Después de varias semanas de visitas recurrentes, conversaciones largas y cosas en común, los estimados humanos de la casa Seo parecían amigos de toda la vida.
Habían comenzado a frecuentarse ellos solos y seguido Ten pasaba por Taeyong a la escuela para ir a pasear a algún lugar.
Nadie entendía aún la química que compartían. Al principio la familia había pensado que era por que eran humanos y todo eso, pero después se dieron cuenta de que ellos, en efecto, eran perfectos amigos. Aunque casi siempre peleaban por alguna cosa humana como lo que querían comer o algo así.
Aun así eran tal para cuál.
Ese día, como de costumbre, Ten había pasado por Taeyong a la universidad y, después de comer, ambos irían a visitar a su familia al edificio de la compañía que dirigían.
Ambos tenían la misma edad, pero Ten tenía media carrera de contaduría y llevaba los libros de la empresa de Johnny, mientras Taeyong seguía estudiando una carrera en comercio.
Para su almuerzo, eligieron un restaurante de sushi.
Ten estaba seguro que Yuta aún saboreaba la comida, así que llevó algo para él.
Cuando se dirigían al auto del peli plateado, conversando animadamente, una van se estacionó frente a ellos.
Taeyong retrocedió.
– La gente es tan descuidada – murmuró decepcionado – casi nos aplastan –
Ten soltó una risita divertida.
– Está bien – se encogió de hombros – estamos bien –
Entrelazó su brazo con el del rubio y, justo cuando se disponía a sacarle la vuelta a la camioneta, un hombre muy alto se interpuso en su camino.
– Disculpen por hacer esto – dijo mientras abría la puerta – pero tienen que entrar –
Ambos sintieron como su presión descendía radicalmente.
– ¿Quién es usted? – preguntó Taeyong atemorizado.
Antes de que pudieran si quiera seguir protestando, otras dos personas con fuerza sobrehumana los cargaron y subieron a la camioneta como si nada.
– Si gritas, te corto la garganta – amenazó uno de ellos.
El que estaba afuera soltó un suspiro cansado antes de cerrar la puerta corrediza y correr al asiento del piloto para conducir como alma que llevaba el diablo.
Ten y Taeyong temblaban nerviosos.
Miraban con obvia desconfianza a sus captores mientras estos los miraban a ellos aburridos.
Ten deslizó discretamente la mano a la bolsa de su chaqueta, entrando en pánico cuando no sintió nada.
– ¿Buscas esto? – habló uno de ellos, mostrándole su teléfono – lo siento. No vas a llamar a nadie ahora –
– ¿Qué quieren de nosotros? – preguntó asustado.
– No vamos a hacerles daño – dijo el más bajo, de cabello café oscuro – sólo queremos hablar –
Taeyong apretó la mano de Ten.
– Por favor, déjennos ir – sollozó el rubio – estoy seguro de que esto es un error. Nosotros no... –
– Guarda silencio – pidió el de cabello castaño claro – esto no es una negociación. Aún no – sonrió.
Ambos humanos intercambiaron miradas confundidas, decidiendo de no decir nada más.
La camioneta se detuvo en el medio de un campo, después de silenciosos cuarenta y tantos minutos.
El que conducía se bajó de la camioneta y abrió la puerta para los otros, que se bajaron también, arrastrando a sus rehenes con ellos.
– ¿Los lastimaron? – preguntó aquel que conducía.
Los humanos negaron.
– Bien – asintió – en verdad, lamentamos estar haciendo esto, pero realmente no tenemos opción. Tenemos que hablar con ustedes –
– ¿Hablar de qué? – preguntó Ten, aferrándose al cuerpo de Taeyong.
– ¿Les suena el nombre de Mark Lee? –
El tailandés tragó duro, apresurándose a negar. El rubio se mantuvo cabizbajo.
– Por favor – pidió de nuevo el otro – sé que lo conocen. Sólo queremos razonar con él, pero sabemos que no va a escucharnos por que somos... – chasqueó la lengua.
– Dilo – alentó el de cabello castaño claro – somos lobos. Por eso Mark Lee está haciendo de nuestra vida un infierno –
Al escuchar eso último, ambos humanos levantaron la mirada, sorprendidos.
– ¿De qué hablas? – preguntó el peli plateado.
– ¿No te lo dijo? – rió amargamente – ustedes los humanos que se rodean de chupa sangre, siempre se mantienen ciegos ante esos monstruos –
– Sicheng – reprendió el que hablaba amablemente con ellos.
– Díselos, Yukhei – frunció el ceño – diles que esa escoria está a punto de quitarnos todo lo que tenemos – los miró a ambos – debería matarlos para estar a mano –
– O mejor los sueltas – ordenó una voz detrás de ellos.
El tal Yukhei apretó los ojos, mientras Sicheng gruñó, seguido por el de cabello oscuro.
Taeyong y Ten sintieron como su alma regresaba a su cuerpo.
– John – hizo un asentimiento, girándose al recién llegado.
Cuando los otros dos se dieron la vuelta, se encontraron con el azabache, que los miraba relajado. Como si nada estuviera pasando.
– No sé que te hace pensar que puedes tocar a mi familia, y honestamente no me interesa – negó – o los sueltas, o los asesinamos a todos –
– No viene solo – susurró Sicheng.
Por instinto, el más bajo se convirtió en lobo, apenas logrando esquivar al auto que se estacionó junto a ellos, de donde salió YoonOh.
Detrás de la camioneta, apareció finalmente Yuta, enfrentando cara a cara a Sicheng.
– Déjalos ir – advirtió John una vez más.
– Sólo queremos hablar – replicó Yukhei, tan tranquilo como pudo.
– Pero que falta de clase – negó el contrario – no es así como funcionan las cosas con la gente decente –
– Al menos somos de palabra – entrecerró los ojos – teníamos un trato, Seo. No cazan en nuestra tierra –
– ¿Qué te hace pensar que lo hicimos? – levantó una ceja – aquí la comida no es buena –
– Yo lo vi – espetó Sicheng – ese de ahí ha atravesado nuestro territorio como si nada y la otra noche asesinó al toro de una de las manadas – dijo señalando a YoonOh.
– No es cierto –
– Todos te vimos – aseguró Yukhei.
Pensó que el vampiro frente a él iba a negarlo, pero no se perdió cómo éste miró a su hermano por una fracción de segundo antes de fingir que no le interesaba en absoluto.
– Bien, no estamos llegando a ningún lado – suspiró dramáticamente – es la última vez que lo pido de manera amable. Dejen ir a estos humanos –
– ¿O qué? – retó Sicheng.
De pronto, a lo lejos, el aullido del lobo de Jaemin los alertó.
– Veo que uno de sus chicos llegó de la escuela – sonrió.
:( pobre Nana
Es todo por hoy, my loves. Mañana sigo publicando.
En serio, si por mí fuera publicaba los cuarenta y tantos capítulos que llevo, pero todavía me falta el final :(
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Hunting season
FanfictionNo eran de clases sociales, razas o preferencias diferentes. Su conflicto principal, eran sus especies. O eras un perro, o eras un muerto. Si eras un humano no había problema, a menos que estuvieras con uno de ellos. NCT OT21 (ya sé, dije que no ib...