𝕰𝖑 𝕴𝖓𝖋𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝕯𝖊 𝕯𝖎𝖆𝖒𝖆𝖓𝖙𝖊

Capítulo 9

No sé cuánto tiempo transcurrió, pero por un buen rato seguimos ahí abrazados mientras yo me desahogaba. Amaba tanto a Star que únicamente me había permitido llorar en dos ocasiones; la primera, cuando desperté en el hospital y me dieron la noticia, y la segunda, cuando me despedí de ella en el cementerio. Además de esas ocasiones nunca más lo volví a hacer. Me lo prohibí determinantemente. Pero, ahora aquí en el baño que fue nuestro, en el que tantas veces hicimos el amor, en el que no solo limpiamos nuestros cuerpos, si no también nuestras almas, estoy llorando, inconsolable y como un bebé. La extraño tanto que por un momento me puedo permitir dejar salir toda esa tristeza que me invade.

-Diamante... - su suave voz retumba en el baño por encima del agua que cae.

No respondo, no puedo. Se separa de mí y toma mi rostro con sus manos.

-¿Te sientes mejor? Esto lo hago por que quiero que estes bien y que te sientas un poco mejor. Sé que posiblemente no sea la persona más adecuada, pero enserio quiero ayudarte. - sus palabras me atraviesan, puedo escuchar su sinceridad.

-Gracias... - apenas puedo responder.

-Bien. Te dejaré solo para que te duches. Sobre la cama dejaré tu ropa ¿está bien?

-Si, gracias.

-Bueno, algo estoy haciendo bien... en menos de dos minutos me has dado dos veces las gracias - su voz es alegre. Yo también sonrío.

-Entonces, me voy... cuando estés listo llámame para bajar a comer.

-¿Insistes?

-¡Claro! te aseguro que el aire del jardín y tu comida favorita harán milagros en ti.

Me quedo solo y comienzo a quitarme la ropa. Me pongo bajo el chorro de agua otra vez y comienzo a relajarme. La verdad es que tener las emociones a flor de piel me hacen sentir exhausto.

Después del baño, salgo a la recámara y me pongo la ropa que Serenity dejó ahí. Luego la llamo.

-Serenity... estoy listo. - levanto la voz para que me escuche y venga.

-Hola... Que guapo... - dice acercándose - solo falta algo... - su cara esta cerca de mi y parece que me olfatea.

-¿Qué es? - pregunto.

-Perfume... No estás totalmente listo hasta que usas perfume.

Se aleja, coge una de mis lociones y luego viene y comienza a perfumarme. Otra cosa que tenía mucho que no hacía.

-Oye, este olor es magnífico, me gusta. Te sienta bien, va contigo.

-No sabía que además de todo, eras experta en perfumería y fragancias - digo con sarcasmo.

-Bueno, pues tengo otras habilidades muy bien ocultas, te sorprenderías... - no sé a qué quería que sonara eso pero sonó a doble sentido. Lo dejo pasar.

Me toma del brazo y luego me acerca a mi mejor amigo, caminamos hasta la puerta y cuando estamos a punto de atravesar el umbral me detengo.

-¿Es necesario que lo haga?

-Claro, pero sobre todo es importante. Anda vamos... - me sujeta más firmemente del brazo y salimos de mi habitación. Caminamos por el pasillo, luego deja mi brazo para tomarme de las manos.

-Haremos esto lento ¿está bien? yo te guiaré y te indicaré cada escalón. Siéntete seguro, no dejaré que nada te pase. - asegura.

-Me siento como un bebé - gruño.

-Pues no necesariamente. Imagina que las cosas son al revés. Si yo estuviera en tu situación me gustaría que alguien me guiara y me ayudara. Así que si un día pierdo la vista tú serás quien me ayude.