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-Nataaaaliaaa levanta por favor- rogó con voz suplicante intentando activar a la morena.

-Noo, un poquito más- mendigó acomodándose en el hueco de su cuello.

-Llevas un montón de rato con el poquito más, y estamos súper sudadas- explicó secando el sudor que se colaba por los huecos de su cuello- necesito una ducha si o si

-No me da asco...-ignoró el comentario del sudor- ¿A ti sí? – se levantó de su escondite preocupada de repente por si la estaba haciendo sentir incómoda

- ¿Cómo me va a dar asco nena? - preguntó dejando escapar una carcajada- pero tenemos que ducharnos y, o nos movemos o no llegamos

Más de una hora llevaban tiradas en el sofá, sin ninguna otra preocupación que no fuese llenarse de besos y caricias que se regalaban entre confesiones y risas.

Disfrutaban de esa complicidad tan difícil de encontrar ignorando el reloj y exprimiendo al máximo ese momento de intimidad que las dos sabían iban a ser de los pocos que tendrían en las próximas semanas.

-Es que estoy tan a gustito que no me quiero mover- frotó ligeramente la cabeza sobre el pecho donde reposaba.

-Sí que estas a gustito sí, - repasó el perfil de su cara que quedaba al alcance de su mano- porque con lo calurosa que eres tú me sorprende el tiempo que llevas aquí sin levantarte a encender el aire y sin quejarte ni nada.

-Es que estoy escuchando tu corazón- confesó con voz diminuta

- ¿Y? ¿Funciona bien doctora? – preguntó muerta de amor

-Sí, aunque a veces noto que se te acelera un poco

Alba consciente de que este hecho fisiológico era real, pues ella misma notaba aun como su corazón se aceleraba con según qué cosas le dijese Natalia no pudo más que sonreír y aceptar que acababa de ser descubierta.

- ¿A sí? ¿Y sabes si es grave o si necesito medicación? - fingió preocupación

-No te preocupes, todo está bien, mi corazón se comporta exactamente igual que el tuyo y no pienso poner remedio a eso- confesó para igualar lo que hacía un rato el corazón de Alba le estaba contando.

-Uf, pues me dejas mucho más tranquila- sonrió mientras sentía como su corazón nuevamente cambiaba de ritmo para su morena.

Natalia cerró los ojos, y disfruto escuchando el latido acelerado de ese corazón que sabía que estaba así por ella. Sonrió también en silencio, feliz por causar en esa mujer lo mismo que ella misma sentía tan a menudo con su presencia, y se preguntó cuánto tardarían sus corazones en acostumbrarse a su compañía y calmar esas cabalgadas repentinas que sufrían.

Buscó sus labios, esos que tan bien conocía ya, y que tan hinchados se veían después de toda una tarde disfrutando de ellos, y los besó de la manera más dulce que pudo, mimándolos después del maltrato que había sufrido durante la última hora mientras notaba a su corazón galopar libre de nuevo.

- ¿Tenemos que ir al pregón de verdad? - susurró sobre su boca sin apenas separarse.

-No me hagas esto Natalia- Hizo un puchero al verse sin fuerzas ni ganas para terminar con esa maravillosa tarde, levantarse y prepararse para los planes que ya tenían.

- Venga va, cinco minutos más y arrancamos- intentó animarla, aunque siendo sinceras no había ningún lugar en el mundo que le apeteciese estar más que donde estaba en esos momentos.




Llegaban tarde, por lo que fueron directas a la Plaça de Baix a ver el pregón. Se guiaron por las indicaciones que sus amigas les dieron para poder encontrarlas, pudieron alcanzarlas justo cuando la pregonera salía al balcón del ayuntamiento en compañía del Alcalde y otros cargos públicos.

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