Dio un sorbo y acabó con su copa de vino blanco mientras observaba como la gente que abarrotaba esa enorme sala disfrutaba del cóctel y charlas distendidas.
No le apetecía mucho estar ahí. Nunca se había sentido del todo cómoda rodeándose de altas esferas y moviéndose en esos ambientes tan impostados para su forma de ver el mundo, pero hoy le estaba costando especialmente estar en ese sitio.
A pesar de todo, sonreía cada vez que se le acercaba alguien para darle la enhorabuena por el éxito de la nueva colección de zapatos de calzados Lux, y entablaba conversación de forma amigable con cualquiera que se interesase por su empresa buscando siempre crear nuevos lazos laborales y afianzar los ya existentes.
Miró su reloj con desgana preguntándose cuando sería correcto abandonar esa sala sin quedar mal con todas esas personas.
Buscando evadirse de ese lugar giró su cuerpo para observar la ciudad a través del enorme ventanal que quedaba tras ella y dejó su mirada perderse por el sky line que tenía ante sus ojos.
Sonrío con melancolía recordando sus primeros viajes por trabajo a la ciudad de la moda acompañada casi siempre por una Natalia dispuesta a ser su compañera de locuras en todos esos viajes que a priori solo eran por negocio, pero que acababan casi siempre en una aventura nueva para ellas después de alargarlos varios días más.
La torre Eiffel iluminada a lo lejos le trajo el recuerdo de la primera vez que la visitaron juntas.
Acababa de finalizar la reunión anual de la feria del calzado. A penas llevaba una hora en un cóctel muy similar al que estaba viviendo ahora mismo y ya quería salir corriendo de allí. Fue su primer evento oficial de ventas en el país vecino representando a la empresa y se sentía totalmente fuera de lugar en ese ambiente tan nuevo para ella.
Natalia, que siempre había sabido leerla como nadie, no dudó en cogerle de la mano y arrastrarla hacía fuera del salón interrumpiendo los pensamientos que estaba teniendo la rubia mientras buscaba un poco de paz mental mirando la torre Eiffel desde la ventana.
- Pero ¿qué haces? - sonrió con sorpresa ante aquel arrebato que estaba teniendo la morena.
La vio mirar el reloj y escribir algo en el móvil.
- ¿Para qué verla de lejos cuando podríamos estar en ella?
- ¿Cómo? - preguntó sin entender que estaba hablando.
-La torre. Nunca he subido a ella de noche. Y apuesto a que tú tampoco, y aún queda dos horas para que la cierren.
Una risa ronca de la rubia interrumpió sus palabras.
-Pero Nat... toda esa gente...
-Toda esa gente me la suda. Y a ti también. Son todos unos estirados y tú estabas a punto de saltar por la ventana- miraba como Alba negaba con la cabeza mientras le regalaba su mejor sonrisa- Tu trabajo ya estaba hecho cariño. A ti no te hace falta quedarte ahí y conquistar a nadie. A ti te tienen que conquistar, y hoy ya habías cerrado todos los contratos que tenías que cerrar. No era necesario que sufrieras a todos esos petardos. - ahora era ella la que reía mientras seguía caminando afianzando su agarre con prisas para sacarla de allí- así que he pedido un taxi y tu y yo vamos a disfrutar de la noche francesa.
Notó un tirón en su cuerpo cuando Alba frenó en seco y acto seguido una mano agarrando su chaqueta acercándola a su cuerpo mientras esperaba a que acabara su frase. Juntaron sus labios tan conocidos ya para ellas y rompieron el beso con las sonrisas que a ambas se les escapaban al sentirse tan libres y tan felices.
Deseó volver a ese momento tres años atrás donde la presencia de esa Alba no tenía aun la notoriedad de la que gozaba en la actualidad y podía escaparse sin remordimientos a disfrutar de la noche sin que nadie notara su ausencia tal y como lo hizo aquel día, o simplemente adelantar sus viajes para marcharse a casa cuanto antes para reencontrarse con Natalia las pocas veces que viajaba sin ella.
ESTÁS LEYENDO
KEYFRAME
Fanfiction"Algo que parecía sencillo en un comienzo, pero que terminó marcando tu vida para siempre"