Capítulo 13

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Jaemin suspiró aliviado cuando la clase terminó.

Álgebra para ingeniería II era probablemente la materia más aburrida del mundo.

Aunque le iba bastante bien, estaba teniendo problemas para mantenerse despierto esos días.

Odiaba admitirlo, pero estaba triste por la situación de su familia, y eso le estaba costando varias noches en vela.

Si le preguntaban, no podía evitarlo.

Podría, si fuera parte de la solución, pero no. No lo era. No le permitían serlo por que no tenía edad suficiente.

Genial, ahora se sentía en la mierda y apenas eran las diez de la mañana.

Resignado a que tendría otro día difícil por la falta de sueño y los interminables quehaceres, se levantó de su escritorio y salió del salón.

Iba arrastrando los pies y chocando con todo el mundo, balbuceando disculpas a medias y una que otra grosería.

Sollozó discretamente cuando recordó que al día siguiente tenía examen de Cálculo Integral y no había estudiado nada aún. Ni siquiera sabía que había que estudiar.

Se dijo a sí mismo que no podía darse el lujo de reprobar. La familia estaba teniendo demasiados problemas como para encima lidiar con un chico que reprobaba sus materias.

Eso no iba a ayudar en nada.

Así que, decidido a no ser un total perdedor ese día, caminó a las máquinas expendedoras y se compró una bebida con taurina y una barra de chocolate gigante. Tal vez iba a estar hiperactivo lo que restaba del día, pero eso era mejor que andar por la vida como zombie.

Casi se pone a llorar cuando se dio cuenta que necesitaba energía para comer también.

No podía masticar, no podía pensar y no podía vivir en general. No con tanto sueño.

Ni siquiera se dio cuenta de que, al salir de la escuela, alguien lo estaba siguiendo.

Estaba alerta, pero no sabía por qué. Pensaba que era la bebida energética, mientras su lobo le advertía que huyera.

Pero no lo hizo. En su lugar buscó un contenedor de basura dónde tirar el residuo de su comida y caminó hacia uno que encontró en un callejón.

No se dio cuenta que el intruso lo siguió ahí también.

Cuando se giró, jadeó asustado, retrocediendo violentamente y chocando con la pared detrás de él.

No había nada alrededor para defenderse. Ni siquiera tuvo la energía para gritar o forcejear.

Estaba jodido.






Después de varios días del pequeño incidente con la manada, las cosas ya se habían calmado un poco.

Aun así, se extremaban precauciones, por si acaso.

Ese día les tocaba a Jungwoo y Yuta quedarse en casa a hacer guardia, lo que no sería demasiado horrible si Ten les hablara alguno de ellos.

Sí, parecía broma, pero él seguía enojado.

Aunque, si tuvieran que reconocerlo, aceptarían que fue su culpa.

Tan simple como que, al enterarse de lo que su pequeño Mark estaba haciéndole a una de las manadas, ellos como que no preguntaron nada. Simplemente suspiraron y negaron con decepción diciendo algo como "así es Mark. ¿Qué se le va a hacer?" Y eso fue todo.

Obviamente, Ten no estaba teniéndolo.

Al único al que le seguía hablando era a Taeyong. Sólo así podían deleitarse con la voz de su preciado humano.

Con quien sí estaban molestos, era con su hermano YoonOh.

A ellos claramente no les importaba lo que le pasara a las manadas locales, pero no se cazaba en sus tierras.

Principalmente por que no querían a los lobos en su territorio designado. Era tranquilo, bonito y libre de cualquier otra especie que no fueran vampiros. No valían la pena los disturbios.

Así que sí, YoonOh había sido un idiota.

El único que no le reclamaba nada, era Doyoung. Él permanecía silencioso ante ese tema.

En fin. Todo lo demás estaba bien.

Casi.

– Tengo hambre – se quejó Jungwoo, mirando por la ventana de la habitación de Yuta – ¿a qué hora llega John? –

El japonés estiró su brazo para subir la manga de su camisa y revisó su reloj. 3:25.

– No tarda – comentó distraído antes de seguir lanzando una pelota de tennis contra una pared.

El menor asintió.

Estaban escuchando música tranquila hasta que la canción terminó y comenzó reproducirse "My Generation" de The Who.

Jungwoo sonrió.

– ¿Recuerdas cuando éramos del grupo de rebeldes durante el tiempo de Woodstock y Johnny quería asesinarnos por andar por la vida enredándonos con humanos sin precaución? – rió – ahora míranos, haciendo guardia por uno de ellos – suspiró – que extraña la vida algunas veces –

– Nosotros somos lo extraño de la vida – respondió el japonés – y si tengo que decirlo, tal vez Johnny era un idiota en ese entonces pero, ¿has visto nuestras fotos? – negó divertido – fueron tiempos muy locos –

– De los mejores de mi vida – suspiró nostálgico.

– ¿Cómo es que si quiera te acuerdas? – resopló una risa – nos la pasábamos bajo el efecto de cualquier cosa que nos ofrecieran en la calle –

– Cierto – frunció el ceño – ¿por qué? –

– Por que estábamos traumatizados – soltó una suave carcajada – después de todo lo que vivimos tú y yo – negó – hemos visto demasiado lo crudo del mundo. Pero supongo que el tiempo lo cura todo –

– Para nosotros – respondió Jungwoo, distraído – hay humanos que mueren habiendo vivido todo eso y no se recuperan nunca –

Yuta rodó los ojos antes de lanzarle la pelota con la que jugaba.

– Me estás deprimiendo –

– Lo siento – sonrió – ¿quieres hacer algo divertido? –

El otro lo miró con interés.

– ¿Cómo qué? –

– Como cazar un puma o algún oso muy agresivo –

El japonés sonrió entusiasmado antes de negar.

– No podemos aún – sacudió la cabeza – al menos hasta que los demás regresen –

– Pero tengo hambre – hizo un puchero – porfis, Yuu. Por los viejos tiempos –

El mayor suspiró.

¿Cuál era la probabilidad de que algún perro llegara en la próxima media hora a matar a Ten?

Casi nula.

Además, cazarían a unos pocos kilómetros a la redonda. Nadie tenía por qué enterarse de que salieron. Y, si lo hacían, podían excusarse con que se sentían débiles y necesitaban alimentarse si querían defender su casa apropiadamente.

– Ok, me tienes – sonrió, caminando hacia el menor, que sonrió de vuelta.

Ambos fijaron su curso y chocaron puños antes de saltar por la ventana y comenzar a correr en busca de un animal salvaje.

Se sentían como si estuvieran haciendo algo malo, pero no había nada que temer.

Ten estaría bien.

Sólo eran unos minutos.

Hunting season Donde viven las historias. Descúbrelo ahora