Capítulo 23

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Estoy cómodamente dormido con Serenity, cuando alguien de pronto abre la puerta de la habitación.

- ¡Diamante, cariño ya estoy aquí! - esa voz me suena familiar. Me despierto sobresaltado por la irrupción.

- ¿Qué?

Serenity también se despierta y su respiración es agitada -¿Quién eres tú? - pregunta muy molesta.

- ¿Disculpa? la pregunta es ¿Quién eres tú? - su tono es mordaz.

- ¿Esmeralda? - pregunto aún adormilado. Me ha costado unos segundos reconocerla ¿Qué hace aquí?

- Diamante, cariño, apenas me he enterado del accidente, nadie me dijo nada - siento que se acerca y me toma del rostro ¿Qué le pasa? alejo su mano de un manotazo.

- Te agradecería que no te tomes atribuciones que no te corresponden - la amenazo - Y por favor, sal de mi habitación. No se quien te dejó entrar - busco a Serenity pero parece que ella ha salido de la cama.

- Ya lo oíste ¿no? - por su tono de voz está furiosa. Y parece que está cerca de la puerta - Ya puedes retirarte.

- Diamante ¿vas a dejar que me corra? esta... ¿Señorita? - el veneno es su voz es más que evidente.

- La Señorita es mi mujer, así que si ella dice que te vayas, te vas - hago una ademán con la mano hacia la puerta.

- Ya lo oíste, puedes irte - Se escucha arrogante y eso me encanta.

Los pasos de Esmeralda resuenan en el piso y sé que va de salida. Luego la puerta se cierra fuerte.

- ¿Me quieres explicar quién demonios es ella? - ¡oh no!

- Es Esmeralda. Una amiga de la familia. Hace años que no la veo, bueno eso es evidente - hago una pausa esperando que mi broma aminore su molestia pero sólo respira ruidosamente - Te juro que no sé qué hace aquí y mucho menos quien la dejo entrar.

- Pues para ser amiga de la familia se toma muchas atribuciones ¿Como sabía donde era tu habitación? ¿Vino aquí alguna vez? - levanta la voz cada vez un poco más.

- ¡Claro que no! Esta casa la adquirí cuando Star y yo estábamos juntos. A Esmeralda tengo poco más de cinco años sin verla. No tengo ni idea de que hace aquí ni como llegó hasta la recámara - me defiendo.

- ¡Pues quien se lo haya permitido tendrá un grave problema! - sentencia. Esta furiosa y eso me hace sentir sumamente feliz. Sus celos me dan seguridad.

- Tranquila, no será una molestia - extiendo mi mano - ven acá.

Pasa un minuto y después de meditarlo se acerca a mí. La Jalo hacia la cama y me coloco encima de ella.

- ¿Sabes que sexy suenas celosa?- busco sus labios y los muerdo, los lamo. Me estoy poniendo a mil.

- No - responde y siento que se cruza de brazos.

- No te enojes amor mío, yo no tengo la culpa de que Esmeralda haya hecho eso - la sigo incitando poco a poco. Quiero que ella sea quien me bese.

- Pues ponle un alto - ahora baja sus manos, estoy logrando que se desarme.

- Ya se lo puse, pero te aseguro que seré más claro. ¿Aunque no sé qué hace aquí? - con una mano recorro su cintura. Bajo mis besos a su cuello - no la tomes contra mí.

- Bien. Pero tienes... - deja de hablar un momento, le gusta lo que hago - tienes que ser claro.

- Si mi amor, lo que tú digas - subo a su oreja, la muerdo - tus palabras son ordenes - introduzco mi lengua y ella me acerca más. Nuestras partes están en contacto.

𝕰𝖑 𝕴𝖓𝖋𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝕯𝖊 𝕯𝖎𝖆𝖒𝖆𝖓𝖙𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora