Capítulo 7

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—¿Entonces no tuviste problemas con tu madre después de la fiesta? —le pregunté a la morena que vestía el uniforme de porristas.

—No, dijo que estaba muy contenta de que vuelva a ser tu amiga, mencionó algo de volver al camino de la luz —soltó una pequeña carcajada y yo también lo hice.

—No te muevas, ya casi acabo —le dije tomando un poco más de rubor.

Hoy hace una semana hizo la audición para entrar al equipo de porristas y la habían aceptado, hoy era su debut en el partido de fútbol como nueva integrante y me había pedido ayuda en su maquillaje. Ni siquiera sé de donde saqué las habilidades, pero el maquillaje no quedó tan mal, o tal vez la purpurina que usé hace que todo se vea más bonito.

—Debiste hacer la audición conmigo —mi amiga habló con un puchero.

—Ni loca entró a las porristas, mi misión en esta vida es ser invisible, Anna —hablé con una media sonrisa —. Escoge un tono de labial.

—Quiero el más rojo —mi amiga habló sin pensarlo y busqué el tono entre todo su maquillaje.

Estábamos en el baño de chicas, era el baño más grande de todos pues aquí estaban los vestidores y duchas. Había un montón de chicas arreglando su peinado y vestimenta, el ambiente tenía cierto tipo de aroma a laca de cabello y perfume de naranjas.

—Al menos me conformo con que hayas usado esta linda blusa que te regale —mi amiga habló retomando la charla. Acomodó el cuello de mi blusa negra y sonrió orgullosa.

—Sólo me la puse porque muero de calor —la señalé y se río.

Era verdad, a pesar de que era de noche moría de calor, así que tuve que dejar mis sudaderas y pants en el closet y tomé el regalo que me hizo mi amiga hace unos días. Era una blusa sin mangas con el cuello de tortuga, algo raro de explicar pero bonito de ver.

—Listo, terminé —dije y dejé el labial de donde lo tomé. Mi amiga sonrió y tomó el espejo para mirarse, soltó un grito de emoción y me sentí orgullosa de mi creación —. Ahora te toca a ti cubrirme estás.

Le extendí la base para maquillaje y una brocha para después mostrarle el interior de mis brazos marcados. Anna miró con delicadeza las marcas de las agujas y negó con la cabeza.

—Creo que deberías dejarlas, es decir, son marcas de guerra, Maya —usó un tono de voz dulce.

Suspire y miré mis brazos pálidos y marcados con puntos rosas debido a las cicatrices. Al pasar todo un año en coma, la única manera de mantenerme viva era por medio de agujas, y esas agujas sólo podían ir en mis venas, entonces mis brazos estaban completamente llenos de marcas, es por eso que jamás había usado una blusa de tirantes, pero el clima lo ameritaba.

—Marcas de guerra o no, las quiero guardar para mí.

Ella dejó el tema por la paz y tomó el maquillaje para empezar a tapar las marcas.

Estás no eran las únicas cicatrices que tengo, justo debajo de mi nuca hasta la mitad de mi espalda hay una clase de línea, la mayoría la cubre mi cabello pero en un descuidado se puede ver, es por eso que escogí está blusa con el cuello alto.

Después de la fiesta tuve una semana entera sin problemas, excepto el hecho de que mi padre ha estado llegando tan tarde a casa que apenas me doy cuenta cuando está en casa, y no olvido el hecho de que lo vi con Inés dentro de la casa. Aún así, me ha dado más libertad y confianza, me deja salir con Anna al centro comercial sólo con la condición de que cumpla con mis terapias con Cruz y Mateo, y hoy me dejó venir al partido sólo porque él me recogerá cuando acabe.

Aún no sé quién soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora