C8: La señora de la casa

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Cuando Tini despertó esa mañana, Sebastián ya no estaba en la cama, se levantó y se puso su ropa de deporte para salir a correr. Y como la vez pasada, Andrés y ella fueron juntos.

- No ha estado mal, ¿eh? – Andrés se paró frente a la escalera apoyándose en sus rodillas para recuperar el aliento.

- Ha sido una buena carrera – Tini le sonrió. – Necesito un vaso de agua.

- La cocina es toda tuya – él le guiño un ojo y subió a su habitación.

Tini caminó por el pasillo del servicio con dirección a la cocina, ahora que lo pensaba, nunca había estado allí, ¿Cómo sería? Cuando llegó, la puerta estaba abierta, pudo observar que era bastante grande y estaba bien equipada. Iba a entrar cuando oyó a las sirvientes hablando.

- ¿La has visto? – una de ellas comenzó a reír.

- Sí, no es el tipo de mujer con la que solía salir el señor Sebastián – contestó otra de ellas. — ¿Qué le habrá visto?

- Clase no, eso seguro – todas rieron con la respuesta. — ¿Han visto cómo viste?

- Estoy segura que el joven Sebastián no la mostrará en público – la chica rió. – ¿Cómo va a presentarla como su esposa vistiendo así?

- ¡Ya basta muchachas! – La voz de una mujer mayor, bastante molesta las interrumpió. – No esta bien que hablen así de la esposa del joven Sebastián. Ahora es la señora de esta casa y le deben respeto.

Tini se marchó a la habitación tratando de que nadie la oyera, se bañó y se cambió.

Mientras se peinaba se quedó mirándose en el espejo, esas mujeres tenían razón, ella no formaba parte de ese mundo. No pegaba con esa familia.

- ¿Yo la señora de la casa?—Suspiró fijándose en cómo iba vestida, no estaba acostumbrada a una vida así.

Termino de cepillarse el cabello y bajó a desayunar.

- Buenos días – se sentó en su lugar. — ¿Y Sebastián?

- Salió temprano – Nicolás la miraba con el ceño fruncido, algo le pasaba a aquella chica. – Tenía asuntos que resolver.

- Un rico desayuno – Andrés se sentó en la mesa. – Necesito reponer fuerzas, no hay quién le gane a esta mujer.

- Veo que disfrutan mucho salir a correr juntos – le sonrió Nicolás a su nieto. – Me alegra.

- Buenos días – Juan se sentó en la mesa mirando molesto a Tini.

- Parece que estás de mal humor – Andrés miró a su hermano divertido. — ¿Una mala borrachera?

- Cállate – Juan se levantó de la mesa y se fue.

- Martina – Nicolás la llamó mirándola preocupado. — ¿Estás bien?

- Sí, no se preocupe – Ella trató de sonreír. – Todo está bien.

- ¿Por qué no me acompañas hoy a la constructora? – Nicolás le sonrió. – Me encantaría enseñártela.

- No, mejor otro día – Tini se levantó de la mesa. – Quiero ir a ver a mi madre.

Nicolás aún preocupado por Tini, asintió y no dejó de preguntarse que le pasaba.

Naturalmente un hombre no podía comprender que le pasaba a una mujer, lo mejor era preguntarle a alguien. Y él conocía a la mujer adecuada, Marta, llevaba trabajando para él muchos años. Ella había cuidado de su hijo cuando su esposa murió y también a sus nietos.

Trato Hecho - Sebastini✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora