Capítulo 10

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Llegaron a la casa, que estaba completamente en silencio, azotando la puerta y jadeando.

Donghyuck estaba trabajando y YangYang llegaría más tarde, así que sólo estaban ellos.

– ¡Jaemin! – llamó Yukhei.

– El perro no está aquí – respondió alguien, saliendo de la cocina – entre más veo esta pocilga más me motivo a destruirla –

Yukhei caminó hacia él hecho una furia y lo tomó del cuello de la chaqueta.

– ¿Dónde está? –

Mark fingió un puchero.

– No quiero decírtelo –

– ¿Crees que esto es un juego? – gruñó – somos tres. Podemos asesinarte en segundos –

– Pueden – asintió – al igual que nosotros con su pequeño Jimin o como sea que se llame –

El otro lo soltó violentamente.

– ¿Dónde está mi hermano? –

El azabache sonrió.

Estaba divirtiéndose mucho.





Jaemin estaba hecho un ovillo en la esquina de la cama.

Abrazaba sus piernas y tenía la cara escondida entre las rodillas.

Escuchó una ráfaga de viento, pero no levantó la cabeza.

– Te traje comida – dijo uno de ellos, depositando una bolsa de Wendy's en la cama.

– No tengo hambre – murmuró.

– Literalmente puedo escuchar a tu estómago pedir alimento – negó el recién llegado – sólo come, ¿bien? –

Jaemin lo miró finalmente.

– ¿Por qué hacen esto? –

El otro resopló.

– Tu familia acaba de secuestrar a los únicos dos miembros frágiles de la mía – se cruzó de brazos – no te hagas la víctima –

– No querían secuestrarlos – negó cabizbajo – sólo querían hablar –

– ¿Y no pudieron preguntar? –

– ¿Para que nos mandaran al diablo como tu hermano Mark? – espetó – ustedes son horribles –

– No tengo idea de qué estás hablando – frunció el ceño.

– Claro – bufó – pero bueno. Supongo que es la parte humana la que les falta –

El vampiro abrió la boca, pero no pudo decir nada. No tenía argumento en contra.

– Eres Jaemin, ¿verdad? – el de cabello gris asintió sin mirarlo – soy Jeno –

– No me importa –

– ¿Por qué estás triste? – se sentó frente a él.

El otro frunció el ceño.

– ¿Qué? –

– Deberías estar asustado, pero estás triste – explicó – ¿por qué? –

– Eres un fenómeno – gruñó – ¿lees la mente o algo así? –

– Sí – respondió Jeno.

Jaemin jadeó.

– ¿De verdad? –

– No – rió.

El estómago de Jaemin cosquilleó. Frunció el ceño extrañado, pero logró reprimir el sentimiento.

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