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Empujaba el carro que cargaba las maletas buscando el mostrador donde tenía que facturarlas, rezando porque no hubiese mucha cola ya que si no perdería el avión.

Una vez se sentó y el avión tomó altura vio como la ciudad se hacía pequeñita antes sus ojos, y ella solo podía pensar en no hacerse pequeña cuando pisase Pamplona.

Tenía miedo. Qué ironía. Quien le iba a decir a ella hace unos meses que ir a casa iba a ser así de duro para ella.

Sin duda la última visita le hizo más daño del que imaginaba.

Lo había hablado varías veces con su psicóloga. Era consciente que tenía mucho bueno a lo que acogerse después de aquellos días en Pamplona. Sin embargo, su mente siempre volvía a aquella fatídica comida donde su tío hablaba de esa manera tan déspota, y el resto de su familia callaba o reía con sus comentarios.

No lo podía evitar, el miedo al rechazo estaba ahí y ella definitivamente no estaba preparada para vivirlo.

Intentaba agarrarse en lo fácil que estaba siendo todo en Elche.

Por fin esta semana se había atrevido a dar un paso más, y a ser libre delante de la gente. Y lo cierto, es que se había sentido increíblemente bien y feliz.

Sin duda eso era lo que quería en su vida.

Pasear con Alba de la mano. Besarla en medio de la calle cuando le apeteciese. Compartir tiempo con sus amigas sin tener que fingir nada.

En Elche ya lo había conseguido, ahora solo le faltaba un poquito más de valor para poder llevarla pronto a Pamplona y pasear juntas de la mano por sus calles.

Cuando quiso darse cuenta, el avión estaba llegando a Madrid. Ahora solo tenía dos horas de espera para el siguiente avión y en otra hora llegaría a Pamplona.

Nada mas aterrizar, encendió el móvil para avisar a Alba de su llegada.

Natalia:
Acabo de aterrizar

Alba:
🙌🙌
Estas ya con Santi?

Natalia:
No
No he bajado del avión aun
Te aviso xk ahora guardaré el móvil
Aun tengo que ir a por las maletas

Alba:
Ok
Yo acabo de llegar a la ladera
Estamos cenando bocadillos
(foto)

Natalia:

Qué envidia
Y tú qué guapa
Están abriendo ya el avión
Luego hablamos

Alba:Ok





Para su sorpresa, los días en Pamplona pasaban a toda velocidad.

No habían podido cuadrar fechas de otra manera, así que solo tenían 3 días para hacer una escapada a la montaña con su familia, por lo que los primeros cinco días los tenía totalmente libres para estar con sus amigos y visitar tranquilamente y sin prisas al resto de familiares.


Quedar con sus hermanos para tomar una cerveza y hablar tranquilamente de su vida se había convertido en su cosa favorita.

Veía como se alegraban sinceramente por ella y como se interesaban por todo lo que tuviese que ver con Alba y su relación.

En más de una llamada telefónica se habían metido por en medio y habían acabado hablando con ella con total confianza, y la verdad es que no había nada que le hiciese más ilusión que ver a su hermano y a su hermana hablar con tanta familiaridad con Alba.

KEYFRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora