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Caminaba por la ciudad alucinando de lo desérticas que estaban las calles.

Se sorprendió al encontrarse a un grupo de rezagados que no habían terminado la fiesta saliendo de la churrería donde fue a buscar el desayuno para cuando Alba se despertase.

No puedo evitar sonreír al ver las pintas que llevaban esas jóvenes, e inevitablemente pensó en como habrían acabado su grupo de amigas, pues cuando ellas decidieron retirarse, la fiesta se encontraba en la parte más alta de la noche.

Aunque Alba le había explicado en que consistía la noche de la Roà, nunca se hubiese imaginado ese nivel de desfase por parte de la gente.

Daba igual donde fueses o mirases, todos los sitios estaban abarrotados hasta el punto de llegar a agobiarse.

Pero Alba, que la conocía como nadie, no dudaba en salirse de esa marabunta de personas y buscar un lugar donde poder bailar sin chocarte a cada paso que intentaban dar.

Ni toda la gente y el agobio que llegó a sentir en esa noche de locura empañaron la felicidad en la que su cuerpo y su mente se encontraban inmersas desde hacía ya un tiempo.

Tal y como le propuso la rubia hacía un par de tardes, decidieron no aguantar hasta el final de la noche, y ahora, viendo lo visto, agradecía esa retirada a tiempo, ya que de haber seguido un par de horas más, se hubiese levantado directamente para irse hacía el aeropuerto sin apenas poder pasar un poco de tiempo de calidad con su chica.

Llegaron a casa casi a trompicones, tardando mucho más de la cuenta por el tiempo que perdían entre risas y besos robados en cada calle.

Una vez que cruzaron el umbral de la habitación, se deshicieron de la ropa tan rápido como su borrachera les dejó.

Sabían que era su última noche juntas, y una extraña sensación de congoja y nostalgia empezó a invadirlas tan pronto como sus cuerpos se fundieron y fueron conscientes de la separación inminente que iban a vivir.

No quisieron montar un drama, pues sabían las dos que iba a ser poco tiempo en el que además estarían de vacaciones y ocupadas.

Pero tampoco pudieron negar lo evidente cuando en los ojos de la otra vieron reflejado ese mismo sentimiento de tristeza.

Borrachas de alcohol y de amor dejaron que sus cuerpos hablaran por ellas.

Empezaron con prisa y desesperación, sabiéndose en su última noche juntas. A medida que las horas pasaban fueron calmando esas ansias y esa necesidad que tenían la una de la otra para acabar haciendo el amor de la manera más tierna y dulce que sabían.



Volvió a casa y la encontró tal y como la había dejado, así que no dudó en interrumpir su sueño para poder aprovechar el tiempo que les quedaba juntas.

Alba, sin abrir los ojos comenzó a sonreír en cuanto notó como su cara iba siendo cubierta de besos lentos que poco a poco la hicieron despertar del todo. Se removió adormilada y estirando sus brazos para desperezarse, aprovechó para atrapar el cuerpo de Natalia y hacerle caer contra ella.

-Buenos días- ronroneo mientras frotaba sus caras aun sin abrir los ojos

-Buenos días gatita- contestó mientras se separaba para mirarla y ver como abría los ojos- Que guapa eres

-Tu sí que eres guapa- afirmó regalándole una sonrisa- ¿Qué haces vestida ya? ¿Dónde te vas? – se extrañó en cuanto se fijó que iba con ropa de calle

-De donde vengo querrás decir...- afirmó mientras se hacía a un lado y dejaba ver la bandeja con churros y chocolate que reposaba en la mesita de noche

KEYFRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora