Capítulo 11

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Ya han pasado quince días desde que Serenity llegó a esta casa. Día tras día llevo un recuento mental. Sin duda es una mujer extraordinaria, además de muy buena enfermera. La verdad es que los cuidados que tiene conmigo son magníficos, claro, además está su compañía.
Todas las mañanas viene a despertarme con su voz cantarina. Me da el medicamento, luego entro a la ducha, me cambio, viene por mi y bajamos a desayunar al jardín. Por las tardes nos la pasamos en la biblioteca, ella lee y yo escucho ¡No sabía que teníamos tantas cosas en común!.
Algunas veces en el lugar de la biblioteca recorremos la casa. Me ayuda a memorizar los pasos para llegar a todas las habitaciones y la cocina. Luego, a la hora de cenar, vamos al comedor o cenamos en mi habitación. Si mi hermano me viera, no lo creería. La verdad es que Serenity me ha cambiado la vida completamente. Ya no siento tanta oscuridad. Aunque debo de ser sincero, cuando me encuentro solo en mi habitación, me derrumbo nuevamente, pienso en Star y en lo que le ocasioné, recuerdo una y otra vez el accidente, recuerdo su rostro, su sonrisa, ese día se veía hermosa ... y entonces, vuelvo a caer en un agujero negro del que solo puedo salir hasta la mañana siguiente, cuando Serenity viene a rescatarme.
Por eso ahora valoro tanto el día. Sé que no veo la luz del sol, ni las nubes, ni su rostro, pero siento el calor en mi cuerpo, siento la luz que emana de ella. Quisiera agarrarme con fuerza a su ser para no volver a la oscuridad, al infierno en el que vivo. Bueno, tal vez, en el que antes vivía.

-¡Hola Diamante! ¡Hoy es el día! - entra gritando a mi habitación.

-¿Tan temprano estás molestando? - giro mi cuerpo en señal de que quiero seguir durmiendo, pero la verdad es que no es así.

-Vamos, vamos, levántante, anda, toma tu medicamento y date un baño - me jala del brazo y me gira.

- Por cierto ¿a que día te refieres? - sé a qué día se refiere pero quiero escuchar la alegaría en su voz.

- ¡Es el día en que por fin, después de tres años saldrás de esta casa! -grita y escucho como brinca.

- No seas exagerada por favor. Me molesta tanta euforia - me siento y extiendo la mano pidiendo mis pastillas.

- No comiences con tonterías.

-Respeto - gruño.

-Perdón ... - se escucha apenada - toma - pone la pastilla en una mano y el vaso de agua en el otro - Entiende que me siento muy feliz de que hoy salgas. Además ...

-¿Además qué? - tragó la pastilla.

- Sabes ... - se sienta a mi lado. Su cercanía me gusta - quiero decirte que, enserio, enserio, me enorgulleces.

-¿Te enorgullezco? ¿Por qué?

- Por que estás haciendo esto no sólo por mi, si no por ti. Además, quiero darte las gracias por permitirme quedar en esta casa, por darme la oportunidad de demostrarte que en verdad quiero ayudarte, por darte la oportunidad de conocerme, pero sobre todo, gracias por dejarme entrar aquí - y siento su largo dedo en donde está mi corazon. Me sobresalto de la impresión ¿cómo sabe? ¿Por qué dice eso? No respondo, así que ella sigue hablando.

-Se que has sufrido mucho, sé que el dolor te ha consumido, pero como te dije un día, yo alguna vez pasé por eso ... pasé por esa oscuridad en la que tú vivías o vives, no lo sé, pero lo que si sé, es que te has abierto a mi, y quiero que sepas que todo lo que hice, hago y haré es por tu bien.

-Bueno ... realmente has hecho magia -digo apenado.

-No es magia, es que tú, Diamante Black eres una buena persona, tienes un corazón enorme, sólo que ahora lo llevas acorazado, pero sé que eres bueno, solo que te dejaste consumir por la tristeza.

𝕰𝖑 𝕴𝖓𝖋𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝕯𝖊 𝕯𝖎𝖆𝖒𝖆𝖓𝖙𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora