibiendo mucha atención pues Seokjin caminó, posicionándose en su lugar para esperar a Aria— de verdad, últimamente es muy idiota.

Hoseok se tragó una carcajada, él sería quién los uniría por segunda vez en matrimonio, esperaría a verla entrar para ir a su lugar.

—Tal vez no debimos quedarnos hablando hasta tan tarde— dijo, recordando la noche anterior— se suponía que sólo escucharíamos las palabras de Seokjin para Aria, pero alguien sugirió tomar vino conforme escuchábamos— Namjoon miró al suelo, encontrándose con sus zapatos, eran sus favoritos— y ahora todas estas personas están observándonos como si supieran que somos la causa de la molestia de su reina, espléndido.

—Ya, no seas quejica.

—Déjame quejarme en paz, haremos lo mismo en tu boda.

Namjoon lo miró como si le hubiese salido un tercer ojo.

—¿En mi qué?

Las puertas se abrieron y todos se levantaron, exclamando mil cumplidos al observar la figura de Aria hacer presencia, lucía despampanante.

Hoseok corrió a su lugar y Jungkook sonrió apenas vio a Yoongi tomando la mano de Aria, comenzando a caminar hacia Seokjin.

Una hermosa melodía cautivó los oídos de todos los presentes, como si no fuese suficiente con la preciosa imagen de su reina sonriente, su mirada puesta en el hombre de su vida quién le devolvía el gesto con ojos brillantes y llenos adoración.

Incluso cuándo Seokjin ya la había visto con el vestido puesto, la magia seguía ahí presente, la sorpresa y lo increíble de aquel momento.

Aquella apoteósica reina tenía un corazón y un alma que le pertenecían, no podía asimilar aún que alguien así de impresionante lo amara con tanta devoción y sinceridad.

—Y pensar que se odiaron la primera vez que se vieron...—susurró Jungkook a un lado, Seokjin lo mandó a callar de una sola mirada.

Cuándo por fin estuvieron frente a frente,  Seokjin tomó ambas manos y las entrelazó con las propias, mirándole con cariño, Hoseok había comenzado a hablar, pero ninguno de los dos estaba prestando atención a otra cosa que no fuese el amor que irradiaban sus ojos.

Había sido una buena idea volver a casarse, la primera vez fue tan simple y caótica, que no podía contarse como un matrimonio decente, lo único rescatable de aquella noche fue el entablar una conversación agradable en lugar de gritarse por un anillo.

Era un tanto cómico, pues tanto Jadiel como Zant se habían enamorado de Lira y Mari con solo verlas a los ojos una vez, en el caso de Seokjin y Aria fue totalmente distinto, ellos no sintieron esa chispa de atracción y enamoramiento inmediato, fueron encariñándose con el pasar de los días y noches, dónde Aria con relatos pequeños lograba captar la atención de Seokjin, embobandolo, mientras que él comenzó a ganarse el corazón de la reina cuándo se mostró tan entregado a proteger a su gente, mostrándose firme respecto a sus ideales y deseos, Aria pensó que Seokjin era simplemente magnífico por la fuerza de su presencia y voluntad.

Pero, cayó totalmente rendida cuando se dio cuenta de que Seokjin era un hombre que siempre estaría dispuesto a escucharla, podían ser horas de ella hablando de un mismo tema y él la vería fijamente, escuchando cada palabra y preguntando después en caso de que no comprendiera algo, apoyándola, alentando a su espíritu, recordándole que no existía cosa que no pudiese hacer, considerándola alguien fuerte y de admirar.

Podía hacerla reír con cualquier inconsciente acción, así como podía también tomarla enserio cuándo la situación lo requería, jamás le faltaría al respeto y mucho menos la haría sentir menos a su lado, al contrario, le daba el lugar que el aseguraba, se merecía.

Era su reina, la trataba y cuidaba como tal, conviertiendola en la mujer más afortunada del mundo, porque incluso cuándo él era alguien que se posicionaba muy por encima de ella, no actuaba en base a ello.

Seokjin era simple y en pocas palabras; un hombre común que estaba lleno de amor y virtudes.

Ese hombre era su esposo, lo diría con orgullo y a gritos si era necesario.

Ese hombre era su esposo, lo diría con orgullo y a gritos si era necesario

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RED MOON»KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora