C2: Exigencias

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- Buenas noches abuelo – Sebastián se sentó en la mesa frente a su abuelo, Nicolás. — ¿Y mis hermanos?

- Juan Manual esta en el casino, tenía fiesta y Andrés en el cine con los amigos.

Nicolás observaba a su nieto pensativo. Tres nietos y a pesar de que quería a los tres por igual sabía que Juan y Andrés no estaban preparados para hacerse cargo del casino. El primero, a pesar de ser el mayor, no dejaba de ser el más conflictivo, siempre metido en el juego, en peleas y en faldas. El segundo demasiado joven, apenas comenzando a vivir y más interesado en el mundo del deporte que en la empresa familiar. Sólo le quedaba Sebastián, hasta ahora había estado encargándose del casino, pero aunque era un excelente jefe, había algo de él que no lo convencía.

Quería que el casino siguiera formando parte de la familia, FAMILIA, una palabra que Sebastián no estaba dispuesto a tener, siempre cambiando de mujer, sin asentar la cabeza.

- ¿Estas bien abuelo? – Sebastián lo miró preocupado. — ¿Por qué tan pensativo?

- Quiero que te cases – contesto Nicolás de manera directa y el silencio inundó la habitación.

- ¿Cómo has dicho? – su nieto lo miraba incrédulo aún sosteniendo la copa de vino en su mano. — ¿Estas bien abuelo?

- Estoy bien, y has oído bien – dijo Nicolás sonriente. – Quiero que te cases y que tengas un hijo, que tengas una familia, pero no con cualquiera claro esta, con una mujer digna de nuestro apellido.

- ¿De que hablas? – Sebastián no podía creer lo que estaba escuchando. – Yo no voy a casarme, tú no puedes obligarme.

- Entonces olvídate del casino – dijo Nicolás, y se levanto de la mesa. – Es mi exigencia.

- ¿Qué? – Sebastián se levanto también de su asiento. — ¿Qué dices? ¿Qué exigencia?

- No heredaras mi casino a menos que hayas formado una familia Sebastián – suspiró. – Si no te casas y tienes un hijo puedes olvidarte del casino, es mi decisión.

- ¡No! ¡No pienso casarme! – Sebastián se puso nervioso, ¿a que venía todo eso? — ¡No puedes estar hablando enserio!

- ¡Hablo muy enserio! Quiero cerciorarme que el apellido de los Obando siga adelante y esta es la única forma.

- ¡Pues no lo haré! – Sebastián salió de la sala molesto.

- ¡Entonces olvídate del casino Sebastián! – Nicolás se sentó de nuevo en la mesa pensativo. Sabía que Sebastián no daría ese paso por si mismo, al menos así conseguiría que tratara de centrarse, pero debía ser una mujer adecuada.

(...)

Sebastián llego aún molesto al casino, su abuelo se había vuelto loco de eso no tenía dudas. ¿Cómo iba él a casarse? Pero si no lo hacía, perdería aquel lugar que tanto deseaba, camino por la sala de juegos mirando a cada una de las camareras, ¿Por qué la buscaba?

Se dirigió a su oficina aún más enojado, cuando abrió la puerta la imagen que encontró hizo que la rabia le asaltara. Allí estaba ella, en brazos de su hermano, ¿prefería a su hermano?

- ¡Suéltame! – al oír el grito de Tini entendió todo, ella no quería, se estaba resistiendo.

- ¡Juan! – agarro a su hermano del brazo lanzándolo contra el sofá. — ¡No vuelvas a tocarla!

- ¿Qué pasa hermanito? ¿Todo lo que hay en el casino es tuyo? – dijo Juan Manuel, claramente estaba borracho, sonreía tirado sobre el sofá. – Pues aún este casino no es tuyo.

Trato Hecho - Sebastini✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora