Capítulo 46

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Después de la sorpresa, siguió la alegría. Luego, la ligera preocupación por la reacción de todos. Luego, la emoción. Luego la amigable envidia y, finalmente, la euforia.

Aún con todas las emociones que experimentaron, Donghyuck y Ten fueron la mejor opción para ser los primeros en saberlo.

Le habían aconsejado perfectamente. Ahora sabía qué debía hacer.

Claro que, eso no quitaba la posibilidad de que Taeyong no aceptara, pero valía la pena arriesgarse.

Con él, todo valía la pena.

Habían pasado dos días y, en ese momento, se encontraba con dos de sus hermanos en una exclusiva joyería, intentando encontrar el anillo perfecto.

– ¿Qué te parece este? – señaló Mark – el color le queda bien a Tae –

– También pensé lo mismo – asintió – no me decido entre ese y éste – señaló el anillo aledaño – ambos son muy buenos –

Esa misma noche, había invitado a Taeyong a cenar para pedírselo.

No iba a ser cualquier cena. Había planeado el escenario perfecto en medio del bosque (a sólo metros de su casa) y ya tenía un equipo trabajando en todo eso.

– Hmm no – negó – no me decido. Creo que deberíamos volver más tarde –

El menor rodó los ojos.

– ¿Más tarde a qué hora? – reprochó – ¿diez minutos antes de que sea la cena? –

– ¿Qué te parece éste? – habló el tercero, llamando la atención de ambos.

Los otros dos se acercaron, examinando la joya que se hermano les señalaba, y jadearon impresionados.

Era un anillo plateado grisáceo con un zafiro negro pequeño en el centro.

– Éste – habló Mark – tiene que ser éste o serás un idiota –

– Definitivamente es éste – asintió, mirando al tercero – gracias, Doyoung –

El mayor sonrió.

– No es nada – dijo antes de llamar al hombre del mostrador para que les empacara la joya.

YoonOh no pudo sentirse más satisfecho.

Pero, el hecho de tenerlo en sus manos temblorosas, aumentaba sus nervios.

Incluso cuando llegó a casa se sentía terriblemente nervioso.

No sabía qué hacer ahora.

Más bien, sí sabía. Tenía todo perfectamente planeado. Lo que no sabía era si hacerlo o no.

Sin notarlo, comenzó a hiperventilar.

Mierda, ¿acaso estaba haciendo calor?

– Quisiera preguntar – habló alguien detrás de él – pero creo saber que es –

El castaño se giró a verlo y lo miró suplicante.

– John... –

– Primero – lo detuvo – respira un poco. Creo que vas a desmayarte –

– No puedo hacerlo – negó – no puedo. Va a decirme que no –

– YoonOh – rió – tienes que calmarte o voy a abofetearte –

– ¿Qué voy a hacer si me dice que no? – lo sujetó de los hombros – puedo morir, John –

– No vas a morir – habló suavemente – y Taeyong no va a decirte que no –

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