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Natalia abrió los ojos algo desorientada. En cuanto notó el brazo de Alba rodeando su cintura fue consciente del día que era y donde estaban.

Se movió muy despacio buscando el móvil para comprobar la hora y sorprendiéndose al verla. Era muy tarde, pero no quería despertarla. Decidió recrearse mirándola dormir.  

Necesitaba ese momento  de paz y  tranquilidad viéndola tan tranquila a su lado, respirando de su mismo aire y sintiendo su cuerpo desnudo abrazada a ella.

Giró su cara para ponerse frente a ella y observarla en silencio.

Era preciosa hasta dormida. No se acostumbraba a semejante belleza. Observaba sus facciones, ahora tranquilas y descansando después de toda una mañana de sexo y pasión donde se dijeron con los cuerpos lo que horas antes se habían confesado con palabras.

Se sabía afortunada. Era consciente de la suerte que tenía  con la paciencia que Alba le estaba demostrando. Sabía que tenía delante de ella un camino, que esperaba fuese corto y con pocos obstáculos, donde tendría que trabajar duro para vencer a sus monstruos y  poder dar lo mejor de ella, pues Alba no se merecía otra cosa.

Un nudo en la garganta se le puso al recordar lo mal que lo había pasado hacía apenas unas horas.

El miedo y la tristeza que sintió cuando creyó que la había perdido, no se podía comparar con nada que hubiese sentido antes en su vida.

Aún le escocían un poco las palabras que Alba le dijo cuando, desesperada le confesó que le quería. Pero en el fondo, sabía que la rubia tenia su parte de razón.

Tenía que aprender a quererse a ella misma, sólo de esa manera podría querer a Alba de una manera sana y libre sin tener que esconderse del mundo.

Después de hablar con ella, entendió que el amor te nutre cuando es sano, y de esta manera es cuando las relaciones se hacen más fuertes y se encuentran mejor preparadas para afrontar los obstáculos que se aparecen en la vida, y ella tenía decidido trabajar para lograr esto, pues no podía permitirse perderla por el miedo al que dirán.




 Alba despertó poco a poco. Abrió los ojos al sentirse observada y se encontró la cara más bonita que había visto nunca mirándola con los ojos cristalinos cubiertos en lágrimas.

-Nat...- susurró preocupada- ¿Que pasa cariño?

Natalia sorbió los mocos de la nariz con fuerza evitando que salieran, y se retiró con su mano las lágrimas que amenazaban con salir, regalándole un sonrisa para tranquilizarla.

-Nada- contestó abrazándola con fuerza contra su pecho- que estoy muy feliz.

-¿De verdad?- insistió para asegurarse.

-De la buena...- besó su cabeza- estaba pensando la suerte que he tenido de encontrarte, y que seas como eres... y que se que junto a ti voy a saber aceptar todo esto con mi familia y con mis amistades mas pronto que tarde.

Alba salió del escondite de su pecho, donde reposaba mientras la escuchaba, para comerle la cara a besos  y recordarle que iba a estar ahí para ella y no se iba a ir.

- Tengo mucho hambre. ¿Qué hora es?- preguntó al no poder ignorar el ruido de sus tripas

-Las cinco de la tarde

-¿Enserio?- Se asombró- ¿Pero en que momento se ha echo esta hora? Que no hemos comido nada desde el desayuno nena- explicó señalando la bandeja que aun reposaba en la mesita de noche al lado de la cama.

- Bueno, comer hemos comido durante toda la mañana- contestó mientras recibía un manotazo de la rubia cuando la escuchó.

-Me encanta que estés tan graciosa, pero enserio me muero de hambre y necesito comer algo.





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