Agosto entró tan húmedo y caluroso como Julio marchó. Natalia despertó primero. Buscó a tientas con su mano y sin abrir los ojos el cuerpo de Alba. La encontró en la otra punta del colchón, lo más alejada del calor su cuerpo que esa cama le permita. Su cuerpo sudoroso agradecía esa distancia entre ellas, pero su corazón lamentaba que el aire acondicionado no estuviese encendido permitiendo así amanecer como a ella más y le gustaba: Con los cuerpos enredados y embriagándose de su olor.
Sonrió mirando como dormía.
Unas braguitas impedían su desnudez total. Boca abajo, con un brazo sobre su cabeza y el otro estirado. Las piernas espatarradas, y la cara aplastada contra la almohada dejando su boca abierta con un pequeño hilillo de baba deslizándose, por un lado.
Miró la hora de su móvil, y comprobó que quedaban apenas quince minutos para que la alarma sonase y tuvieran que comenzar los últimos días de trabajo antes de las vacaciones.
La desconectó. Sabía que la rubia tendría mejor despertar si era ella quien lo hacía en lugar de ese sonido odioso, y dejó que los minutos pasaran para sacar a Alba del letargo en que estaba inmersa.
Mientras hacía tiempo, hizo un repaso mental de sus últimos días.
Alba Reche era su novia. Sonreía cada vez que lo pensaba. Sentía que no le cabía tanta felicidad y tanto amor dentro de ella. Aún estaba acostumbrándose a ese nuevo estado en que se encontraba su cuerpo y su mente.
Novias. Sólo era una palabra. En realidad, no habían cambiado mucho en la forma en la que se trataban, pero que bien se sentía cada vez que pensaba en ello.
Hay quien no cree necesario poner etiquetas a las cosas o a las relaciones, simplemente viven su amor como lo sienten sin importar el nombre de lo que tienen, dejándose llevar en su día a día. Otras personas si necesitan aclarar los términos de su relación, decir claramente lo que son y sentirse de esta manera más segura con respecto a los pasos a seguir.
Ellas se habían dejado llevar desde el principio, sin pararse a decir lo que eran, pero como ya sabemos, sus gestos y su forma de tratarse había dado a ambas la seguridad necesaria para saber que las dos remaban en la misma dirección.
Sin embargo, haberse decidido a poner un nombre, no era más que una declaración de intenciones. Un decir: Hola, te quiero. Eres mi persona favorita del mundo, y quiero vivir mi vida junto a ti. O eso mismo fue lo que pensó Natalia cuando decidió dar un paso adelante antes de que Alba se le adelantase y se lo pidiese ella.
Pero a pesar de todo esto, y de toda la seguridad que siempre había tenido con todo lo que rodeaba a su historia con Alba, esa noche, cuando llegaron a casa y se abandonaron en los brazos de la otra se sintió más unida a ella que nunca, y esto era algo que no creía que fuese posible.
Se amaron mucho y lentamente, recreándose casi hasta la locura en recorrer sus cuerpos. Dejando hablar una vez más a sus pieles y a sus corazones, abriendo de par en par sus almas y enseñando todo de ellas sin ningún tipo de miedo.
Esta vez, Marina si fue la primera persona en enterarse de las nuevas noticias.
La rubia se mostró sorprendida ante la noticia, pero porque en realidad viéndolas juntas pensaba que ya lo eran, así que, apartada esa sorpresa inicial, se alegró mucho cuando vio la cara de felicidad de ambas, pero en especial de su hermana, pues hacía mucho tiempo que no la veía tan bien.
Hoy tenía unas ganas especiales de ir a Martinello pues las convivencias del día anterior le permitieron conocer a muchas personas súper interesante con las que penas había compartido un par de palabras en estos cinco meses y ese día tan atípico para cualquier empresa le había dado la oportunidad de conocerlas.
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Fanfiction"Algo que parecía sencillo en un comienzo, pero que terminó marcando tu vida para siempre"