Capítulo 41

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Por primera vez en semanas, Doyoung estaba teniendo un momento de paz.

En el último tiempo, creía que su familia estaba cambiando demasiado.

Primero, YoonOh con el humano; luego, estaba el que Ten había comenzado a enojarse con ellos; luego lo de Mark siendo todo lindo y tratando decente a los perros y; al final, que al parecer un lobo estaba agonizando de amor por Yuta.

Era lo más drástico que les había pasado en años.

Así que ese día, cuando llegó de trabajar, se dio un baño, se puso sólo su ropa interior y se envolvió en una colorida bata de satín que no se molestó en cerrar.

Hacía mucho la tenía y no la usaba por que le recordaba a esa exótica novia de la India que había fallecido ya hacía mucho, pero eran buenos recuerdos, después de todo.

Se preparó un trago muy fuerte, puso música blues y se permitió relajarse en el bar.

El placer no le duró mucho.

Suspiró cansado cuando alguien apagó la música, pero no abrió los ojos ni se levantó del sillón.

– Voy a fingir que no estás aquí – dijo a quien quiera que fuera.

El otro rió.

– Necesito un consejo –

Tan pronto reconoció la voz, el mayor abrió los ojos y sonrió a él.

– Ven aquí – palmeó su regazo.

Obedeciendo, Jeno caminó hacia él y se sentó sobre sus piernas.

Parecían padre e hijo. Por eso mismo sabía que Doyoung haría una excepción en su día de relajación y hablaría con él.

– ¿Qué necesitas? – preguntó mientras acariciaba gentilmente su cabello.

El otro suspiró.

– Bien, primero, debes saber que estoy viendo a alguien –

Doyoung sonrió satisfecho.

– Lo sabía – celebró – has estado saliendo mucho. Sabía que eso era sospechoso –

– Sí, bueno – se encogió de hombros – es un chico genial. Es amable, divertido y es muy guapo – sonrió al recordarlo – realmente estoy enamorado de su sonrisa. Incluso le hice un collage –

El mayor casi se pone a llorar.

Su pequeño Jeno estaba enamorado por primera vez desde que lo conocía.

– Dime – se giró a mirarlo – éste chico... ¿lo conozco? –

El otro asintió, ocultando el rostro en la curvatura del cuello de su hyung.

Genial. Ya sabía quien era.

– Entonces es él – inquirió – tengo que admitir que siempre he pensado en ustedes como una buena pareja –

El menor parpadeó atónito.

– ¿De verdad? –

– De verdad – asintió – su especie no me agrada mucho, pero él es un buen chico. Si salías con alguien, por supuesto que sería él –

Jeno sonrió enternecido.

– Me alegra – abrazó el cuerpo del mayor.

El otro correspondió el abrazo.

Se quedaron en silencio por un rato hasta que Doyoung carraspeó.

– Entonces – se encogió de hombros – ¿qué clase de consejo necesitas? –

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