C22: Cansada

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Durante todo el vuelo, Tini permaneció mirando la ventanilla, Juan y Liliana charlaban animadamente, mientras Nicolás jugaba a un juego de mesa con Nico, y Sebastián permanecía sentado al otro lado observando a la madre de su hijo. Esa mañana ni siquiera se habían dado los buenos días, se habían acabado las vacaciones y era como si todo regresara a la normalidad. Como si entre ellos no hubiera pasado nada.

El avión aterrizó y todos salieron a la terminal, luego de recoger todas sus cosas se dirigieron al estacionamiento.

- Tini, ¿por qué no vas tú con Sebastián?—Nicolás miró a ambas con una sonrisa. – Nosotros iremos en el coche de Juan.

-Si, Nico viene con nosotros, ¿verdad? – Juan cargó al niño sobre sus hombros y el pequeño comenzó a reír.

Sin decir nada Tini siguió a Sebastián hasta su auto, y él guardó las maletas en silencio. En los primeros diez minutos de trayecto ninguno dijo nada, la tensión se notaba en el ambiente.

-¿Sigues molesta por lo del perro? – Sebastián miró el retrovisor para ver el auto de su hermano tras ellos.

- No – Tini contestó fría y siguió mirando por la ventanilla.

- ¿No? – Él la miró de reojo. — ¡Maldita sea Martina! ¡¿Quieres decirme que te pasa?!

- Nada – Tini lo miró fijamente. – Sólo creo que lo mejor es que todo vuelva a ser como antes.

- ¿Cómo antes? ¿Te refieres a cuando ni me hablabas? – Sebastián apretaba las manos en el volante. — ¿Así de fácil?

- ¿Fácil? ¿Crees que esto es fácil para mí? – Tini bufó molesta. – No tenés ni idea.

- ¡No, no la tengo! – Sebastián paró el auto en un cruce ante el semáforo en rojo, observó por el retrovisor como su hermano paraba tras ellos. — ¡No hablas con claridad!

- ¡Ahora soy yo la que no es clara! – Tini se giró hacia él apretando las manos en los filos del asiento.

-¡Te fuiste maldita sea! ¡Te fuiste sin decirme la verdad! – Sebastián golpeó fuertemente el volante. — ¡Desapareciste de mi vida durante cuatro años! ¡Llevándote a mi hijo!

- ¡Porque me cansé! – Las lágrimas se juntaban en los ojos de Tini. — ¡Me cansé de esperar! ¡De esperar a que volvieras de tu casino! ¡De esperar a que fueras sincero conmigo! ¡¡De esperar a que cambiaras!! — Tini volvió a fijar la mirada al frente. – Me cansé de actuar como una mujer que podría dar mucho por vos, cuando vos no estabas dispuesto a dar nada por nosotros. Me cansé de sufrir en silencio y de estar a tu lado con una sonrisa, cuando sentía cada día que mi corazón se rompía a pedazos. Y perdón, perdón por alejarte de Nico, pero tenía mis razones Sebastián. No sabés lo mucho que me dolió saber que sólo me querías para tener un hijo, porque yo si me enamoré, me enamoré como una estupida de vos, pero ya nada importa, antes no fuiste capaz de cambiar ni un poquito por mí, o pensar en el daño que me harías ¡no lo hiciste! Y si, quizá ahora has cambiado, pero ya es muy tarde para un nosotros... Seguí, el semáforo esta en verde – volvió a mirar por la ventanilla.

Sebastián fijo la vista de nuevo en la carretera, tratando de asimilar todo lo que había escuchado, ¿tanto daño le había hecho? Quería decirle todo lo que él también sentía, que no todo era como ella pensaba, él también se había enamorado, y nunca fue capaz de decírselo. Ahora era su oportunidad, pero no sabía cómo empezar. Metió primera y aceleró guiando el auto lentamente.

Tini lo observó de reojo, esperando una reacción, pero cansada volvió a mirar la ventanilla, y fue entonces cuando lo vio. Una minivan negra se dirigía hacia ellos a toda velocidad, y no tuvo tiempo de avisarle a Sebastián.

En cuestión de segundos el vehículo había impactado contra ellos, precisamente por la puerta del copiloto, de Martina. Tras el impacto ambos coches se movieron rápidamente, girando, miles de cristales volaron por los aires. Las imágenes de su alrededor pasaban a toda velocidad, sin poder distinguir apenas los colores, sintió un leve pinchazo en su pierna derecha y por último un fuerte golpe en su cabeza. Y todo se volvió negro.

-¡Dios!—Juan piso el freno bruscamente y se quedó parado observando el auto de su hermano que se había empotrado contra la pared de un local.

-¡Tini! – Liliana comenzó a llorar histérica. — ¡Hagan algo!

Nicolás solo permanecía plantado en su asiento, observando. Hace años un accidente de auto le había arrebatado a su hijo y ahora su nieto y Tini, a quién quería como una hija estaban ahí. En un coche totalmente destrozado y todo había ocurrido frente a ellos.

-¡Quédate en el auto con el niño y llama una ambulancia! – Juan reaccionó abriendo la puerta del auto y bajándose, luego miró a su abuelo. —¡Abuelo!-

- ¿Qué? – Nicolás regresó en sí y se bajó rápidamente del auto.

Ambos hombres corrieron hacia el auto  -desesperados- mientras Liliana sin dejar de llorar marcaba nerviosa el número de urgencias.

-¡Sebastián! ¡Tini! – Juan alcanzó primero el coche por el lado del conductor. — ¡Sebas! ¡¿Estás bien?!

- ¡Tini! – Nicolás llegó al otro lado del vehículo, pero no podía hacer nada, ella tenía la ventanilla subida. Solo podía observarla, tenía un golpe en la cabeza, sangraba.

-¿Qué pasó? – Sebastián se incorporó lentamente, se había golpeado contra el volante, llevó la mano a su cabeza y miró su brazo izquierdo, pequeños cristales se habían clavado en él.

-¿Puedes moverte? – Juan abrió la puerta nervioso. – Lili esta llamando a urgencias.

- ¿Urgencias? – Sebastián frunció el ceño, miró a su lado y su corazón se aceleró. Ahí estaba ella, sobre el asiento con la cabeza inclinada hacia un lado, sangraba y sus ojos estaban cerrados. — ¡Tini! – Bruscamente desabrocho su cinturón y se incorporó hacia ella para tocarle la cara. — ¡Martina mírame! ¡Despierta! – La miraba asustado, no reaccionaba.

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Trato Hecho - Sebastini✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora