Capítulo 20

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Tomé el traste sucio y lo enguaje con jabón para después pasarlo por el grifo del agua y se lo entregue a Eric para que pasará el trapo seco por el plato.

Era fin de semana, Eric estaba en casa y papá también, además los abuelos vinieron de vista. Hoy no veré a Vince debido a la carga de tareas que tiene, y además, mi padre decidió no decirme sobre la visita de mis abuelos y no pude irme de la casa ni siquiera por un momento.

Los abuelos son amables, trajeron un libro lleno de fotografías que me ayudaron a conocerlos más. Eran fotografías mías y de Eric de cuando eramos unos bebés, incluso de mi padre y su hermano mayor. Mi abuela es una persona muy parecida a mi padre, es tranquila y analítica, pero mi abuelo es como ninguna persona, él es tan curioso y divertido.

—¿En qué piensas? —mi hermano preguntó mientras acomodaba el plato sobre el trastero.

—En todo lo que debí pasar con los abuelos y que ni siquiera recuerdo —confesé.

Sé que Eric vivió con ellos por unos meses cuando sucedió nuestra pelea, la pelea que aún no sé a qué se debió. Sé que él y mis abuelos son muy unidos, por lo tanto yo también debí ser unida a ellos, pero lo único que logró recordar de ellos es verlos en mi fiesta de cumpleaños, la última fiesta que recuerdo.

—Ellos nos aman, Maya, es lo único que debes recordar —dijo con una media sonrisa.

Suspire y cerré el grifo terminando mi trabajo.

Caminé hasta el sofá y me senté a un lado de mi abuelo para mirar la televisión junto a él. Al parecer miraba una película vieja en color blanco y negro, era una comedia romántica.

—Ven aquí, hija —la voz ronca de mi abuelo me hizo mirarlo —. Quiero tomar tu mano.

Le extendí mi mano y él la entrelazo con la suya. Su piel tenía manchas, estaba arrugada y las manos le temblaban, ya no tenía cabello pero el bigote que tenía era de color plateado, las gafas de aumento hacían que sus ojos se vean más grandes y eso me causa risa. Mi abuelo cree en la magia, el tarot y el destino, así que ahora mismo miraba la palma de mi mano con detenimiento y sé que trata de buscar algo en mi futuro.

—¿Logras ver algo? —le pregunté curiosa.

Él frunció sus labios y suspiró.

—Veo muchas cosas, Maya —mi abuelo habló sin dejar de mirar mano —. Pero hay algo que llama mi atención...

—¿Qué es?

—Parece ser que estas olvidado algo muy importante de tu vida pasada —sus palabras me obligaron a mirarlo a los ojos.

—Hay muchas cosas que no recuerdo, abuelo —dije triste.

—Lo sé, hija, pero siento que hay algo muy importante que realmente estás olvidando, y yo sé que está aquí —su otra mano se levantó y señaló mi corazón.

Lo mire curiosa, me quedé sin palabras y ni siquiera tuve que pensar a lo que se refería mi abuela. Sé que habla sobre el hombre sin rostro en mis memorias, sé que se trata sobre él.

—Abuelo —hablé en voz baja para que nadie más nos escuchará —, tu sabes si yo... ¿Tenía algún novio?

Una sonrisa perezosa se deslizó por sus labios lentamente, soltó mi mano con delicadeza y se inclinó para susurrar en mi oído.

—Búscalo en el sótano.

Fruncí el ceño de inmediato y me alejé de el para mirarlo. Abrí la boca para hablar pero nada salió de ella, no sabía que decir. Mi abuelo asintió en silencio y giró su vista a la televisión nuevamente, eso significaba que el tema estaba terminado.

Aún no sé quién soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora