Capítulo 21

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Había muy poca gente en el mundo que lo sabía, pero a los vampiros también les dolía la cabeza.

Mark estaba experimentando lo que podría llamarse la migraña del año.

¿La razón? No podía razonar con su estúpido cliente Park Chang Woo. Y el tipo ni de broma pensaba en cancelar la subasta.

Sí era una basura clasista, después de todo.

Así que, rendido, Mark caminó hacia su propia oficina, cerró la puerta y se dedicó a trabajar.

Debía encontrar una solución.

Como, sí detestaba a los perros y por supuesto que les tenía rencor, pero incluso él tenía sus límites.

Apenas se sentía ligeramente más motivado con la idea de salvar a la manada Wong, YoonOh entró a su oficina y cerró su computadora sobre sus dedos.

– ¿Qué carajo te pasa? – reclamó.

– Taeyong terminó conmigo – dijo como si nada, sentándose en la silla al frente.

El menor lo miró boquiabierto. No esperaba escuchar eso en absoluto.

– ¿Cuándo? – preguntó atónito.

– Hace días – negó – pensé que iba a superarlo, pero no puedo – cubrió su cara con ambas manos – no sé que hacer –

Bueno, Mark no sabía tampoco.

De hecho era la última persona en el mundo que sabría que hacer. Ni siquiera se enrollaba con humanos por más de una noche. Temía perderlos y sufrir por ello, al igual que su hermano en ese preciso momento.

– Mierda, lo siento – se limitó a decir – ¿quieres hablar de eso? –

– Quiero olvidarlo – sollozó – quiero que, si Ten me pregunta por él, no me duela como la mierda. Quiero pasar la mayor parte de mi vida pensando en trabajo, como hacía antes de conocerlo. Quiero que se sienta como si nunca hubiera existido –

– Hermano – se levantó, caminando junto a él – realmente yo no sé que... –

– Ya no quiero sentir – lo miró.

Oh Dios. YoonOh estaba llorando.

La última vez que había llorado fue cuando asesinaron a John Lennon.

Mark entró en pánico.

– ¿Y cómo te ayudo? – se hincó junto a él – dime qué hacer para ayudarte –

– No lo sé – limpió su rostro sin cuidado – quiero que me digas cómo haces tú para andar por la vida sin sentimientos –

– ¿Qué? – frunció el ceño – yo tengo sentimientos –

– Mark... –

– Sí los tengo – insistió – sé que ustedes piensan que soy una mierda desalmada, pero no saben nada –

El castaño entrecerró los ojos.

– Si lo dices en serio, ¿cómo haces para que no te consuma la remordimiento? – negó – ¿al menos sientes remordimiento? –

– Claro que lo siento, idiota – golpeó su cabeza – ahora mismo tengo mucho de ello. Y es horrible –

– No me estás ayudando – se quejó.

– No sé cómo esperas que lo haga – admitió – he pasado todo el día intentando resolver el asunto con la manada Wong para al menos liberar algo de mi carga y... –

– Espera – lo detuvo – ¿estás diciendo que te sientes culpable por lo que les hiciste a ellos? –

– ¡Sí! – se levantó de golpe – ¡presta atención! –

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