Capítulo 28

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YangYang escuchaba música tranquila en su habitación.

Aprovechando que Sicheng no estaba en casa, comenzó a husmear por todos lados.

Por pura suerte, encontró su herramienta de trabajo.

Una placa, un arma, esposas y otras cosas divertidas que su roomie jamás lo dejaba tocar por que era peligroso.

Bueno, si era sincero, sí le daba un poco de miedo estropear algo o dispararse en el pie como Taeil hyung, así que cerró el cajón y siguió buscando.

Nada interesante.

Suspiró cansado. Estaba tan aburrido que, tras segundos de mirar el chiquero en el que vivía, se dispuso a limpiar.

Sólo le tomó media hora.

Mierda, esto era bueno. ¿Por qué nunca limpiaban su habitación? Se veía y olía mejor que antes. Incluso cambió las sábanas de la cama del otro también.

Ahora sólo faltaba que Sicheng lavara la ropa si no quería que destruyera la lavadora y listo, su habitación estaría impecable.

– ¿Necesitas ayuda con eso? – preguntaron desde la puerta.

YangYang se giró al recién llegado y sonrió antes de correr al parlante para bajar el volumen de la música.

– Lo siento, no te escuché llegar – se disculpó apenado – ¿llevas mucho tiempo aquí? –

– Voy llegando. No te preocupes –

– Genial – dio un saltito – ¿quieres pasar? –

El japonés asintió y entró sin responder.

Parecía serio, pero el menor asumió que se lo estaba imaginando. Yuta no hablaba mucho, de todos modos.

– ¿Con quién compartes habitación? – preguntó sentándose en el piso, al pie de una de las camas.

– Sicheng ge – sonrió – pero él no llegará hoy –

– Sicheng es el castaño, ¿verdad? – el menor asintió – ya veo –

– ¿Por qué preguntas? –

– Tuvimos algunos roces en el pasado – se encogió de hombros – parece un chico fuerte –

– Lo es – se dejó caer en la cama del mayor, estirándose – es un tipo duro y disciplinado. Es policía, así que tiene el carácter –

– Y está en forma – comentó Yuta, casualmente.

YangYang lo miró extrañado.

– Pues... sí – se encogió de hombros – es un hombre musculoso y tiene abdominales increíbles –

– Tiendes a observar demasiado, ¿no? – dijo divertido.

– No realmente – rió tímido – pero él duerme en esta cama y sólo con un pantalón –

Una emoción parpadeó en la mirada del mayor.

– ¿No le da frío? –

– Si le da frío se levanta, viene a mi cama y se acuesta conmigo – se encogió de hombros – yo lo abrazo toda la noche y eso le gusta, así que supongo que está bien –

Yuta asintió.

– Supongo –

El menor se removió, incómodo.

¿Por qué Yuta estaba tan interesado en Sicheng y su cuerpo?

Lo admitía, era lindo, pero no era la gran cosa. Había visto a Sicheng desnudo cientos de veces. No era nada por qué impresionarse.

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