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El palacio de invierno era el hogar del rey Jadiel, el único lugar al que siempre podría regresar y en el que nadie se atrevería a perturbar su paz

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El palacio de invierno era el hogar del rey Jadiel, el único lugar al que siempre podría regresar y en el que nadie se atrevería a perturbar su paz.

Los habitantes de la estación congelada no eran tantos como en la actualidad, eran una minoría considerable, aquel pequeño grupo era la viva representación de la personalidad de su gobernante.

Solitarios, vacíos, tristes...

—Alteza.

No se inmutó ante el llamado de su hermano, estaba demasiado ocupado observando el nublado cielo, una vista exquisita que sólo podía apreciarse correcta y placenteramente desde la gran ventana de su habitación, las nubes grises parecían reflejar su estado de ánimo.

—Soñé con ella otra vez.

—Jadiel, ya basta.

—Tenía puesto un hermoso vestido— continuó— zapatos a juego, muchísimos brazaletes de distintos colores y diamantes que jamás había visto antes— tragó saliva, las puntas de sus dedos acariciaron el marco de la ventana, como si anhelara salir— y llamaba mi nombre, con dulzura.

Escuchó el suspiro profundo de Ren, antes de sus pasos acercarse, le tomó del brazo y lo alejó de la ventana, llevándolo hasta su cama, dónde muy a su pesar tuvo que acomodarse, por lo menos hasta que estuviera nuevamente solo.

—No estás tomando tus medicinas— le regañó— por eso estás teniendo pesadillas de nuevo.

—No son pesadillas, son sueños maravillosos.

—Jadiel, no te hagas esto...

—Déjame salir entonces— pidió por milésima vez— ella está esperándome, Ren, no quiere que me quede aquí solo.

Ren se sentó a su lado, acarició su largo cabello largo con parsimonia y suavidad, queriendo que así cerrase los ojos y se permitiera descansar.

Jadiel había comenzado con aquellas alucinaciones dos días después de la muerte de la reina de primavera, su ahora difunta esposa.

Primavera nunca había tenido una gobernante mujer hasta que Lira nació y al crecer tomó el trono como todo sucesor debía hacer, pero antes de su coronación, tanto el padre de Lira como el de Jadiel, prometieron la unión de ambas estaciones y esto lo lograrían cuando sus hijos contrajeran matrimonio.

Solo había un problema y era que Jadiel no quería el trono y mucho menos una esposa.

—Ren está mejor preparado para gobernar, yo no he levantado una espada en mi vida y no tengo idea de cómo dirigir a un pueblo.

—No me mientas. Ya está decidido.

Lira llegó al día siguiente acompañada por el gobernante de otoño y para sorpresa de todos, la conexión fue instantánea.

Jadiel la miró a los ojos, fascinado por el color miel en ellos y por la sonrisa tímida que en su rostro se dibujó, mientras que Lira detalló en lo majestuoso de sus hebras blancas y largas, cejas pobladas y facciones definidas.

Ninguno había conocido a un ser humano tan hermoso y diferente, la palidez en la piel de Jadiel no era nada parecida al tono canela que presumía Lira en sus brazos descubiertos.

Jadiel pensó que era preciosa, desde su cabello castaño hasta sus pies, incluso aunque no los podía ver debido al largo de su vestido.

Tan única.

Se casaron, una celebración enorme y llena de gozo dónde Jadiel cayó profundamente y sin retorno por la mujer de ojos color sol.

Se casaron, una celebración enorme y llena de gozo dónde Jadiel cayó profundamente y sin retorno por la mujer de ojos color sol

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El prólogo, por si no lo recuerdan, léanlo nuevamente.

RED MOON»KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora