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- ¿Natalia vas a dejar el móvil en algún momento de la tarde? – preguntó Alba sin poder evitar que se notase cierto tono enfadado en su voz.

- Si si, contesto y dejo el móvil ya, te lo prometo- respondió casi sin levantar la cabeza de la pantalla.

Alba, tomo aire y respiró intentando controlar su más que evidente enfado.

No lo podía evitar, le daba mucha rabia estar con una persona a solas y que esta no dejase de estar pendiente del móvil mientras ignoraba a quien tenía delante de verdad.

Y lo que más le estaba molestando es que fuese precisamente Natalia quien estuviese haciendo eso, pues sabía de primera mano que era algo que a ella también le molestaba mucho.

La dio por imposible, cerró bruscamente el portátil donde estaba terminando de preparar todo lo de su viaje juntas y se fue a la cocina a pillar algo de merendar mientras decidía ponerse ella al día con las notificaciones de su móvil e intentaba de paso que su enfado no fuese a mas.

Entró al grupo que compartía con sus amigas, para confirmar la hora y el sitio donde se verían para ir juntas a ver el pregón que marcaba el comienzo de las fiestas de Elche.

Mientras tanto, una entusiasmada Natalia seguía inmersa en una conversación de moda con su recién descubrimiento: Ana

Después de haber visto los diseños y el estilo propio que tenía la diseñadora, no había dejado de darle vueltas a una idea que llevaba rondando en su cabeza muchos días.

Le gustaba mucho el trabajo de la chica y sus ideas frescas. Intuía que, con un poco de suerte, y una oportunidad como la que ella tuvo, el nombre de esa chica habría llegado muy lejos, por eso no paraba de dar vueltas a la idea de crear algo para ayudar a jóvenes promesas como ella.

Cuando llegó a Elche, y conoció el proyecto de Alba, sintió un flechazo literal por este, y ahora que su intención era quedarse en esa ciudad junto a su rubia había decidido que fuese ese el sitio donde emprender un nuevo proyecto.

No pensaba dejar de lado su trabajo. Su intención era seguir diseñando y haciendo colaboraciones con grandes firmas como había estado haciendo hasta ahora. Pero como ya llevaba tiempo pensando, sentía que había llegado el momento de parar un poco de deambular por el mundo y elegir un sitio fijo desde el que poder trabajar.

Estaba empezando a plantearse la manera en la que poder ayudar a jóvenes promesas de la moda, y para ello estaba pensando en crear algún tipo de taller o curso donde ella de alguna manera sería su mentora y la persona que les ayudara a darse a conocer.

Podría sacar definitivamente una marca propia, y dejar de trabajar exclusivamente para firmas de ropa haciendo colaboraciones y de esta manera, que fuesen las personas de su taller las que hiciesen las colaboraciones para ella.

Aún tenía que darle una vuelta a todo, ver cómo podía hacerlo, pero esta idea cada vez cobraba más fuerza en su cabeza y estaba muy ilusionada en ver cómo podría desarrollarla.

Se despidió de Ana dejando el móvil encima de la mesita del salón, y fue a la cocina en busca de Alba.

La encontró mirando fijamente el tostador esperando a que el pan saltase listo para ser ingerido.

-¿Vas a merendar ya?- preguntó extrañada mirando el reloj

-Sí, son las seis de la tarde- contestó secamente la ilicitana

-¿Las seis ya? Joder me ha pasado la tarde volando- añadió de manera inocente.

Se sentó en la mesa mientras Alba terminaba de prepararse la merienda, fijándose en el semblante serio que esta tenía sin entender muy bien por qué.

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