Capítulo 24

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– No puedo creer que coqueteaste con Jaemin – reclamó – ¿por qué lo hiciste? –

El otro rodó los ojos.

– Él me coqueteó a mí y yo correspondí. Demándame –

– Renjun – detuvo al otro, a punto de llegar a su casa – sabes que él me gusta –

– Bien, entonces díselo, por que parece dudarlo – se soltó – siempre haces eso. Te gusta alguien y esperas que lo adivine por que nunca les dices lo que sientes –

– Por que no estoy seguro de gustarles también – obvió – ¿y si me rechaza? –

– No creo que lo haga – se encogió de hombros – creo que le gustas –

– ¿En serio? – preguntó incrédulo – por que creí haber visto como te hacía ojitos –

– Supéralo – rió – ahora, voy a entrar a casa y tú llamarás a Jaemin y le pedirás una cita. O me veré en la necesidad de usar mi don sobre ti para obligarte a hacerlo –

– No lo hagas – hizo un puchero – es horrible cuando pasa el efecto –

– Lo es – asintió – así que ve allá y haz lo que debes hacer –

El otro suspiró profundamente.

– ¿Qué haría sin ti? – sonrió.

– No mucho. Llevo décadas salvando tu trasero –

– Es por que eres mi mejor amigo –

– Más vale que lo sea. Te he hecho favores desde que nos conocemos sin recibir nada a cambio –

– Te lo digo. El mejor – le guiñó un ojo antes de irse corriendo.

Renjun suspiró.

Sin prisa, entró a su casa y fue directo a su habitación.

Frunció el ceño cuando llegó.

– Chenle –

– Hola – saludó el rubio, sentado en el marco de la ventana – lo siento. Los vi por accidente –

– No importa. Sólo le daba consejos de amor –

– ¿A Jeno? – preguntó sorprendido – ¿le gusta alguien? –

– Un lobo – asintió.

Chenle hizo una mueca.

– Eso es nuevo –

– Lo sé – rió – como sea, ¿qué haces aquí? –

– Estoy esperando a que llegue Hendery –

– ¿Por qué? – se dejó caer en la cama.

– Por que me debe como mil favores y necesito uno a cambio – se levantó – ahí está – dijo antes de salir corriendo de la habitación.

Hendery apenas puso un pie en la casa cuando ya tenía a Chenle sobre él.

– Bienvenido – lo recibió alegre.

El mayor rodó los ojos.

– No sé que quieres, pero no – caminó en dirección a su habitación.

– Ni siquiera te he pedido nada – lo siguió.

– No es necesario – se detuvo en la puerta – la respuesta es no –

Apenas iba a cerrar cuando el menor lo detuvo.

– Kun ge está castigándome por lo que le hice al toro – dijo con pesar – lo cual no sería horrible si el papá de Jisung no estuviera en la ciudad –

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